El rey de la comedia 6 puntos
Qui rido io, Italia, 2021
Dirección: Mario Martone
Guion: Ippolita Di Majo y Mario Martone
Duración: 133 minutos
Intérpretes: Tony Servillo, Cristiana Dell’Anna, María Nazionale, Eduardo Scarpetta, Gianfelice Imparato, Paolo Pierobon, Lino Musella.
Estreno: Disponible en salas.
El estreno de El rey de la comedia, de Mario Martone, confirma el interés del cine italiano por las historias ambientadas en el sur del país, a pesar de que los grandes centros de su producción pertenecen al norte. Es que, como ocurría con el doctor Jekyll y el señor Hyde, Italia es un país partido en muchos fragmentos que básicamente pueden reducirse a esas dos mitades geográficas. Nada que no sepamos en Argentina debido a nuestro linaje y al paso de Diego Maradona por Nápoles. En esa ciudad, a comienzos del siglo XX, transcurre la acción de la película de Martone, basada en la vida del actor Eduardo Scarpetta, prócer de la comedia teatral napolitana.
No es gratuita la mención de Maradona, en tanto la figura de Scarpetta era tan querida en aquella época como lo sería la del futbolista 80 años después. Ambos personajes comparten características que los emparientan, como la sensibilidad para conectar con lo popular. Eso convertía a las obras del dramaturgo en auténticos fenómenos, en especial a partir de la creación de un personaje, Felice Sciosciammocca, con el que llegó a desbancar al famoso Polichinela como emblema cultural de la ciudad. Pero también una paternidad prolífica, engendrando hijos con varias mujeres distintas, aunque en este caso la dinámica entre ellas se parecía más a la de un harén.
Tomando algunas de las características que definen la obra de Scarpetta, como la farsa y el costumbrismo (elementos también habituales en la representación cinematográfica del sur italiano), Martone realiza un retrato de época barroco y desbordado. La lánguida iluminación anaranjada elegida no solo se justifica en la abundancia de escenas nocturnas, propias de la vida bohemia, o por las tórridas secuencias diurnas en la ciudad a orillas del Tirreno. Esa penumbra crepuscular también funciona como avatar de los claroscuros de la vida del actor. Y, aunque se centra en una disputa por supuesto plagio iniciada contra él por el poeta Gabriele D’Annunzio, la película es sobre todo una indagación en esos dobleces que parieron una tradición en la cultura napolitana.
El rey de la comedia representa una nueva encarnación de esa fascinación que el cine siente por lo plebeyo. Sobre todo en un país partido como Italia, donde al norte están los ricos, los elegantes, la cultura de exportación, y en el sur los sucios, feos y malos. Aunque la mayoría de los directores italianos son hijos culturales del norte, no pueden evitar la tentación de retratar a la vida obrera o al mundo del delito, adherido al sur. En cambio, Martone pertenece a una generación de directores sureños, junto a Giuseppe Tornatore, Paolo Sorrentino, Pietro Marcello o Luca Guadagnino, quienes, cada uno con sus características, se dedican a retratar al mundo pintando sus aldeas.