Luego de un año marcado por enormes convocatorias de público, el histórico Cine York de Vicente López cierra hoy jueves su programación 2023 con las últimas dos proyecciones de su ciclo dedicado a Pino Solanas. Desde el jueves pasado, recorre una parte de la vida y obra del director a través de cuatro películas, que generan diálogos y encuentros dentro y fuera del cine. Con la participación de la hija del director, Victoria Solanas, este ciclo tuvo el peso de suceder en su barrio, a solo una cuadra de la que fue su casa y en la sala a la que solía asistir.
“Mi viejo nació en este barrio. Fue un olivense, nacido en Olivos, que decidió hacer su casa definitiva acá. Este es el lugar que eligió. Cuando le preguntaban dónde había nacido respondía Olivos, eso ponía en su currículum. Por eso, cuando conocí a Adriano para mí fue una alegría enorme. Hace mucho que pensaba qué se podía hacer con la obra de Pino acá. Poder ver estas películas en este cine, en su barrio, para mí es muy importante”, afirmó Victoria, que además de hija es productora de Solanas, durante la inauguración de este ciclo. Estuvo acompañada por el Subsecretario de Cultura de Vicente López y Director del Proyecto Lumiton, Adriano Bruzzese.
“Para mí es un honor gigante presentar cuatro películas de Pino, en su barrio y de la mano de Victoria”, destacó Bruzzese sobre este ciclo que da cierre a la agenda cultural del 2023 del Cine York. “Estamos retomando el acto de ver cine en el cine no solamente por el hecho de que las películas están hechas para ser vistas así, sino también por lo que pasa como comunidad en este encuentro, por lo que sucede en el intercambio que tiene al cine como hábito y que es el que permite la revisión de la obra de Solanas”, agregó.
El ciclo dedicado al director comenzó el jueves pasado con “Tangos: el exilio de Gardel”, la primera película de Solanas luego de la dictadura. Continuó con su contracara “Sur”, con el cuadro grotesco sobre los años menemistas que es “El viaje” y con su último documental “Tres en la deriva del acto creativo”. Así, estas cuatro películas, como sucede en todo hecho curatorial, formaron en su conjunción una constelación de temáticas, palabras y poéticas que circularon y se repitieron entre los asistentes de este ciclo.
Si el acto de ver una película supone un diálogo imaginario entre un espectador y una obra, la sala de cine tiene la potencia de habilitar la puesta en palabras de este intercambio cuando todavía está latente. Así, por ejemplo, luego de la proyección de El exilio de Gardel, un joven le preguntó a Victoria sobre la dimensión autobiográfica de la película de Pino. Una pregunta que habilitó un recorrido sobre el exilio del director y que rápidamente fue apropiado por los espectadores de la proyección. “Yo estoy muy emocionada porque de repente se me vinieron un montón de cosas. Para el que estuvo afuera, la película te atraviesa”, dijo una vecina.
“Es impactante volver a verla en una sala. Cuando la ví por primera vez, en su estreno, la sensación era la de despertar de una enorme pesadilla. No éramos conscientes de la pesadilla en cámara lenta en la que estábamos entrando. En la Argentina de hoy la película tiene una lectura distinta”, comentó un vecino durante la misma proyección. Su aporte, que puso foco en los modos de ver, vino a desarticular una afirmación que empezaba a circular en la sala: “sus películas siguen siendo vigentes”. Una descripción que para la obra de Solanas es particularmente conflictiva, porque elude las maneras en las estas películas fueron recepcionadas.
En una entrevista para Página 12, publicada originalmente en 1998, el propio director hizo énfasis en este aspecto y dijo: “me habían dado por muerto cinematográficamente, no se tomaban en serio mis películas, los héroes eran gente como María Luisa Bemberg”. Sobre El exilio de Gardel, dijo que “tendría que haberla filmado en el ochenta. Cuando la terminé, ya había democracia, y la película no tenía el tono melancólico y depresivo que yo hubiese querido”. En relación a El viaje, su película “más criticada”, destacó la heterogeneidad de su recepción: “en El viaje pongo a Menem y a Bush jugando al tenis de rodillas. Y a la Argentina como líder de la OPA (la Organización de Países Arrodillados). Algunas de esas escenas fueron las más celebradas en países en que no saben quién mierda es Menem. Porque, en definitiva, todo se reduce a si la escena está lograda o no”.
El actual consenso sobre la vigencia de esta obra, entonces, deja entrever la canonización de Solanas por sobre cualquier otra cosa. Un hecho que, además, se confirma con la exitosa convocatoria que rodeó todo este ciclo. Esto, sin embargo, no elude la complejidad de sus películas ni asume una recepción acrítica. El domingo por la noche, mientras se proyectaba El viaje y la plaza frente al York todavía estaba desierta porque faltaba aún media hora para la segunda proyección, un hombre salió disparado del cine y, buscando complicidad, le dijo a una mujer que paseaba a su perro: “demasiado fantasiosa para mí”.
Hoy finaliza el ciclo con la proyección doble de “Tres en la deriva del acto creativo” a las 19 horas y “El viaje” a las 21.30 horas. Serán las últimas proyecciones de este año del Cine York.