La magnitud de las reformas que Javier Milei quiere implementó a través de un Decreto de Necesidad y Urgencia se pudo apreciar, de forma cuantitativa, en un video de Federico Sturzenegger, en el que el endeudador de los gobiernos de Fernando de la Rúa y Mauricio Macri muestra una pila interminable de hojas impresas. Un documento que reformateó la vida social y económica de un país es la referencia por lo voluminoso. De hecho, pasó a la historia como El Ladrillo. Sus reformas eran de índole liberal, seguramente del agrado de los liberales argentinos. Y se implementaron bajo la cuestodia de algo más que un Estado fuerte y vigilante: se llevaron adelante durante el terrorismo de Estado de Augusto Pinochet en Chile.
El Ladrillo resultó la Biblia del neoliberalismo en Chile, una hoja de ruta para convertir a país en una prueba de probeta de la teoría monetarista durante el ocaso del Estado de bienestar. Sus autores eran economistas que habían hechos estudios de posgrado en la Universidad de Chicago, los llamados Chicago Boys.
Los lineamientos del programa se remontan a 1972, es decir, un año antes del golpe contra Salvador Allende. Medio siglo antes de Milei, se planteó la desregulación económica, la quita de aranceles, el fin de los subsidios y los controles de precios, la apertura de mercados. La frutilla del postre fue la reforma del sistema previsional en 1980, bajo la guía de José Piñera, el hermano de Sebastián. Fue el origen de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), la jubilación privada que la Argentina copió en los 90 con las AFJP.
En 1992, con la democracia ya restaurada en Chile (democracia tutelada con Pinochet al frente del Ejército y el modelo económico sin tocar), El Ladrillo se editó en libro. El prólogo lo escribió Sergio De Castro, uno de aquellos Chicago Boys, que ingresó como asesor de la dictadura apenas tres días después del bombardeo de La Moneda y fue ministro de Economía entre 1975 y 1976, para reciclarse en democracia como presidente de una AFP.
Cincuenta años después de haber sido redactado el plan económico de la dictadura, la periodista chilena Carola Fuentes reflexionó: "Hoy, los efectos que El Ladrillo tuvo en el largo plazo se pueden ver en nuestro país en todos lados: en la concentración de la propiedad de los medios de comunicación, en lo que se conoció como el negocio de la educación, en la degradación de la naturaleza".
El caso peruano
Otro shock similar se vivió, pero en democracia, y en coincidencia con el fin de la dictadura chilena. Ocurrió en Perú. Alberto Fujimori derrotó a Mario Vargas Llosa y literalmente tomó las banderas de la propuesta económica del autor de La casa verde (incluso le birló algunos colaboradores). Fue lo que se conoció como Fujishock, en un país jaqueado por la hiperinflación y el terrorismo de Sendero Luminoso.
Apenas habían pasado dos días desde su asunción cuando Fujimori unificó el mercado de cambio, eliminó las restricciones para importar, aplicó un fuerte tarifazo en combustibles y servicios públicos y decretó un impuesto a las exportaciones, entre otras medidas.
Pasó más de un año hasta que la economía peruana dio señales de haberse estabilizado. Mientras, comenzaron los roces con el Congreso, una serie de polémicas que derivaron en el autogolpe del 5 de abril de 1992, cuando el mandatario disolvió el Poder Ejecutivo. Y las Fuerzas Armadas, con la excusa de combatir al senderismo, estaban para reprimir cualquier atisbo de protesta.
Fujimori había pedido poderes especiales al asumir y gobernó con decretos especiales que, según su ministro de Trabajo, eran válidos como las leyes del Congreso. El Parlamento no pudo reunir los votos necesarios para destituir al funcionario por esa afirmación.
Los choques continuaron a fines de 1990 cuando Fujimori vetó parcialmente la Ley de Presupuesto. Meses más tarde, criticó a los parlamentarios por los altos sueldos que cobraban (algo así como "la casta") y llegó a insinuar que había parlamentarios vinculados al narcotráfico, lo que elevó la tensión, mientras se cuestionaban los paquetes de medidas que enviaba el Ejecutivo. La salida a la crisis fue el primer golpe en el país desde 1968.
Mano dura y aparato represivo en un caso; conflicto de poderes con el Legislativo en el otro. Así funcionó en el pasado en América Latina para imponer programas de ajuste que implicaban conflictividad social. Se verá cómo evoluciona la "vía argentina al anarco capitalismo".