Este 2023 se cumplieron quince años de la bancarrota de la compañía financiera Lehman Brothers, el 15 de septiembre del 2008. Momento que conviene recordar en estos tiempos en que algunos quieren eliminar el Banco Central (BCRA) ya que, de no haber existido la Reserva Federal como prestamista de última instancia (el equivalente norteamericano del Banco Central), nadie se atreve a imaginar lo que hubiera sucedido.
Lamentablemente esa bancarrota, que se evalúa a 630 mil millones de dólares es decir casi una vez y media del Producto Interno Bruto (PIB) argentino, es lo único que recuerdan los financistas y comentadores de los medios hegemónicos. Sin embargo, esta suma colosal es solo una pequeña parte del costo de la Gran Recesión, denominación de la crisis financiera y económica más importante que ocurrió desde la Gran Depresión de los años 1930.
Durante la crisis del ’30 los generales argentinos se dieron cuenta de que la desnutrición masiva provocada por la políticas económicas liberales practicadas por los conservadores durante la Década Infame era tan importante que cundía el hambre. Tan masiva era esta situación que muchos jóvenes eran rechazados como conscriptos porque no pasaban la revisación médica al momento de hacer el servicio militar.
La Gran Decepción
La Gran Recesión fue una gran decepción para aquellos que habían sucumbido al embrujo del espectáculo de los histriones académicos que exponían las políticas económicas ortodoxas que convenían al capital concentrado y financiero y habrían tranquilizado a los políticos conservadores que todo andaba bien.
Esto era tan claro que la Reina de Inglaterra se animó a preguntar ingenuamente durante una visita a London School of Economics (LSE) en el 2008: ¿Cómo es posible que nadie se haya dado cuenta de lo que sucedía?. La respuesta esquiva y tardía de los responsables de la enseñanza ortodoxa de esa prestigiosa escuela, cómplices indirectos del descalabro, balbuceaba sobre la ingenuidad de espíritus brillantes que habían sucumbido a las certidumbres del momento.
Los economistas ortodoxos proponen principios y hipótesis imaginarios desconectados de la realidad económica expresados en ecuaciones matemáticas, expuestos en artículos curriculares. Pero manifiestan una profunda levedad respecto de la ética dadas las consecuencias nefastas para la mayoría de la población de la aplicación de las políticas económicas neoliberales. La pobreza, la ralentizaron del crecimiento económico el desempleo y la distribución desigual del ingreso son el resultado de las políticas económicas neoliberales que ellos defienden y que aprovechan al capital monopolista.
Los economistas ortodoxos, fieles voceros del capital monopolista, se habían convencido que diciendo todos lo mismo y repitiéndolo muy a menudo podían hacer que sucediera como ellos decían que debía ser. En el 2003 Robert Lucas de la Universidad de Chicago, galardonado con el premio Nobel y considerado como el macroeconomista más influyente de fines del siglo pasado, les explicó a sus colegas de la Asociación de economistas Norteamericanos que presidía: “El problema crucial de la prevención de las crisis, para decirlo de manera simple, ha sido resuelto para la actualidad y para las próximas décadas". El error es confundir la realidad económica con un sistema de ecuaciones.
El principio del fin
Con la crisis del 2008 se produjo el comienzo del resquebrajamiento de la globalización económica impulsada por los aprovechadores del neoliberalismo. Fue también el principio del fin de la mundialización neoliberal que se manifiesta por un incremento de la protección arancelaria en los países del centro capitalista, así como las nuevas regulaciones de las finanzas internacionales.
Un hecho que parecía imposible, el renacimiento de las políticas industriales en los países que habiendo deslocalizado y tercerizado los procesos de producción de bienes salarios, los están repatriando. Pasa en una gran cantidad de sectores en mayor o menor medida: la industria farmacéutica, la electrónica de los micro procesadores, una parte de los textiles, entre otros. Esto va acompañado de un incremento de los aranceles a las importaciones.
La banalización de las propuestas de medidas económicas de la extrema derecha, que se traducen en suprimir y eliminar todas o la mayor parte de las regulaciones económicas, fue lo que llevó a los especuladores, con la complicidad de los bancos privados, a que se constituyeran enormes apuestas especulativas que en su momento llegaron a un monto de mil billones de dólares de las finanzas grises y produjo finalmente la crisis del 2008.
Las políticas económicas que permitieron salir de la Gran Recesión abandonaron parcial y provisoriamente las políticas monetaristas de restricción monetaria, pero esto se ha ido revirtiendo poco a poco con el incremento de las tasas de interés bajo la presión de los especuladores y la inflación de vendedores que obtienen una renta inflacionaria.
* Doctor en Ciencias Económicas de l’Université de Paris. Autor de “La economía oligárquica de Macri”, Ediciones CICCUS Buenos Aires 2019. [email protected]