Radamés, red de teatro inclusivo, suma 25 años de trayectoria y un corolario feliz: son los recientes ganadores del Premio Josep Clusa, que otorga L’Altre Festival de Artes Escénicas y Salud Mental de Barcelona. Un espaldarazo a la tarea desarrollada y la posibilidad de pensar un horizonte de trabajo, algo a destacar en este tiempo sombrío: “Una de las cosas que el jurado nos dijo fue: ‘queremos que sigan existiendo’. Nos alargaron la vida unos años más, porque es un apoyo económico destinado a desarrollar el proyecto”, comenta el director teatral y docente Adrián Giampani a Rosario/12.
L'Altre Festival es también un nombre asociado a Rosario, dada la celebración que aquí se hace de El Otro Festival. “Lo que nos permitió El Otro Festival -inspirado en L’Altre pero con características locales- es acceder a la convocatoria, que nos llegó a través de ellos. Así nos enteramos de que se trataba de una convocatoria abierta, para grupos que articulan artes escénicas y salud mental. Cuando vimos que encuadraba dentro de nuestra tarea, decidimos presentamos”, continúa Giampani.
-¿En qué consistió esta presentación?
-Tuvimos que completar un formulario donde contamos nuestra historia, desarrollamos nuestro modo de trabajo y nuestro proyecto, y cómo continuaríamos. Armamos un dossier con todo lo que hemos venido haciendo durante más de 20 años de trabajo. Y aparecimos como finalistas junto a dos grupos, uno de Barcelona y otro de Madrid. De ahí pasamos a una charla virtual con el jurado, un poco para la defensa del proyecto. Nos hicieron preguntas y luego nos comunicaron para decirnos que habíamos ganado. Nos hicieron una devolución muy linda y emotiva, porque refirieron razones por las que nos habían elegido, citando conceptos que son claves para nosotros.
-¿Cuáles fueron esas palabras y por qué?
-Nosotros trabajamos invirtiendo un poco el paradigma de la inclusión, es decir, invitamos a personas sin discapacidad a que se acerquen a nuestros talleres, en donde son mayoría las personas con discapacidad. Entonces, son las personas sin discapacidad las que tienen que hacer un poco el trabajo de adaptarse, que es lo que habitualmente hace una persona con discapacidad. Esa es una de nuestras apuestas, la inclusión en la acción concreta. Es algo que destacaron junto con otras cuestiones. Lo que nosotros hacemos no es nada extraño, es teatro; son los propios cuerpos en escena los que hablan de las realidades de cada uno, de los miedos, de los temores, de las angustias y de los deseos. Y trabajamos a partir de improvisaciones y del humor, un perfil que elegimos porque permite meternos en cuestiones profundas, existenciales, pero atravesadas por una mirada que obviamente permite una cuota de alivio. Destacaron todo eso, así que fue muy halagador también.
-¿Qué propuestas de trabajo señalaron al jurado?
-Lo que propusimos y nos proponemos es hacer una nueva producción propia. Hasta antes de la pandemia habíamos participado con dos producciones en el ciclo Historias Mínimas, en el Centro Cultural La Nave; y ahora queremos fortalecernos como grupo con una obra nueva. Un paso más sería hacer una temporada el año que viene, como cualquier grupo de teatro independiente; y si es posible también presentar el proyecto en poblaciones cercanas, con una mini gira. Ya tenemos los borradores de la próxima idea, pero obviamente nos pondremos a trabajar en el armado y en la logística que implica después de celebrar. Algo que también destacó el jurado es que en nuestras obras no hablamos necesariamente de discapacidad, porque sencillamente no hace falta. De por sí, los cuerpos ya hablan. Nuestra búsqueda viene siendo esa.
-En un camino que supera los 20 años.
-Empecé este proyecto en Capitán Bermúdez, luego lo repliqué acá; en ese tiempo hubo acciones, empezamos a invitar actores, actrices y amigos, y vimos que lo que sucedía era totalmente estimulante para todos. Quienes venían se daban cuenta que actuaban con actores que ya tenían entrenamiento, y eso generó una energía muy intensa. A partir de ahí empezamos a armar clases abiertas, en donde quienes iban a participar o a escuchar una charla sobre teatro y discapacidad terminaban actuando, porque hacer teatro siempre fue nuestra mejor carta de presentación. La inclusión es acción, poner el cuerpo, y para hacer teatro no hay otra que poner el cuerpo.
El equipo de coordinación que dirige Adrián Giampani integra la tarea de Andrea Alberto y Vanina Piccoli, junto a la colaboración permanente de María Laura Silva. Según explica Giampani, “el nuevo paradigma es el de la convivencia. Hoy día ya no se habla de inclusión sino de convivencia, porque todos estamos incluidos, somos parte de una misma comunidad. Siempre digo que en esta cuestión de la inclusión y la discapacidad estamos en un permanente tránsito y aprendizaje, los términos y palabras van cambiando, así como los hechos y las acciones irán marcando un rumbo final, hacia el que avanzamos. Ojalá dentro de unos años no haga falta decir que somos un grupo de teatro inclusivo”.