Quizá Hugh Grant siempre estuvo destinado a interpretar a un Oompa-Loompa. Sin embargo, no es un destino que le guste. En las pantallas desde hace un par de semanas, el actor interpreta al diminuto Lofty junto al Willy Wonka de Timothée Chalamet en Wonka, una precuela de Charlie y la fábrica de chocolate de Roald Dahl. Las críticas fueron en general muy generosas ("está casi siempre en el punto justo", "divertidísimo" y "deliciosamente tonto"), pero no se puede obviar el hecho de que éste no es un aspecto elegante para Grant: el habitualmente esbelto protagonista de los clásicos de Richard Curtis Cuatro bodas y un funeral (1994), Un lugar llamado Notting Hill (1999) y Realmente amor (2003) no parece aquí más que un enano de jardín canoso. Tiene la piel anaranjada, el pelo verde y la cabeza sobredimensionada pegada a un cuerpo rechoncho y diminuto.

"No podría haberlo odiado más", dijo Grant recientemente. Era un papel que dependía en gran medida de la animación y los efectos especiales, y todo le resultaba insoportable. También declaró a la prensa que "odiaba un poco" el proceso de hacer películas en general, pero que tenía "muchos hijos y necesitaba el dinero".

Era (en parte) el tipo de ironía inexpresiva en la que Grant siempre ha destacado. Pocos actores podrían hacer comentarios como éste en vísperas del estreno de una gran película, pero Grant tiene una habilidad muy británica para el eufemismo y la autocrítica. Si realmente no le hubiera gustado la experiencia de rodar Wonka, es de suponer que no estaría viajando por el mundo para promocionarla. Al menos debe de haberle complacido que Chalamet le describiera como "uno de nuestros grandes", aunque puede que haya hecho mella en su vanidad el haber sido elegido para ser el títere del joven Wonka. Hace sólo unos años, sin duda habría sido el protagonista.

Timotheé Chalamet y Hugh Grant en Wonka.

Grant no es sólo una de las mayores estrellas de cine británicas de los últimos 30 años, sino también su superviviente más obstinado. Ha superado escándalos (como cuando fue sorprendido en un coche con una trabajadora sexual en la cima de su fama), prensa negativa (los medios de comunicación se volvieron contra él en parte por su asociación con la campaña Hacked Off contra el intrusismo del periodismo) y más de un fracaso.

Fiel a su costumbre, el papel de Grant como Oompa-Loompa ha causado otro escándalo. ¿Por qué, se preguntaban algunos críticos antes del estreno, es Grant quien interpreta el papel en lugar de un actor con enanismo? Pero, como de costumbre, Grant no se ha visto afectado por la polémica. Sería exagerado decir que las raíces de la estrella están en el vodevil de antaño. Es un chico de escuela pública y graduado en Oxbridge, procedente de una familia de militares. Sin embargo, siempre ha sido más un artista a la antigua usanza de lo que algunos de sus fans creen. Mucho antes de hablarle dulcemente a Julia Roberts en Un lugar llamado Notting Hill o de hacerle ojitos a Martine McCutcheon mientras tomaban té y galletas en Realmente amor, se ganaba la vida "haciendo personajes tontos", como él mismo dice.

Durante su época universitaria, Grant interpretó a Hamlet en una producción que viajó al Festival de Edimburgo, pero para el papel llevaba un traje de Star Trek. Devoto de los Monty Python, trabajó como redactor publicitario en anuncios de todo tipo, desde cervezas hasta marcas de pan. También cofundó su propio grupo cómico, The Jockeys of Norfolk, que actuó en varoas salas y tuvo suficiente éxito para conseguir su propio programa de televisión. Uno de sus sketches consistía en recrear la Navidad como si fuera una comedia de Ealing.

La llegada al cine

Grant fue visto por primera vez en la gran pantalla como un "aristocrático desertor" en Privileged (1982), una producción de la Universidad de Oxford en la que aparecía acreditado como "Hughie". Dirigida por Michael Hoffman, giraba en torno a la conspiración romántica y las murmuraciones entre bastidores de una producción de La duquesa de Malfi.

En la película, Grant es un personaje extrañamente exagerado. Interpreta a Lord Adrian, un joven neurótico y celoso (el tipo de personaje que uno esperaría ver hoy en día en una película como Saltburn) que está tan enojado porque su amada Lucy le engaña que reta a su amante a un duelo. Con su pelo alborotado y su buen aspecto epiceno, se parece de manera desconcertante a un joven Chalamet, pero está en un papel secundario, alguien necesitado y antipático.

Grant afirmó más tarde que había hecho Privileged "sólo como una especie de broma" y que posteriormente se convirtió en actor profesional por accidente. "Se estrenó así", dijo. "Vinieron agentes y me dijeron: '¿Querés actuar?' Pensé que sería divertido hacerlo durante un año mientras resolvía lo que realmente quería hacer".

Los que le conocieron en esa época lo recuerdan de otra manera. Andy Paterson, que ha filmado muchas otras películas de gran repercusión, como La joven de la perla (2003), protagonizada por una joven Scarlett Johansson, fue productor y ayudante de dirección en Privileged. "Hugh era una figura consolidada en la comunidad teatral de la Universidad de Oxford", dice, descartando cualquier idea de que fuera un aficionado o un diletante. "Simplemente elegimos a los mejores". Paterson reconoce que el papel de Grant no estaba especialmente bien escrito. "Pero lo que sí hizo fue aportar ese atisbo de estrella de cine". Era obvio para todos, añade, que Grant "trabajaba ante la cámara. Era fotogénico de una manera que se vio enseguida".

Unos años más tarde, James Ivory eligió a Grant para coprotagonizar su adaptación de E. M. Forster, Maurice (1987), un drama de la época eduardiana sobre dos jóvenes estudiantes de Cambridge que se enamoran. "Fue casi la primera película homosexual que no pedía disculpas", dijo Ivory más tarde, "y no se hizo de una manera medio apologética, clandestina. Creo que ése era su atractivo". Maurice se estrenó en plena crisis del sida y fue tratada con gran respeto por la crítica. Grant y su coprotagonista James Wilby compartieron el premio al mejor actor en el Festival de Venecia.

Sin embargo, Grant no supo aprovechar el éxito de la película. "Después desaproveché la oportunidad haciendo un montón de basura", dijo de forma típicamente lacónica. Tuvieron que pasar otros siete años hasta que Cuatro bodas y un funeral lo catapultó al estrellato internacional. "Era tan malo en mis primeras películas que pensé que si hacía una más, demostraría que no era tan malo", dijo al podcaster Marc Maron en 2021. Durante este periodo de inactividad apareció en una serie de películas europeas de arte y ensayo a medio hacer, así como en algunas miniseries sensibleras. Hubo una adaptación de Judith Krantz (Till We Meet Again, 1989), e incluso una miniserie de Barbara Cartland (The Lady and the Highwayman, también de 1989).

"Siempre fui un barón del champán, un malvado que robó el champán de la familia y se lo vendió a los nazis y violó a Courtney Cox, mi hermanastra, y fue sacado a latigazos de casa por Michael York", diría más tarde. "Siempre tuve un bigotito". Entre sus proyectos más destacados durante este periodo se encuentran el thriller erótico de Roman Polanski Perversa luna de miel (1992), en el que interpreta al cómicamente reprimido marido de Kristin Scott Thomas, Nigel, y la extravagante película de terror gótico de Ken Russell La guarida del gusano blanco (1988), en la que Grant interpreta a Lord James D'Ampton, descendiente de un guerrero que había matado a una serpiente mítica.

Cuatro bodas y un funeral lo cambió todo. Andy Paterson trabajaba con Grant en la película de época Restauración (1995), también dirigida por Michael Hoffman, de Privileged, justo cuando la comedia romántica llegó a los cines. "Estábamos rodando en Dorset... de repente había paparazzi entre los arbustos, intentando ver a Hugh. Fue hilarante".

Aquel momento incómodo

Entonces llegó la gran desventura americana de Grant. Cuando estaba a punto de estrenarse su primera película en Hollywood, Nueve meses (1995), fue detenido por "conducta lasciva" con la trabajadora sexual Divine Brown. "Mi sincronización fue impecable", bromeó más tarde. Un actor menor se habría hundido sin dejar rastro. Sin embargo, la película tuvo éxito comercial. Grant dio la cara en los programas de entrevistas y fue rápidamente perdonado.

Sin embargo, no es que los medios se ablandaran con él. A estas alturas, el actor británico era objeto de una vigilancia masiva por parte de los tabloides. Su teléfono estaba intervenido por la prensa del corazón, obsesionada con él desde que empezó a salir con Elizabeth Hurley. La atención alcanzó su punto cumbre cuando Hurley acudió al estreno de Cuatro bodas y un funeral con un revelador vestido de Versace sujeto con imperdibles. A Grant también le resultaba dolorosamente evidente que al público no le gustaba que se alejara demasiado del arquetipo del adorable y reprimido británico.

"Hice una película con Sarah Jessica Parker", dijo en 2009, sobre el thriller de 1996 Medidas extremas. "La gente decía: 'Deberías hacer algo diferente'... En realidad, no es una película terrible. Pero 11 personas de todo el mundo fueron a verla. No es que me gusten las comedias románticas. En muchos sentidos, las odio. Pero es algo que siento: 'Puedo hacer esto'".

Sin embargo, llegó un momento en que ni siquiera las comedias románticas funcionaban. En una entrevista con el LA Times habló muy francamente de cómo el terrible rendimiento en taquilla de su comedia ¿Y dónde están los Morgan? (2009) echó por tierra su carrera en Hollywood. "Los días en que era un protagonista muy bien pagado desaparecieron de la noche a la mañana", se lamentó.

Pero desde entonces, irónicamente, ha conseguido algunos de sus mejores papeles. Estuvo soberbio como el espeluznante pero muy agradable líder del Partido Liberal Jeremy Thorpe en la miniserie de Stephen Frears Un escándalo muy inglés (2018), en la que se aprovechaba y finalmente intentaba asesinar a su ingenuo amante más joven (Ben Whishaw). Estuvo igualmente bien como villano sorpresa en la serie de suspenso de 2020 The Undoing. Por fin se le permitía entrar en contacto con su lado oscuro.

Grant también estaba dispuesto a hacer de las suyas cuando era necesario. En Paddington 2 (2017), de Paul King, evocó recuerdos de Terry-Thomas y estuvo en pleno modo de pantomima como Phoenix Buchanan, un actor amargado reducido a hacer anuncios de comida gourmet para perros. También ha aparecido como traficantes de armas dudosos y detectives privados en películas de Guy Ritchie como Los caballeros (2019). También hizo una muy buena actuación, interpretando al compañero y adulador en jefe de la cantante de ópera de voz chillona Meryl Streep en la comedia dramática de Frears Florence Foster Jenkins (2016).

Ahora Grant es el "hombrecito gracioso" que roba escenas en Wonka. Sin embargo, vuelve a insistir en que es una estrella de cine accidental que preferiría estar haciendo cualquier otra cosa que no fuera cine. El público, por supuesto, sabe que no es así. "Hay personajes a los que adoras automáticamente en la pantalla", dice Paterson. "Aunque todos estábamos empezando en Privileged, inventándolo sobre la marcha, se notaba esa presencia. Es mucho mejor actor de lo que nunca se ha permitido creer".

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.