Hace pocos días, Lucrecia Mastrangelo culminó el rodaje de Amor Trava, documental dedicado a Aurora (19), una adolescente en transición, a la par de su participación en el movimiento ballroom. "Fueron dos semanas, más o menos. Por suerte, arrancamos con una Vía Digital del INCAA y nos dijimos ‘vamos a hacer lo que se pueda’. Estar filmando en estos días es muy emocionante, te llena de placer saber que generás laburo para un montón de gente, equipo técnico, traslados, catering; gente que se va ganar un mango más y haciendo lo que le gusta, que no es poco”, comenta la directora a Rosario/12.
Documentalista de mirada atenta y sensible, entre los trabajos de Mastrangelo figuran Sexo Dignidad y Muerte (2010), Nosotros detrás del Muro (2013) y El Laberinto de las Lunas (2019). Esta última -dedicada a las maternidades e infancias trans- abrió un camino distintivo en su obra; como ella dice: “Quedé enganchada con el colectivo travesti y trans, con la necesidad que tienen de tener una vida más digna, de acceso al trabajo, a la salud. Y quería pensar más en las cosas que le pasan a una adolescente que quiere transicionar, y los logros que tienen de acuerdo a las viejas, que venían peleándola. Quería retratar la vida de una adolescente que tenía el apoyo de su mamá, como lo tiene Aurora, que podía disfrutar de algunas cosas a las que las viejas no han podido llegar. Y esto me llevó también a conocer lo que es la cultura ballroom, que a Aurora le gusta mucho. En Rosario existen intervenciones, performances, que el rosarino común no conoce”.
Para hablar sobre el movimiento ballroom, Aurora toma la palabra: “Me gustaría pensar que cuando hablamos de cultura ballroom, hablamos de lo que personalmente considero como una escuela para las disidencias. Surgió hace muchos años en Harlem, alrededor de los años ’60, frente a la necesidad de que las disidencias negras, trans, VIH positivas, encontraran no solo un vínculo familiar entre sí sino también un espacio de trabajo y organización. A lo que yo apelo que es a generar recursos y herramientas para la comunidad. Tenemos competencias que tienen que ver con categorías de moda y danza, es una comunidad organizada y acá existe hace casi cinco años, si no me equivoco; al ser una comunidad naciente, se enfrenta a contextos nuevos y desafíos distintos”.
-El ballroom te debe aportar un contexto bárbaro para la historia de Aurora.
Lucrecia Mastrangelo: -Al conocerla, ella un poco me cuenta que hizo danza y que a partir de ahí se fue ligando más al ballroom. Por mi propia curiosidad, empecé a ver que había performances, por ejemplo en Parque Urquiza y Plaza Montenegro, donde veía la sorpresa de la gente, de las mamás con el cochecito, cuando de pronto irrumpen, ponen unos parlantes, y con unos looks divinos se pasean por una pasarela. A la sociedad heterosexual le falta ese color y esa apertura; como dice Susy Shock, “déjennos probar a nosotros que ustedes ya fracasaron”. Cuando le preguntaba a la gente que me cruzo qué es un ballroom, no lo saben, así que era por ahí, el documental tenía que contarlo. De esta manera, al mostrar la vida de Aurora, paralelamente vamos construyendo lo que es la cultura ballroom, con material de archivo y con una de las madres de las casas, porque hay casas que tienen sus hijes, donde algunas travestis funcionan como madres de otras y las protegen.
-¿Cómo fue la decisión de querer participar en una película?
Aurora: -Te mentiría si te digo que no fue complejo, hay una parte de mí que de cierta manera piensa que yo no soy necesariamente representativa de la vida trans, más allá de que soy una mujer trans. Pero, por otro lado, pude decirme a mí misma que estaba bueno escapar del relato lacrimógeno, como el que tantas veces se quiso mostrar de nosotras. Sí, somos la calle, la marginalidad, y un montón de problemáticas que hemos enfrentado en la historia y en los tiempos actuales. Pero también somos esto, una trava de 16 años -cuando Lucrecia me convocó- y ahora de 19, queriendo terminar de estudiar, ir a la facultad, recibirse y trabajar del arte, queriendo generar nuevas vivencias y experiencias de vida.
-Tu cine, Lucrecia, tiene que ver con los vínculos; aquí sucede otra vez.
Mastrangelo: -Conociendo a Aurora, hace dos o tres años, la conozco a la mamá. Y empecé a llevarme mejor con la mamá que con ella, por una cuestión de edad (risas). Cuento una pavada, pero que nos pinta a todos. Le digo un día a Aurora, “tenemos que venir a filmarte haciendo alguna actividad, ¿qué haces durante el día, más o menos?”. Y la madre dice, “andá a saber qué actividad van a hacer, ¡si se levanta a las 12!”. Apareció una nota de color de la madre, ahí había un personaje; y empezamos a construir un vínculo. Hablo mucho con Estela, la mamá, la entiendo muchísimo en ese registro; pero también puedo llegar a tener una complicidad con Aurora, como para tener su confianza. Creo que soy una privilegiada cuando encuentro personas como ellas, porque mucho de la película tiene que ver con esto, con personas con quienes puedo hacer este vínculo. Luego, me permito poner las cámaras y entrar con sonido.
-¿Cómo te resulta a vos, Aurora, el proceso de trabajo?
Aurora: -Tiendo a dudar mucho de mí misma, y pregunto todo el tiempo cómo están saliendo las cosas. La única pauta que se me da, más allá de la situación en la que estemos, es que sea natural; y es complicado, sobre todo cuando sos una bailarina, una persona que se dedica a la performance, a investigar el arte. Pero puedo decir que lo he hecho con muchísima comodidad, porque he conocido gente -sonidista, asistentes, camarógrafo- con la que me puedo reír y sentir cómoda. Es gente que tiene esa misma naturalidad conmigo.
-Sin vínculo, no habría manera de llevar adelante el rodaje.
Mastrangelo: -Y es algo que transforma también al equipo técnico. En las películas que yo hago, por la investigación y el acercamiento que tengo, no es raro para mí estar dentro de una cárcel de mujeres, porque fui durante mucho tiempo. El equipo va recién al final del proceso, y los testimonios los atraviesan. Luego se quedan hablando sobre lo que se escuchó, y la película no te deja igual que cuando entraste, hay cosas que se experimentan ahí. Y es para que el espectador sienta también esa empatía, para que se conmueva con lo que se dice.
Amor Trava cuenta con la participación de la escritora trans Morena García, y una perfomance del grupo Kiki Ballroom; según la directora: "ellas permiten la pincelada artística que me gusta agregar en mis películas. Fueron dos jornadas hermosas en el Centro Cultural Atlas; cuando las compañeras se visten para desfilar, aparecen un colorido y estética hermosos”.