Focaccia al poder

Con un abuelo italiano escapado de la Primera Guerra Mundial, Pablo nació en Buenos Aires, en la zona de Parque Centenario. Allí, de chico, solía sentarse en la puerta de una peluquería donde su madre se peinaba. Hoy, en esas vueltas que da la vida, en ese mismo local Pablo armó una focaccería, la primera de Buenos Aires. Y como nombre, como para cerrar el círculo, le puso el de su abuelo: Giuseppe Vicenti.

El lugar es pequeño: Lucía, hija de Pablo, hace algunos productos de pastelería y atiende el mostrador junto a su hermana, Valentina. Una pared está decorada con fotos familiares. La especialidad de la casa es la focaccia, un pan italiano rectangular, que se hace en placas y que lleva buena cantidad de aceite de oliva. Acá usan ese pan para elaborar sándwiches enormes (para compartir) con distintos tipos de queso, fiambres, verduras y aderezos ($7000; sin fiambre sale $6200). Y lo mismo se puede pedir en panini, en un tamaño más chico y personal.

Bajo esta premisa, todo el resto se pude tunear a gusto: la focaccia puede ser con romero, aceitunas o queso; los fiambres van desde una sopresatta hasta una bien local milanesa; los quesos van de la mozzarella al gorgonzola, pasando por otras variedades; las verduras, de berenjenas asadas a tomates confitados; los aderezos, de aceite de oliva hasta una mezcla de pistacho. Hoy, el sándwich más pedido es el especial de la casa, el Giuseppe, que tiene burrata, mortadella y pesto (con un precio especial de $8000): es suave por la crema del queso, contundente por el embutido, fresco por las hierbas. No falla.

En Giuseppe Vicenti hay además café, con combos para merendar como el latte con cornetti ($2300), con cookie ($3400) o con tostado ($4800), entre otros. Y un mostrador presenta las especialidades de pastelería italiana, con sfogliatella y cannoli ($1600 / $400), y las más argentinas como el alfajor de maicena y el chipá ($1000). 

Herencia italiana con lectura porteña y mirada familiar, con la focaccia como protagonista.

Giuseppe Vicenti queda en Av. Ángel Gallardo 95. Horario de atención: lunes a viernes de 9:30 a 20; sábados de 10 a 20. Instagram: @giuseppevicenti_.

Napolitana y generosa

Son dos hermanos, Pablo y Emiliano Callace: el primero fanatizado con la masa madre; el segundo con años de experiencia como cocinero. Juntos, en medio de la pandemia de 2020, abrieron una pizzería de estilo napolitana a la que llamaron Callaci, el apellido original de su bisabuelo italiano, Antonino. Emiliano tomó el mando del horno y Pablo de los números. Se centraron en que los productos sean locales, artesanales y de calidad, con protagonismo de una masa que preparan en un lento proceso de fermentación natural.

Tras un primer arranque en Caballito, Callaci se mudó a local propio en Villa Crespo, donde comenzó a crecer. El espacio es pequeño, sencillo y pintoresco, con mesas distribuidas en un deck sobre la tranquila calle Castillo, protegidas por un gazebo para las noches de peor clima.

El menú tiene opciones para cualquier paladar: desde la Funghi vegana con queso de almendras, hongos de pino, champiñones, kale y alcaparras fritas ($6100) a una Mortadela con pesto de pistacho y rúcula, mozzarella fior di latte, mortadela con pistacho y tomates confitados ($6000), pasando por la Crudo con mozzarella fior di latte, parmesano, salsa de tomate, jamón crudo, aceitunas negras y stracciatella ($6200) o la Papa, que lleva papas, champiñones, mascarpone, parmesano, mozzarella fior di latte y aceite de trufa ($6000). Un dato: casi todas se pueden pedir en versión vegana. También hay platitos como la fainá con gírgolas y portobellos ahumados, ricota cítrica y tomates confitados ($3600).

Más allá de su estilo napolitano, en Callaci apuestan a la generosidad con los ingredientes, mostrando una cercanía mayor al paladar local. Son pizzas individuales, para personas de buen comer. Para beber hay vinos de pequeñas y medianas bodegas (como el Cara Sucia de Durigutti ($6500), las muy buenas cervezas de Strange Brewing ($2700), también Stella Artois ($1700), gin tonic ($2200), vermut y más. De postre, tiramisú de pistacho, affogato ($2200) o pizza dulce con base de nutella y pistacho o praliné de frutos secos ($3000). 

Una muy rica pizza para estas noches de verano.

Callaci queda en Castillo 720. Horario de atención: miércoles a lunes de 20 a 23:30. Instagram: @callaci.pizza.

Fast food de pastas

Carlos Cejas y Federico Giuliano vienen de familias italianas, donde la pasta de los domingos era una religión. Se conocieron trabajando como gerentes, de operaciones y de desarrollo en la cadena de sándwiches Subway, donde conocieron el mundo del fast food. Y estando de acuerdo en que a veces querían comer unas buenas pastas al mediodía, sin demasiada vuelta, entendieron que había un nicho vacío por llenar. Fue así que nació Monti.

El primer local nació en Boedo hace cinco años, con una premisa clara: ofrecer comida rica, que saliera rápido de la cocina, con buena atención y mejor aún relación precio-calidad. Desde entonces, no dejaron de crecer: en pandemia abrieron una sucursal propia en Colegiales, luego un cliente les propuso sumar una franquicia en Villa Crespo. A los pocos meses de esta última apertura, un plato de Monti cambió directamente las reglas del juego: lanzaron su volcán de ñoquis ($5000, $5700 veganos), que surgió porque muchas veces los comensales pedían más pan. “Decidimos que el plato físico sea de pan”, cuentan. Probaron varias recetas hasta dar con una mezcla de focaccia y pan dulce ahuecado; ahí dentro sirven unos ñoquis con tuco, salsa rosa o salsa blanca, con mucho queso por encima que se viralizó en redes sociales. Golpe de azar o idea millonaria, lo cierto es que desde entonces las ventas se cuadruplicaron, con nuevos planes de crecimiento. Hoy Monti tiene más de 100 empleados, una segunda franquicia en Agronomía, y dos más por abrir (una en Barrio Norte, otra en Caballito).

Más allá del consabido volcán, el menú de esta casa suma platos como el Batata Supremo, unos ravioles de batata caramelizada con crema, champiñones, cherry, panceta y pollo ($5900); la Mac & Mila, una milanesa coronada con macarones y cheddar, acompañada de papas fritas ($5500); y la Not Mila, una milanesa vegana con ñoquis y tuco ($5300). Todos los platos son generosos y contundentes, elaborados y diseñados al modo porteño de pensar las pastas. 

Un lugar popular, donde ir con amigos y llenar la panza.

Monti queda en Av. Boedo 797 y sucursales. Horario de atención: lunes a domingo de 10 a 23:50. Instagram: @monti.arg.