Un grupo de jueces y juezas especializados en el proceso de adopción en todo el país emplean estrategias creativas al momento de comunicarle a infancias y adolescencias que, finalmente, hay una familia para ellos.
Desde la decoración y los juguetes en los juzgados hasta cuentos en los que los chicos y chicas son los protagonistas de su propia historia, se trata de cuidar los detalles en relación una experiencia de la sentencia de adopción para que sea muy distinta a lo habitual; es decir, más cercana y amena.
"Somos parte de un movimiento que empezó de modo espontáneo para aplicar una comunicación clara en nuestras resoluciones. Así, jueces y juezas creemos que es una manera de acercarnos al verdadero destinatario de nuestras resoluciones que son las niñas, niños y adolescentes", explica Claudio Mazuqui, juez de Niñez en la localidad cordobesa de Huinca Renancó.
El año pasado, el letrado le informó a una niña de 7 años que ya era parte de una familia mediante un cuento que incluyó una puesta de escena en el pueblo donde ella vive y contó con la ayuda de una profesora de educación física vestida de Minnie Mouse, personaje favorito de la nena.
Recientemente, el magistrado también se disfrazó de cartero, se subió a una bicicleta y fue a la casa de una niña de 6 años para entregare el DNI con su nueva identidad en forma de regalo. "No romantizamos situaciones, buscamos que ese minuto en la vida de esas niñas y niñoss sea diferente", aclara Mazuqui.
También apunta que en estas circunstancias "jueces y juezas que intervenimos en cuestiones de niñez y adolescencia tenemos que utilizar nuestra inteligencia -no artificial- y la empatía para que se entiendan nuestras sentencias en cada caso particular".
Nico, un adolescente tucumano, esperaba la sentencia de adopción hace tiempo. Le encantaba jugar al fútbol pero en su camiseta había un apellido que no lo representaba. "Nico me decía: 'Arreglame los papeles'. A cualquiera puede parecerle algo menor, pero para él es súper importante, tiene que ver con su identidad", señala Mariana Rey Galindo, titular del Juzgado de Familia y Sucesiones de la primera nominación del Centro Judicial de Monteros de Tucumán.
En esta línea, la magistrada añade: "Adaptamos el lenguaje judicial para transmitirlo de manera clara, lo mismo que el acceso al proceso judicial. No se trata solamente de una perspectiva de infancia, sino que esto tiene que ver con todo lo que es el respeto a las directrices internacionales para cuando un niño tiene contacto con el escenario judicial".
En la provincia de Corrientes había una niña que no creía en la navidad. Ana, de 8 años, se lo repetía cada vez que lo veía al juez de Familia, Niñez y Adolescencia N°5, Edgardo Frutos, que siguió el proceso de la nena con su paso por instituciones primero y con una familia en guarda después hasta que se definió la adopción.
"Le escribí un cuento para notificarle que ya terminaba el proceso de adopción. La protagonista del cuento es Ana y había personajes que tienen que ver con su historia, con sus familia biológica, con su provincia", cuenta el letrado, y destaca que "en una adopción no es que empieza una vida, es una vuelta de página".
En esa historia, él dejó plasmado el número de legajo y el teléfono del juzgado para que la nena tenga toda la información disponible sobre su identidad y para que llame en caso de necesitar acompañamiento. "Es importante que sepan que cuentan con nosotros y que no sufrirán otro abandono", resalta Frutos. Además, indica que el lenguaje claro "no se limita solamente a una forma de redactar, de escribir, de comunicación sino también a una acción que acompañe esa comunicación".
En el Juzgado de Familia N°5 de La Matanza, en el conurbano bonaerense, la jueza Maite Herran y su equipo incorporaron "el unicornio de la sonrisa" en sus notificaciones relacionadas con casos de adopciones.
"Los chicos y chicas vienen al juzgado y ya eso es de mínima una situación rara, bastante incómoda, que genera mucho nerviosismo". Por eso "con el equipo tratamos de buscar herramientas que les faciliten estas cuestiones", cuenta la magistrada.
El 'unicornio' fue una idea de una niña a quien la jueza convocó para saber cómo iba todo con su nueva familia. "Yo estoy bien, muy feliz, quiero dejarte este que es mi unicornio de las sonrisas que siempre me acompañó cuando estaba triste, para que si viene acá otro nene triste o con miedo se lo puedas dar y se sienta mejor", fue el mensaje de la nena.
Herran destaca que "todas las profesiones tienen sus lenguajes técnicos y no digo que las sentencias no tengan que estar fundamentadas, todo lo contrario, es muy difícil hacer una sentencia fundamentada. Pero a la vez, debe ser clara y entendible para los ciudadanos y ciudadanas".
"Necesitamos seguir simplificando el acceso a la justicia, tener "anteojos de infancia" y perspectiva de género. Y de esa manera, estar siempre muy cercanos a los ciudadanos y ciudadanas que tanto nos necesitan cuando vienen a buscar una respuesta en la justicia de familia", aporta la jueza Herran.
Todos los jueces coinciden, además, en la importancia de adoptar niñas y niños grandes. "Difundir estas iniciativas que propiciamos colaboran a romper con tabúes sobre la burocracia. Lo vemos estadísticamente, ya que en los últimos tiempos se está ampliando el rango de edad a mayores de cinco años en los procesos de adopción", concluye Mazuqui.