El Chat GPT, creación del laboratorio estadounidense Open AI fundado por Elon Musk y Sam Altman, exhibió un crecimiento mundial vertiginoso a partir de noviembre de 2022. Tanto, que seis meses después -- incluso quienes lo impulsaban-- decidieron firmar una carta para frenar su avance porque gracias a sus potencialidades el fenómeno podía salirse de control.
Sin embargo, todo fue una pantalla: a fines de 2023, lejos de aminorar la marcha, Altman redobló la apuesta con proyectos ligados a la Inteligencia Artificial y el tecnocontrol. Una de las iniciativas insignias es Worldcoin, una criptomoneda que busca posicionarse en el mercado y ganar adeptos en Argentina de una manera oscura.
Una bola interplanetaria
Con sonrisas en el rostro y sosteniendo una bola plateada digna de Star Wars, sus empleados hacen base en shoppings, estaciones de tren y plazas de todo el país para ofrecer una suma de dinero virtual equivalente a 60 dólares, a cambio de escanear el iris de las personas que acepten participar. Sí, así como se lee: lo hacen bajo el pretexto de garantizar la realización de transacciones futuras a partir de datos biométricos, bajo la hipótesis de que el día de mañana una imagen creada por una inteligencia artificial podría engañar a los escáneres y perjudicar a los usuarios. Buscan, en teoría, contrarrestar los bots y a las identidades digitales falsas.
La propuesta de Worldcoin consiste en un sistema de identificación único de escaneo ocular; una solución que permitiría, a priori, generar mayores dosis de confianza e identificar a los humanos de carne y hueso en un mundo “cada vez más dominado por la IA”. En criollo: para tener identidad en la plataforma, hay que brindar los datos biométricos, que son traducidos a un código alfanumérico. A la fecha, más de 2.6 millones de individuos repartidos en 120 países ya utilizan el servicio.
El trasfondo
Natalia Zuazo, especialista en política y tecnología, explicó a Página/12: “A diferencia de cualquier contraseña o email, para participar de la plataforma de criptomonedas se solicitan datos biométricos, es decir, datos que las personas no van a poder modificar nunca. A diferencia de cualquier otra operación quirúrgica que causa un cambio en tu cuerpo, con el iris no se puede. Y, además, se trata de información sensible en la medida en que si está en poder de otros, puede llevar a la discriminación”.
En la misma línea, Emmanuel Iarussi, investigador del Conicet en el Laboratorio de IA de la Universidad Torcuato Di Tella, explica : “Los sistemas de reconocimiento de iris se suelen usar en seguridad de aeropuertos y en algunos bancos, pero no están tan masificados como otras tecnologías biométricas. En este caso, la tasa de falsos positivos es muy baja, lo que vuelve muy raro que el sistema identifique erróneamente a una persona”.
Quienes optan por ser parte de la iniciativa se convierten en usuarios de Worldcoin y, a cambio, obtienen como gratificación de bienvenida dinero virtual, un equivalente a 60 dólares. “Se realiza a cambio de criptomonedas e implica el almacenamiento de la información en el servidor de un tercero, que no aclara bajo qué régimen de protección de datos lo gestiona. En el sitio de Worldcoin, si bien afirman que les importa la privacidad, no está clara cuál es la norma que manejan”, dice Zuazo, directora de Salto Agencia.
La lógica piramidal de siempre
Las postas con las bolas plateadas se encuentran en las adyacencias de sitios concurridos como centros comerciales, plazas y estaciones de trenes. El paisaje es calcado en diversos puntos del país: personas de todas las edades hacen fila, se sientan en los cordones de las calles y aguardan a ser escaneados. Buenos Aires, Mendoza, Mar del Plata, Bariloche y Córdoba son algunos de los puntos que destacan en el trayecto. Al quitar la cáscara de todo esto, se puede observar una acción sencilla: una empresa que sustrae la identidad de millones con el objetivo de promover la economía digital y quién sabe qué otras cosas más.
Lo que sorprende es lo aceitado del engranaje, una lógica que parece improvisada pero que está fríamente calculada. Las personas suelen acercarse desde diversos puntos del país y llegan a los centros en donde se realiza el escaneo por recomendación de alguien más. Por lo que se observa, el sistema sigue la lógica de otras estafas piramidales: una vez que la bola plateada escanea el iris, quien recibe el dinero es quien trajo a la persona y no la dueña del ojo escaneado en ese momento. Así se asegura la continuidad de la cadena, en la medida en que la última persona deberá “iniciar” a alguien más si pretende cobrar su parte.
En algunos casos, sin embargo, el procedimiento es más lineal y quien registra sus datos biométricos es quien se marcha con la recompensa. Lo que nadie conoce a ciencia cierta es lo que ocurre después, es decir, el reverso de brindar una información única. Por lo pronto, desde Worldcoin aseguran que sus intenciones son “humanitarias y altruistas”, al aportar todos sus conocimientos para distinguir, a futuro, una imagen humana de otra creada por IA.
Si bien en un comienzo, quienes participan no sienten miedo al imaginar qué hará la compañía con la información colectada, luego sobrevienen las dudas. Pero, como siempre, los quisquillosos son descartados: los presentes que previo al escaneo hacen muchas preguntas no son incluidos en la actividad.
Parece un nuevo capítulo de la serie Black Mirror, pero no: humanos que se agolpan para cobrar dinero virtual y brindan datos de su identidad. Para reforzar el sentido, la actividad parece de otro mundo: una bola plateada (denominada ‘Orb’, por su parecido con un orbe) es sostenida por un miembro de la comunidad Worldcoin y busca captar la retina de los nuevos usuarios. Acomoda el movimiento y ¡zas! se produce el escaneo. Como resultado, se genera algo así como un DNI biométrico: un código que identifica a cada uno en su individualidad.
Prueba de humanidad y controversias
Detrás del aparente altruismo está el interés en gestionar la creación de un nuevo sistema financiero. Las empresas quieren datos porque en la sociedad del conocimiento la información es poder y el poder se materializa en dinero. Proponen el escaneo del iris para hacer lo que se denomina “proof of humanity”, es decir, comprobar que una persona es, efectivamente, el humano que dice ser.
“Desde la compañía aseguran que no almacenan la información, pero es falso. Cómo chequearían, de otra manera, que uno no presenta su iris en dos o más ocasiones distintas si no lo almacenaran. Hay algo que no coincide entre lo que ellos dicen que hacen y lo que finalmente hacen”, observa Zuazo.
“La idea es que uno podría acceder, a través de su iris, a servicios financieros alrededor del mundo. Sería una propuesta de clave universal, en la medida en que uno lo lleva consigo a dónde vaya. Sostienen que es lo que mejor identifica a las personas”, apunta la especialista. Luego completa: “El problema, desde mi perspectiva, es que para asegurar la privacidad habría que descentralizar los sistemas y no centralizarlos en una sola compañía que tenga todos los datos. Esta empresa trabajó muchísimo en Latinoamérica y África, en regiones en donde hay más necesidades económicas y menos barreras legislativas de protección de datos”.
Al respecto, Iarussi comenta: “Si estos datos caen en manos equivocadas, las consecuencias podrían ser graves. Por ejemplo, si la información del iris de una persona se filtra o se roba, esa persona podría quedar vulnerable a formas de identificación falsa o mal uso de sus datos biométricos, sin tener ninguna posibilidad de 'resetear' sus características físicas para arreglarlo. Esto podría llevar a violaciones de seguridad, robo de identidad, o extorsión. También, la captura masiva y global de este tipo de datos genera preocupaciones sobre la vigilancia y el seguimiento indebido, ya que estos datos constituyen virtualmente una forma infalible de identificación”.
El mundo es dominado por multimillonarios con empresas que gestionan ingentes masas de información, clasificada en forma precisa y bien segmentada. La recopilación de datos biométricos arrincona el ejercicio de derechos humanos fundamentales. El asunto en el presente, un escenario dominado por redes sociales, es que las personas revelan su intimidad sin pudor. La privacidad se reconfigura y lo que antes pertenecía al bando de lo privado, hoy es público. Aquí ofrecen 60 dólares, pero bien podría realizarse gratis.
Resistencias en marcha
En países como Francia o Alemania, los gobiernos ofrecen resistencias ante emprendimientos como el propuesto desde Worldcoin, bajo argumentos vinculados a los riesgos que podrían causar a la seguridad pública y a la violación de derechos relacionados con la protección de los datos personales. Las autoridades de Kenia, por su parte, han sido las primeras en intimar a la empresa de Altman, allanando sus instalaciones en el país y suspendiendo el registro de nuevos usuarios.
En Argentina existe la Ley (25.326) de Protección de los Datos Personales. En este caso, si la norma se ejerciera, la compañía estaría obligada a describir los fines para los cuales recolecta los datos y compartir aspectos tales como el plazo de conservación, y condiciones de seguridad y confidencialidad del producto. Asimismo, debería revelar detalles sobre el mínimo de edad establecida como requisito para participar de la actividad y puntualizar la ubicación de los servidores en los que se aloja la información recolectada. En agosto de este año, la Agencia de Acceso a la Información Pública realizó una solicitud de informes a la Fundación Worldcoin relevando algunos de estos ejes.
“Las personas siempre cedemos nuestros datos personales a un tercero. Ese tercero tiene la obligación de administrarlos bajo determinados principios y el cumplimiento de términos y condiciones. Ahora bien, si nosotros los cedemos a una empresa cuyos términos y condiciones ni siquiera conocemos, entonces, no tenemos la chance de reclamarle a nadie si eventualmente en el futuro queremos que nos quiten de esa base. Mi iris podría ser usado para abrir una cuenta en mi nombre y suplantar mi identidad”, proyecta Zuazo.
Tal vez sea momento de abrir los ojos, pero sin prestar el iris.