¿Y si fuera completamente cierto que el salvaje DNU de Milei es una cortina de humo para marcar la cancha, y después negociar la aprobación parlamentaria de los grandes ejes que le importan al grupo de corporaciones en ejercicio del Gobierno?

Esto es especulación e “información” a la vez.

Lo conjetural consiste en que no hay ni podría haber siquiera en off, en el oficialismo, quien reconozca una cosa (¿lógica?) semejante.

El aspecto informativo es que esa hipótesis circula ya ampliamente en cuanto circuito político se chequee, pero es dificultoso expresarla en forma contundente: la exigencia del momento es oponerse a la bestialidad del decreto.

En ambos casos, rige la improbabilidad de poder creer que el Presidente habla “en serio”.

Es decir: en términos políticos, legislativos y constitucionales, de acuerdo con absolutamente todas las opiniones y advertencias trazadas desde las figuras, fuerzas con representación decisiva en el Congreso y especialistas, el anuncio de Milei no tiene ni pies ni cabeza técnica para sostenerse. Fue escrito, a lo burro aunque no pueda creerse, por los grandes bufetes que representan el interés sectorial de los empresarios gobernantes.

Para más temprano o más tarde, la apuesta es que se lo voltearán por vía parlamentaria o judicial. Y eso que todavía no llegamos al núcleo, que es la calle. La clase media que copó esquinas y barrios de Buenos Aires, apenas terminó la cadena nacional de un sujeto muy difícil de describir. La que se agrandó al día siguiente en Rosario y en el conurbano bonaerense. La que intentaron ignorar, asqueante y olímpicamente, esos pusilánimes de los medios no tan hegemónicos. La que reivindica con sus cánticos que “vos sos la dictadura”, para recordar que hay conquistas de una parte significativa del pueblo argentino sin chances de retroceso.

Entonces, la reacción natural, la deducción instintiva, lo que se escucha por todos lados con excepción de los fanáticos de su periodismo servil y del trabajo en las redes comandado por los Iñaki y el Caputo Santiago, es que este tipo no puede estar tan loco. Que un Presidente no puede estar tan loco. O que, si acaso lo estuviere, es inimaginable que también lo estén quienes resolvieron acompañarlo en la faz ejecutiva y comunicacional.

Por tanto, como sería imposible que la capacidad de asombro sea derrotada así, sin más ni más, “tiene que haber otra cosa”. Lo digan o no lo digan, es lo que piensan “todos”. Y es una sospecha perfectamente atendible.

Dejemos de lado -digamos, entiéndase- el Viva la Pepa con los alquileres; la desregulación total de los precios y habilitar la importación y exportación de lo que sea, en los volúmenes que fuesen sin apenas dedicar una línea a garantizar el abastecimiento de la canasta básica de alimentos. No existe hablar de salarios, ni de ingresos, ni de producción. Y no es sorpresivo, pero sí impresionante.

¿A quién puede ocurrírsele que un Presidente, en cadena nacional, avise que libera el mapa de las telecomunicaciones para que ingrese “por ejemplo” Starlink, la compañía de Elon Musk que ofrece servicio de banda ancha satelital? Merece repetirse, porque jamás se vio obscenidad semejante, ni aquí ni en lugar alguno de cualquier tiempo; y es, desde lo simbólico, algo insuperable: un jefe de Estado admitiendo, en mensaje a toda la Nación, que equis medida es para favorecer a una empresa.

¿Cómo asumir que un Presidente considere de necesidad y urgencia que los clubes de fútbol puedan convertirse en sociedades anónimas, y que lo dictamine tras cartón de que los socios del club más popular del país le propinasen una paliza histórica a la pretensión de privatizarlo?

Y el vocero presidencial, quien ya no tiene ni un atisbo de sonrisa lejana y capaz de afirmar que el operativo de seguridad del 20D costó 60 millones de pesos, a cobrarles a los manifestantes, ¿es en serio o se trata de una construcción de inteligencia artificial?

La Comandante Pato, el miércoles que viene, ¿irá a monitorear el dispositivo policíaco en la marcha a Tribunales de la ¿despertada? CGT, las CTA, movimientos sociales y adherentes sueltos, como ya no lo hizo con los espontáneos cortes de las cacerolas extendidas?

De todos modos, cabe reparar en que las “fuerzas del centro” -peronismo de rasgos muy domesticables, radicales, larretismo, gobernadores sólo preocupados por transferencias y fondos coparticipables, etcétera- están concentradas en discutir formas. No el fondo.

Discuten o indican que el problema es el esqueleto jurídico-legislativamente autoritario de Milei. Por lo demás, en alto porcentaje aprueban o aprobarían lo que propone.

Dicho de otra manera: vamos por ahí, pero no me toques el trasero como si pudieras ignorarme de una.

Y resulta, volviendo al nodo de si esta gente que gobierna es o se hace, que parecería, o quiere inferirse, lo segundo. Que necesariamente dan imagen de inconmovibles para luego negociar lo trascendental, y no lo que dicen que es de urgencia. Esa es una de las dos especulaciones.

La restante opción es que no tienen plan B y que, de veras, es esto y nada más. Si no les sale bien, lo habrán intentado y se irán por la puerta grande (???) de las convicciones frustradas debido al influjo de “la casta”, a la que gracias si le tocaron los tostados y las medialunas de Casa de Gobierno.

Podría ser veraz que Milei y su El Jefe son adolescentes políticos, inhábiles para medir consecuencias. Pero sería extravagante que los jefes auténticos; las corpos y sus nombres concretos, de los que este diario y otros pocos medios han dado ya larga cuenta; los experimentados en las lides de que en este país no se pueden avasallar derechos sociales así nomás, no hayan aprendido nada de nada. Vienen del fracaso de Macri, que como líder político de sus intereses se reveló un inútil ¿ma non troppo?

Más bien semejaría que esto es una batalla principal o finalmente cultural, entre la parte de la sociedad dispuesta a que el mercantilismo sea un objetivo supremo y la parte que se reconoce en sus signos históricos, colectivos, combativos.

Adherimos a lo señalado por Jorge Alemán en su columna del viernes, acerca de que “en el tiempo que nos toca vivir ningún Gobierno cae sólo por la movilización popular (…), a la que debe dotarse inevitablemente de organicidad. En distintos lugares del mundo hemos visto cientos de movilizaciones que, después, no tuvieron ninguna traducción política operativa. En ese sentido, ha llegado la hora de ver quién es quién en la Argentina de hoy, y en especial, quiénes le dan la espalda al pueblo emergente”.

Pero, por lo pronto, está la base de que acá no se jode a como venga con estructurar un modelo económico expulsivo a salvo de crisis políticas, como sucede en virtualmente todo el resto de Latinoamérica (y más allá también).

¿O a alguien con honestidad intelectual se le pasa por la cabeza negar el récord mundial de que, a días de asumido un gobierno, haya tanta gente en las calles, en sus actitudes, en sus diálogos, en sus convocatorias, previniendo que ninguna topadora se la llevará por delante sin pagar costos altísimos?

Vamos. Habrá traidores o aguachentos a la primera de cambio, y negociadores de sus privilegios o kiosquitos. Pero, en lo esencial, no son ésos los que salen a fines de diciembre, en la noche entrada, a putear codo con codo. No es demagogia. Es registro objetivo.

Faltará la organicidad, es cierto, porque hay orfandad de dirigentes.

La perspectiva de “techo”, en su sentido de avance hacia una fuerza potente, está muy o bastante lejos. Por ahora se enseñorea el aturdimiento.

La confianza en el piso para resistir y empezar a construir otra cosa, bien que de a poco, queda mucho más cerca.

P/D: Vaya mi renovado agradecimiento a los lectores de Página/12 y a los foristas que, en este año tan intenso y desafiante, volvieron a aportar opiniones y señalamientos que prácticamente nunca dejo de lado (porque sirven hasta algunos trolleos y agresiones, para ratificar diferencias entre quienes de verdad nutren el debate y quienes no tienen más argumentos que la provocación barata). Abrazo inmenso de felicidades y, sé que en nombre de todos, un conmovido recuerdo a la memoria de Mario.