La protesta y las movilizaciones forman parte de un derecho fundamental. Es una manera de operativizar y hacer efectivo el derecho de expresión, y por lo tanto es un componente esencial de la democracia. Sin embargo, los encuadres periodísticos de los medios que ocupan posiciones dominantes y las miradas varían en función de quienes hagan uso del espacio público y de quienes ejerzan sus derechos.

“Caos en el tránsito” es el eje central de las coberturas periodísticas cuando se movilizan los sectores empobrecidos de la sociedad. Con una narrativa que subestima y silencia las voces de los protagonistas mientras que estigmatiza a sus organizaciones: si alquilan un colectivo es cuestionado por los movileros; si tienen un referente, se lo presenta como un puntero que los manipula. Y en los últimos días, si se movilizan en transporte público, se naturaliza que las fuerzas de seguridad los interroguen intentando criminalizar el derecho a la protesta.

Parte del trasfondo de esto son las miradas aporofóbicas presentes en la sociedad, y fortalecidas una y otra vez por el discurso mediático. Que no es otra cosa más que el rechazo y desprecio hacia las personas en situación de pobreza.

Estas miradas conviven con los discursos de la anti política, la cual idealiza la imagen de una sociedad ordenada y sin conflictos. Pero ese ideal es imposible y antidemocrático. Porque en toda la sociedad los conflictos y disensos son inevitables. Son deseables, incluso, porque motorizan cambios.

Sin movilizaciones, sin protestas ni reclamos, no tendríamos derechos laborales, ni voto secreto y universal, ni matrimonio igualitario, ni las mujeres podrían decidir sobre sus cuerpos. Porque los derechos no son dádivas que otorga el Estado, sino conquistas colectivas.

No por nada se trata de un derecho garantizado por la propia Constitución Nacional en su artículo 14°, así como en los tratados internacionales de Derechos Humanos que ha ratificado la República Argentina que poseen jerarquía constitucional.

En la misma línea, el Observatorio de prácticas comunicacionales sobre sindicatos, que funciona en la Defensoría del Público, advirtió oportunamente que en la agenda mediática hay construcciones discursivas negativas de la práctica sindical. En ese sentido, la mitad de las noticias analizadas tenían por eje el impacto que la medida de fuerza tenía en terceras personas, haciendo foco en la demonización de la acción gremial.

Como contrapunto a estos encuadres mediáticos, si quien corta una ruta es “el campo” con grandes tractores y camionetas, o si sectores de clase media avanzan con sus cacerolas marchando por una avenida, el reclamo se vuelve automáticamente legítimo para esos medios de comunicación. Y no solo para los medios: pudo verse el pasado 20 de diciembre, luego de la tan cuestionada manifestación popular, perseguida simbólica y materialmente por el gobierno nacional y desacreditada mediáticamente, que no sucedió lo mismo con el cacerolazo que el mismo día se produjo luego del discurso por cadena nacional del presidente Milei. A poco de finalizado el anuncio de su mega DNU, decenas de miles de personas en todo el país salieron a manifestar su oposición a tal medida, y en la ciudad de Buenos Aires se cortaron al tránsito no pocas calles y avenidas principales, como la del propio Congreso Nacional. Pero el gobierno no salió allí a aplicar su flamante Protocolo “antipiquetes”, ni las coberturas periodísticas lo reclamaron. Quienes se manifestaron eran en su mayoría sectores de clase media, no trabajadores empobrecidos o desocupados.

Una democracia más plena, también requiere una comunicación que ponga en evidencia y cuestione los discursos estigmatizantes y discriminatorios. Una comunicación que contribuya a visibilizar las miradas de los sectores más vulnerabilizados, más precarizados; a los cuales la posibilidad de expresar sus ideas, sus acciones y sus puntos de vista por lo general se les veda.

Como sostuvo Malcolm X, si no estamos prevenidos ante los medios de comunicación, estos nos harán amar al opresor y odiar al oprimido.

* Docente e investigador de la UNComahue. Integrante del Comité Provincial para la Prevención de la Tortura de Neuquén

** Profesor de la UNRN. Integrante del Comité Provincial para la Prevención de la Tortura de Neuquén