"Necesitamos un edificio propio porque en el que estamos no podemos continuar: no hay espacio físico, las aulas son minúsculas, hacinadas, y ni siquiera están insonorizadas", dijeron a Página 12 desde el centro de estudiantes del Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla, que viene llevando adelante un reclamo para tener una sede propia y en condiciones. Se trata del conservatorio con mayor oferta de carreras de la ciudad, y sin embargo debe repartirse entre un edificio compartido con el Conservatorio Astor Piazzolla y otros anexos alquilados por el Gobierno porteño. La comunidad educativa ya localizó un inmueble acorde a sus necesidades y presentó un proyecto de ley para pedir su expropiación.
Pasó por dos casonas de Balvanera y un petit hotel de Montserrat, funcionó más de treinta años en el sexto y séptimo piso del Centro Cultural San Martín, y desde el año 2004 ocupa el tercer piso de la sede que pertenece al Astor Piazzolla, en Gallo y Sarmiento. Fundado en 1919, en sus más de cien años de historia nunca ha tenido sede propia. "La mudanza del conservatorio al edificio que le habían asignado al Piazzolla supuestamente era provisoria, pero desde entonces nos quedamos ahí", lamenta en diálogo con Página 12 Paula Rey, secretaria del centro de estudiantes del Manuel de Falla.
El reclamo del alumnado es histórico, pero este año volvió a tomar fuerza a partir de la organización de la comunidad educativa que llevó incluso a la presentación de un proyecto de ley en la Legislatura porteña. La iniciativa contiene sólo cinco artículos y es concreta: busca que se declare de utilidad pública y sujeto a expropiación al edificio de la calle Teniente General Juan Domingo Perón 3149, frente al Parque de la Estación, barrio de Balvanera, conocido históricamente como Edificio Cervantes. Hasta hace unos años, el GCBA alquilaba el edificio para oficinas propias como la Dirección de Defensa al Consumidor o el Registro Público de Administradores de la Ciudad. Después, el lugar quedó vacío y hoy sus oficinas se ofrecen en el mercado para venta o alquiler.
"El edificio queda muy cerca del conservatorio y cumple con bastantes de los requisitos que necesitamos: tiene estacionamiento, patio, comedor y ascensores, todas cosas que son importantes para una actividad educativa y que no tenemos hoy. Nos serviría porque permitiría tener un mejor funcionamiento propio y también que el Piazzolla tenga el pleno uso de su edificio que hoy le estamos ocupando", subraya Rey en este sentido, y agrega que en la actual sede tampoco tienen biblioteca, algo fundamental para el estudio de teoría musical.
Compartir la sede con otro conservatorio es lo que trae mayores dificultades para los y las alumnas y docentes del Falla. Grafican la situación, por ejemplo, con el caso de la sala de percusión: está ubicada en la planta baja, sector del Piazzolla, y los estudiantes deben esperar a que termine de ser utilizada para poder ocuparla. El escenario lleva, además, a incoherencias administrativas como la partida presupuestaria por la que se arregló el tercer piso del edificio, que fue ejecutada a nombre del Falla aunque ese no sea su edificio definitivo.
"En el que estamos no podemos continuar: no hay espacio físico, las aulas son minúsculas, hacinadas, y ni siquiera están insonorizadas. Eso hace que las clases sean un loquero porque el que toca la trompeta está al lado del que toca la flauta y se hace imposible. A mí me tocó hacer prácticas para diez personas en un aula de dos por dos", sostiene la integrante del centro de estudiantes. Es que el edificio de Gallo y Sarmiento ni siquiera fue pensado para recibir a ese tipo de establecimientos educativos, con las particularidades propias de la práctica musical: se trata de una exfábrica reconvertida, con aulas divididas por durlock y en su mayoría de pequeñas dimensiones.
Según Paz, sólo el De Falla tiene una matrícula actual de alrededor de 3500 estudiantes, ya que es el conservatorio con mayor oferta de carreras: "Entre otras, hay música antigua, musicología, dirección coral, dirección orquestal, composición, música popular argentina más todas las carreras de instrumento", enumera. El centro de estudiantes advierte, a su vez, que el poco espacio destinado al Falla hace que cada año se queden sin lugar muchos y alumnos y alumnas que desean inscribirse.
"Otra razón fundamental por la que necesitamos el edificio propio es para cuidar el patrimonio del conservatorio. En cada mudanza se fueron perdiendo instrumentos y hay otros que pertenecen al conservatorio pero están en otros lugares porque acá no hay donde ponerlos", agrega Paz. Un ejemplo es el piano utilizado en la Usina del Arte, que pertenece al acervo del conservatorio.
Además de las carreras de nivel básico y superior, en el De Falla también funciona el Plan Niños y Niñas, un nivel de cuatro módulos de instrumentos orientado a chicos y chicas de 8 a 13 años. En este sentido, la estudiante del conservatorio asegura que "las instalaciones no están preparadas para la convivencia con niños, ya que comparten los mismos espacios que los adultos, algo que no es para nada aconsejable, por ejemplo, en el uso de los baños". Sin sede central propia, el De Falla funciona con anexos alquilados por el GCBA. Una de ellas está en Suipacha y Corrientes, a más de 25 cuadras de la sede compartida, y los estudiantes tienen que ir de una sede a la otra para poder cursar algunas materias.