Durante la década del 90, integré el equipo de abogados de Gays por los Derechos Civiles, agrupación que integré junto a Carlos Jáuregui y otres querides luchadores. Tiempos de persecuciones y de construcción del incipiente colectivo LGTTBI+, en el que trabajamos con las pocas herramientas legales existentes, para contrarrestar no solo los abusos policiales, sino para crear normativas antidiscriminatorias.
Una noche de un fin de semana, un móvil de la Policía Federal pasa por la esquina de Av. Santa Fe y Av. Pueyrredón (lugar de clase media de CABA y levante gay) y se llevan detenido a un compañero gay, a la vista de gran cantidad de gente testigo del hecho. Para quien no lo sabe, los Edictos Policiales funcionaban como mecanismo de control social, policial, y entre otras actividades, atacaban la homosexualidad.
Me tocó al poco tiempo escribir una pequeña nota sobre el caso, y recuerdo que, amén del procedimiento para asistirlo y liberarlo, el que se hizo desde la agrupación, puse en consideración sobre qué pasaba con toda esa gente perteneciente al colectivo gay cis que no hizo nada para impedir, o siquiera denunciar, lo que ya se sabía que se trataba de un atropello inconstitucional.
En los primeros días del mes de noviembre del 2023, la actual Ministra de Relaciones Exteriores, Diana Mondino, en una entrevista televisiva dada al periodista, Luis Novaresio, y ante una pregunta que este le formulara sobre el matrimonio igualitario, compara nuestras familias a un estado de “piojosos”, y advierte que no hay que quejarse de la reacción, si a alguien no le gusta. Una vez más, pasados treinta años del caso anterior, me detengo ante la omisión de reacción y de re-pregunta del periodista (públicamente gay y con familia igualitaria constituida) a lo que a todas luces es un insulto y una amenaza velada. No me interesa el periodista en sí, ni su forma de pensar la política, sino su “no-hacer”, ante dichos claramente violentos.
Se mantiene algo que, ante un gobierno de ultraderecha como el que estamos transitando, es muy peligroso para la Comunidad LGTTBI+: el miedo que debemos vencer. Quienes militamos en los 90, y a quienes hoy nos llaman metafóricamente históricos, lo vencimos con una pequeña y efectiva fórmula: unión y planificación de las acciones contra la violencia hacia nuestra comunidad.
No animarnos hoy a organizarnos y a denunciar las agresiones que sufrimos y sufriremos, no nos va a llevar a vivir a los años 90, como está tan de boga por las redes, sino a volver al pensamiento de 1976. Y esa sí que es otra historia.