Las personas que volvieron a la rutina laboral, después del feriado de Navidad, se encontraron con importantes demoras y largas filas en las paradas de colectivos. Las empresas de transporte redujeron al 50 por ciento la frecuencia del servicio en el AMBA, en reclamo por aumentos en los subsidios y el ajuste de la tarifa acorde a la inflación.
En los alrededores de la estación de Once, cientos de personas ocupaban la calle en filas que llegaban a los doscientos metros de largo, a la espera del transporte para volver a sus casas. “Es una vergüenza, nos terminan jodiendo a nosotros, los que tenemos que venir a laburar todos los días. A la mañana recortaron las líneas y ahora a la tarde también. Yo vengo de González Catán, tengo una hora de viaje y hoy tuvimos que esperar treinta minutos y el colectivo llegó repleto”, reclamó Carla, empleada de un kiosco en Plaza Miserere.
Los efectos luego de la Navidad
La medida comenzó el último fin de semana, pero los usuarios empezaron a sentir los efectos durante este martes con el retorno a la actividad luego de Navidad.
Después de la confirmación de la reducción del servicio de colectivos, el Gobierno Nacional convocó a las cámaras empresarias de Capital y el Conurbano a una reunión el próximo jueves 28 de diciembre. Según lo confirmado por la Asociación Argentina de Empresarios del Transporte Automotor (Aaeta), el encuentro será a las 16 y se intentará destrabar el conflicto.
A las 18:30 del martes, frente a la Estación Once, Nahir esperaba el colectivo en la fila con sus dos hijos: “Acá al 129 lo esperamos siempre media hora o 45 minutos, pero hoy ya va como una hora”, dijo sobre el tiempo de espera, y agregó: “Yo mientras tanto intento entretener a los chicos, porque acá se aburren y la pasan mal”.
Tamara estaba en la fila del colectivo 31: “A la mañana tuve que esperar entre media hora y 40 minutos, porque pasaban poquitos y no paraban porque iban llenos”, dijo mientras jugaba con sus auriculares. “Ahora tengo como tres horas hasta llegar a casa, yo salí a las cinco y a este ritmo voy a llegar cerca de las ocho”, lamentó.
Colectivos muy llenos
La baja circulación de las unidades no solo aumentó el tiempo de espera en las filas: provocó que los colectivos circulen completamente llenos, llegado el nivel en que cerrar las puertas se convertía en un desafío y, en muchos casos, los conductores ni llegaban a detenerse.
Las cámaras de colectivos sostuvieron que la reducción de servicio se debe a que las empresas cuentan con el mismo nivel de subsidios y tarifas desde agosto y septiembre, y no ha sido actualizado. Mientras que el costo del combustible viene en ascenso desde mediados de diciembre. Según indicaron, el costo de transportar a un pasajero es de $800 con tarifa de gasoil incluida. Sin embargo, con el subsidio y el costo de la tarifa, sólo pueden cubrir la mitad.
José Troilo, presidente de la Cámara Empresaria del Autotransporte de Pasajeros (CEAP), declaró que "no es una medida de fuerza" y que la decisión tomada por las compañías "se viene anunciando desde hace muchos días". "Las empresas están haciendo lo que pueden", aseguró. Y agregó que no se puede costear el servicio completo y que el boleto del colectivo debería valer 800 pesos. "Con lo que se recauda de los boletos no alcanza para cubrir los gastos. Los subsidios son el 90 por ciento del ingreso".
Volviendo a la fila de colectivos --línea 98--, Daiana declaró a Página/12: “esto es muy simple, si sacan los planes, la cuestión se soluciona. Los perjudicados somos los trabajadores que aportamos para sostener a los planeros que no laburan y no quieren progresar, porque el que quiere salir adelante lo puede hacer, pero acá acostumbramos a la gente a lo fácil. La solución es sacar los subsidios y mandar a la gente a laburar”.
Más testimonios
Preguntada sobre su situación frente al aumento de las tarifas, Daiana respondió: “Y bueno, si lo suben a 800 pagaría lo mismo de alquiler que para venir a trabajar, porque me tomo dos colectivos de ida y dos de vuelta. Aumenta todo pero nunca aumenta el salario a comparación de los demás precios”.
Las líneas afectadas son unas 377 y representan 18.500 unidades, según confirmaron desde el sector.
Lucas es camillero de ambulancia y toma todos los días dos colectivos y un tren para llegar de Adrogué a Once. Declaró a Página/12 que le “parecen bien los aumentos de tarifa porque las otras provincia están pagando más” y que frente a eso, se “debería equiparar un poco la balanza”. Agregó que si el precio del transporte se va a $800, como advierte la cámara empresarial, “no podría pagarlo y ninguna persona normal podría hacerlo, porque los sueldos siguen fijos”.
“Estoy en contra que aumenten el pasaje”, sumó Tamara, a lo cual aclaró: “Yo me tomo mínimo cuatro colectivos al día, más el subte, sería imposible de pagar”.
Florencia de Castelar comentó lo siguiente al bajarse del 98: “Para mi la quita de subsidios es casi un robo a mano armada. Para los empresarios amigos del gobierno hay beneficios, mientras que a nosotros nos quitan los subsidios, nos aumentan las tarifas y nos congelan el sueldo”, dijo. Y reflexionó: “Creo que en dos meses la gente se va a dar cuenta que realmente no se va a poder movilizar, no va a poder pagar el transporte, ni consumir lo mínimo. Pero ahora me parece que no nos estamos dando cuenta todos de lo que está pasando. Está la idea de que ya estábamos mal, de que el ajuste viene de hace mucho tiempo. Pero no sé si se toma dimensión real de que viajar a capital va a salir 90 lucas cuando vivís en el conurbano y que tu sueldo se va a congelar por 6 meses. Vamos a venir a trabajar por un vuelto. Honestamente no sé cómo va a reaccionar la gente que lo votó. Yo voy a salir a la calle porque no me queda otra, no hay otra manera”.
Informe: Lucía Bernstein Alfonsín