A los 80 años de edad y mientras cumplía una condena a prisión perpetua dictada por la Justicia Federal de Jujuy por los crímenes de lesa humanidad que cometió durante los años de terror en aquella provincia, falleció anteayer el coronel retirado Juan Carlos Jones Tamayo.
Lo despidieron, como era de esperar, sus camaradas de grupos negacionistas como el Centro de Estudios en Historia, Política y Derechos Humanos de Salta, que integraba. "Le tocó vivir en una época desgraciada, donde el héroe era denostado y el patriota perseguido", sostuvo esta organización que desde Salta, de donde era oriundo Jones Tamayo, viene insistiendo en reivindicar a personeros del terrorismo estatal y paraestatal de los años 70 y se opone a la investigación de los actos de terrorismo estatal.
En lo años de terror Jones Tamayo fue jefe de la Central de Inteligencia dependiente del Regimiento de Montaña 20 del Ejército Argentino, con sede en San Salvador de Jujuy, y ha sido señalado por sobrevivientes como uno de los represores con voz de mando en las sesiones de tortura y a la hora de decidir traslados. En diciembre del año pasado el militar fue condenado a prisión perpetua por un combo de delitos: "15 hechos de homicidio agravado por alevosía y el concurso de dos o más personas, allanamiento ilegal agravado (14 hechos), privación ilegítima de la libertad agravada (39 hechos) y tormentos agravados (32)". Tal el perfil del "héroe" reivindicado por el negacionismo.
En su momento, cuando fue requerido para ser investigado por su participación en el plan sistemático de eliminación de personas, Jones Tamayo huyó y se mantuvo en la condición de prófugo hasta el 1 de octubre de 2014, cuando fue identificado en un banco en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y fue capturado por la Policía Federal.
En el proceso de lesa humanidad ventilado en Jujuy el represor rechazó la autoridad de la Justicia civil para enjuiciarlo. Como integrante del Centro de Estudios en Historia solía escribir artículos que se publicaban en la página web de esta organización y otras similares en las que se presentaba como "preso político". En febrero de este año, aniversario del denominado combate de Pueblo Viejo, cuando como parte del Operativo Independencia en Tucumán participó de una patrulla que se enfrentó a integrantes de la Compañía de Monte Ramón Rosa Giménez, del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), reiteró que sufría "el inconstitucional castigo de la prisión".
La cobardía del silencio
Una de las víctimas de la Megacausa Jujuy, en la que Jones Tamayo fue condenado en 2022, era el Luis Ramón Aredez, desaparecido en 1977. El abogado querellante Oscar Rodríguez le recriminó en su alegato que haya guardado silencio sobre el paradero de los restos del médico. Hay seguridad, dijo el abogado, de que "Juan Carlos Jones Tamayo, Juan de la Cruz Kairuz (también condenado en este proceso) y Pedro Tadeo Blaquier tienen la información, que retienen y niegan".
Rodríguez, que representó a la querella de Teresa Adriana Aredez, hija de Luis Aredez, planteó en ese juicio que la desaparición del médico del ingenio Ledesma y ex intendente de Libertador General San Martín fuera calificada como desaparición forzada. "Es un delito de carácter permanente" que "aún hoy se sigue cometiendo", Aredez está desaparecido, sus familiares no tienen información de su destino, mientras que "los aparatos represivos que funcionaron en ese momento, y que todavía funcionan en algunas de sus particularidades, saben donde está", sostuvo. Contó que Adriana Aredez cree que el cuerpo de su padre está en Guerrero, "en el centro clandestino donde habría sido quemado vivo y que al menos uno de los autores sería Jones Tamayo". "Lo que no tengo duda es que Jones Tamayo lo ha de saber, y que toda la inteligencia lo ha de saber", afirmó el abogado.
En ese juicio, contra 20 represores por crímenes en perjuicio de 140 personas, Jones Tamayo pidió a su defensor público, Matías Gutiérrez Perea, que leyera un escrito en el que desconoció "la autoridad de la justicia (civil) para juzgar hechos de guerra (así los llamó)". .
Al detallar su carrera militar, recordó que estuvo destinado al Grupo de Artillería de Montaña 5, Jujuy, de 1972 a 1976 y nuevamente en 1980, “como oficial de operaciones”, y de 1981 a 1983, como segundo jefe. Aunque negó pertenecer a la especialidad inteligencia del Ejército y reiteró que “nunca participó ni ordenó ninguna ejecución de ningún tipo de delito”, él mismo reseñó que en 1974, "siendo jefe de la Batería de Comando de la Unidad 5 fue designado también como oficial de inteligencia de esa unidad”, función que desempeñó también en 1975.