El poder de los centavos 6 puntos
Dumb Money, Estados Unidos, 2023
Dirección: Graig Gillespie
Guion: Lauren Schuker Blum y Rebecca Angelo, basado en un libro de Ben Mezrich
Duración: 105 minutos
Intérpretes: Paul Dano, Pete Davidson, Seth Rogen, Vincent D’Onofrio, Sebastian Stan, America Ferrara, Shailene Woodley, Myha’la.
Estreno: Disponible en Flow, AppleTV, Google Play y otras.
El poder de los centavos es un híbrido en el que el thriller financiero se funde con la comedia, “subgénero” que dio algunos exponentes exitosos. Dentro de él, el nuevo trabajo del director Craig Gillespie se emparienta con La gran apuesta (Adam McKay, 2015), El lobo de Wall Street (Martin Scorsese, 2013) y, claro, la ineludible Wall Street (Oliver Stone, 1987), por mencionar las más reconocidas. Con todas mantiene puntos de contacto. El hecho de basarse en una crisis real y el intento por recrear de forma coral la tensa progresión de los hechos que le dieron forma, en el caso de la primera. La búsqueda por transmitir los picos adrenalínicos que provoca el juego de las apuestas bursátiles, que Scorsese puso en escena con elocuencia. O el recorrido iniciático de un joven analista financiero, “cordero” entre tiburones, que es el núcleo de la película de Stone.
La gran variante que se introduce en El poder de los centavos tiene que ver con el marco tecnológico de la historia. Ambientada en 2021, durante la pandemia, su protagonista es Keith Gill, un influencer financiero que ganó notoriedad a partir de transmisiones en vivo y posteos en redes sociales como Reddit o YouTube. Ahí Gill era conocido por sus nombres de usuario DeepFuckingValue y RoaringKitty. Por esos medios y en menos de un año, Gill llegó a reunir un ejército de pequeños inversores que, a partir de la compra minorista de acciones de una pequeña empresa, lograron importantes beneficios, y pusieron en jaque a casas de bolsa y dueños de grandes fondos.
Director de películas como Cruella, Yo, Tonya o Lars y la chica real, Gillespie reconstruye las diversas situaciones del caso -que motivó una investigación del Congreso de los Estados Unidos-, siempre con la manifiesta intención de moverse sobre ellas con humor y ligereza. Un objetivo que consigue a medias, debido a la naturaleza compleja de los conceptos financieros en los que se sostiene el drama que pone en escena. Por supuesto, ningún espectador terminará de ver la película convertido en un experto en compra-venta de acciones, pero alcanza con comprender superficialmente la lógica del asunto para disfrutar el suspenso que su relato propone.
La película también deja al descubierto que la economía, cuando es llevada a los extremos de la timba, se parece mucho a la ficción. ¿Por qué las acciones de un negocio de venta de videojuegos pueden llegar a valer millones de dólares sin que la empresa haya modificado su constitución patrimonial? Seguro los financistas pueden explicarlo, pero para los no iniciados todo el asunto se parece a una fantasía. Un globo llevado al límite que, cuando revienta, jode a todo el mundo, pero rara vez a quienes lo inflaron. Esta es la historia de una excepción.