Dueño de un prestigio reconocido en todo el mundo, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) nació en 1984 para trabajar en la identificación de los detenidos-desaparecidos de la última dictadura y desde entonces su labor fue requerida en decenas de países. En la actualidad tiene más de sesenta integrantes, que además de antropólogos incluyen médicos, odontólogos forenses, biólogos y genetistas.
El EAAF nació cuando la democracia era incipiente y los crímenes de la dictadura cívico-militar no estaban tan asimilados por la sociedad argentina como en la actualidad. Surgió a partir del asesoramiento del prestigioso antropólogo forense estadounidense Clyde Collins Snow y de Eric Stover -entonces director del Programa Ciencia y Derechos Humanos de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia-, quienes llegaron a la Argentina para realizar los primeros trabajos con profesionales argentinos.
“Cuando me enteré que habían secuestrado y asesinado niños me impresionó. No me acostumbro al asesinato de niños. Hasta el código de conducta de la mafia excluye el ataque a los niños. En las morgues de Buenos Aires, La Plata y Córdoba advertí además la ineficiencia profesional, las excavaciones con palas mecánicas que destruían pruebas. Aquí hay buenos forenses pero faltaba experiencia”, contó Snow en esos años. “Intenté reclutar algunos arqueólogos profesionales pero no obtuve respuesta. Comencé a trabajar entonces con un núcleo de estudiantes que luego formaron el Equipo de Antropología Forense en la exhumación del cuerpo de un desaparecido, como peritos designados por el juez penal de San Isidro Juan Ramos Padilla”, recordó sobre sus inicios.
El EAAF es el primer equipo de antropología forense de América latina que comenzó a buscar la identidad de las personas desaparecidas a través de un método que consistía en la aplicación de técnicas de la arqueología y que se fue mejorando con los nuevos avances de la ciencia: a fines de los ‘80 se produjo un cambio enorme cuando se descubrió que se podía identificar a personas con el ADN de los huesos -la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo fue fundamental desde el inicio- comparándolo con el de familiares directos, algo que hasta entonces sólo podía hacerse con tejido blando. Desde su nacimiento, sus integrantes trabajan excavando la tierra para encontrar la memoria en los huesos y poder darles a los familiares de los desaparecidos la posibilidad de reencontrarse con los restos de sus seres queridos. Una tarea tan científica como humana.
A nivel internacional, el EAAF se volvió mundialmente conocido con la identificación en Bolivia de los restos del comandante Ernesto “Che” Guevara. En sus más de tres décadas de vida trabajó en una treintena de países de Latinoamérica, África, Europa y Asia; en lugares como Bosnia, Angola, Timor Oriental, Polinesia francesa, Croacia, Kurdistán iraquí, Kosovo y Sudáfrica. El Equipo trabajó también en Centro América, en Chile, en Chipre, en el Congo y capacita a profesionales en Vietnam y Tailandia. En países como México el EAAF comenzó a trabajar en distintos casos hace más de una década.
Desde junio último miembros del EAAF convocados por el Comité Internacional de la Cruz Roja participan en las tareas de identificación forense de soldados argentinos caídos en la guerra de Malvinas y sepultados en el cementerio de Darwin. En sus oficinas argentinas, en cajas de archivo, todavía hay setecientas osamentas que esperan recuperar su identidad.
La historia del EAAF fue reseñada en un documental reciente titulado “La memoria de los huesos”, dirigido por Facundo Beraudi, que cuenta la incansable búsqueda de la verdad sobre los desaparecidos. “El trabajo que hace el equipo es dar luz a lo que está oculto, lo que se quiso esconder en ese momento. La finalidad de estas desapariciones y entierros clandestinos era encubrir y esta gente hace todo lo contrario, dan luz, hace 30 años que están destapando todo lo que se quiso tapar intencionalmente”, destacó el director.