“A lo largo de la historia de Mar del Plata, su patrimonio sufrió demoliciones que parecieron terremotos. Esto es un Caballo de Troya: detrás del progreso y el trabajo está la masacre del paisaje urbano, de una parte de nuestra identidad y fuente de turismo. Yo no doy abasto a sacar fotos de todas las casas que van a demoler. Tengo una carpeta con más de cincuenta y ando siempre corriendo”. Quien habla es Gonzalo, un aficionado a la fotografía y la arquitectura marplatense que en plena pandemia creó la cuenta de Instagram “Casas de Mardel”. Lo que comenzó como un pasatiempo dedicado a registrar la belleza patrimonial de la ciudad, rápidamente creció y se profesionalizó. Hoy, los sesenta mil seguidores de su cuenta se reúnen en cada uno de sus posteos para conocer una historia arquitectónica que desaparece más rápido de lo que los disparos de su cámara permiten registrar.
Una arquitectura que enorgullece
Si se hace el ejercicio de cerrar los ojos para imaginar Mar del Plata, la arquitectura pintoresquista de la ciudad aparecerá entre las características indispensables que definen su identidad. Incluso quienes nunca visitaron la localidad bonaerense vieron alguna vez imágenes de esas casas y chalets históricos a través de fotografías caseras, de folletos turísticos o de algunas de las múltiples cuentas creadas en las redes sociales para compartir este patrimonio. Entre ellas, “Casas de Mardel” es la más grande de Instagram.
“Yo intervenía en algunos grupos de Facebook dedicados al patrimonio y lo que veía siempre es que se compartían fotos de casas viejas para despertar un comentario nostálgico del tipo: todo tiempo pasado fue mejor. A mí me parecía que esto no ayudaba mucho con el cuidado del patrimonio, así que durante la pandemia decidí crear mi propia cuenta de Instagram con, desde mi humilde punto de vista, una estética un poco mejorada, más cuidada, que llegara a un público más amplio”, afirma Gonzalo, un vecino de Mar del Plata que a mediados de 2021 comenzó a sacar fotos a las casas. Desde entonces, publica fotografías semanalmente de forma anónima, sin nunca dar su apellido, porque, según afirmó, “no lo hago por mi crecimiento personal, sino por Mar del Plata”.
Con el aumento de público comenzaron a llegar las historias de las casas, a través de los vecinos, de los dueños e, incluso, de los familiares de los arquitectos responsables de muchas de las construcciones históricas. Así, se formó una comunidad que hizo de Casas de Mardel un espacio dedicado a la preservación.
Hace poco, la cuenta tocó su pico máximo: sesenta mil seguidores. En este proceso de crecimiento acelerado, Gonzalo aprendió junto a su comunidad. “Fue todo muy autodidacta. A medida que llegaban historias, tuve que comprar infinidad de libros y leer mucho material. Yo no sabía nada de fotografía y mucho menos de arquitectura o patrimonio. Este pasatiempo no tiene nada que ver con mi actividad profesional, que siempre elijo dejar reservada porque intento que la cuenta no tenga nada que ver conmigo. Esto, como te digo, es para la ciudad”, dice el creador de esta página que dedica días enteros para registrar una casa con la luz y el encuadre que considera perfecto, con las condiciones que, según entiende, le aseguran un público cada vez más amplio.
Registrar la pérdida
Hoy, el objetivo principal de Casas de Mardel se encuentra sintetizado en la frase que firma su perfil: “valorar lo que aún nos queda”. Sin embargo, este enfoque no estuvo siempre tan claro. El punto de quiebre que llevó al creador de esta cuenta a hacerse cargo de la realidad patrimonial de la ciudad tuvo lugar a finales del año pasado: “llegó un punto en el que me empecé a dar cuenta cómo muchas de las casas que había fotografiado estaban siendo demolidas. Pasaba y ya no estaban. También me empezó a llegar información de casas que iban a ser tiradas abajo para que las registre antes de que suceda. Frente a esta realidad, no te podés hacer el tonto. No podía seguir teniendo una cuenta naif con casas lindas de Mar del Plata y nada más”, afirma Gonzalo.
Así, Casas de Mardel comenzó a registrar la pérdida del patrimonio para reflexionar sobre una realidad que, según afirmó su administrador, “es propia de la historia de Mar del Plata. No es un tema de partidos, ni de colores políticos. Desde que llegó la Ruta 2, y la ciudad se masificó, comenzó la demolición de nuestra arquitectura”. Poco a poco, su cuenta se llenó de carteles de “vendido”, de pequeños chalets rodeados por grandes edificios o simplemente de escombros.
Con estas imágenes, su creador no busca intervenir ni detener las demoliciones particulares, sino concientizar sobre la importancia de estos edificios tanto en la identidad marplatense como en su actividad económica. “La historia de estas casas no solo forma parte de nuestra identidad, sino que es la gallina de los huevos de oro para el turismo. El crecimiento inmobiliario se puede hacer más alejado, de forma planificada, respetando el paisaje urbano y los espacios verdes. Pero para esto son necesarias nuevas leyes, más eficientes, que protejan ya no casas individuales sino áreas históricas de la ciudad”, afirmó Gonzalo, que espera que sus imágenes ayuden a valorizar el patrimonio marplatense y a movilizar su defensa.
Casas de Mardel tiene claro que es solo conociendo lo que se pierde que es posible detener este proceso destructivo. Un proceso que, si sigue avanzando como lo hace, en pocos años solo será posible ver estos edificios a través de fotografías o cerrando los ojos para imaginarlos.