Las cacerolas volvieron a sonar en la noche del miércoles, tras conocerse los detalles de la ley ómnibus que el presidente Javier Milei presentó al Congreso y solo horas después de la masiva movilización de la CGT, las CTA y las organizaciones sociales a Tribunales que terminó con represión policial y seis detenidos. En ciudades de todo el país, vecinos y vecinas rechazaron el DNU y el paquete de leyes impulsado por el Gobierno, exigieron la liberación de los manifestantes y respondieron al "no la ven" con el que el jefe de Estado se jacta de aplicar medidas antipopulares. "La re vemos: Paro general", reclamaron. La policía intensificó su presencia para hacer valer el protocolo antipiquete.
Poco después de las 21, la hora señalada en las convocatorias que se hicieron durante los últimos días en grupos de Whatsapp y redes sociales, comenzaron a llegar los primeros manifestantes a cada uno de los puntos. Nuevamente fue el Congreso el epicentro de las protestas, donde personas de todas las edades se manifestaron pacíficamente. Primero ocuparon la senda peatonal de Rivadavia o Entre Ríos, cada vez que el semáforo detenía el tránsito, aunque poco después comenzaron a interrumpir varios carriles. Un fuerte despliegue policial fue la respuesta. Una gran cantidad de efectivos que vigilaban a poca distancia formaron un cordón para evitar el corte total de la avenida y terminaron por cerrar el acceso a la calle a los manifestantes. "Esta es la clase media, los vecinos que nos estamos manifestando", cuestionó una señora; "mirá el ejército que me ponen porque vengo a defender una vida digna", se quejó un jubilado.
En el barrio de Boedo, la esquina de la avenida homónima y San Juan concentró a los vecinos de la zona, que desfilaron frente a los autos por alrededor de una hora. Con carteles como "No al ajuste" y "abajo el DNU", cantaban "Milei basura, vos sos la dictadura" y "la Patria no se vende", mientras golpeaban cacerolas, tapas de ollas, pavas y botellas. Los conductores acompañaban el reclamo desde sus vehículos con bocinazos y sacando los brazos por las ventanillas. Allí también se repitió la forma de la protesta y la presencia policial, con dos patrulleros y una decena de efectivos.
"El DNU es un delirio", sostuvo Clemente, un jubilado que aseguró haber renunciado a la prepaga y no poder pagar las expensas de este mes. "La mayoría de la gente no damos más", aseguró. Con un cartel entre sus manos, Mónica, también jubilada que estuvo más temprano en Tribunales, aseguró: "Estoy totalmente en desacuerdo con el DNU y el ajuste que va contra los trabajadores y a favor de los que se vienen enriqueciendo durante todos estos años". En una esquina, toda una familia caceroleaba, cada uno con su recipiente. "Quiero un país mejor que el que yo tuve en 2001. Lo que estamos viviendo es angustiante, se ve en los precios todos los días, ahora con los despidos. Creo que hay que darle tiempo a la gente que votó a Milei porque en enero van a empezar a venir con nosotros", sostuvo María, madre de dos y enfermera de profesión.
Los cacerolazos se replicaron en todo el país y fueron especialmente convocantes en ciudades como La Plata, Tandil y Villa María en Córdoba. Incluso en Olivos, donde manifestantes llevaron el ruidazo a la puerta de la quinta presidencial.
Informe: Diego Castro Romero.