El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y una comitiva de funcionarios estadounidenses encabezada por el secretario de Estado, Antony Blinken, se reunieron este miércoles para abordar el repunte del flujo migratorio, mientras una caravana de miles de migrantes atraviesa el territorio mexicano rumbo a EE.UU..
La cita se dio en medio del hermetismo, puesto que fuentes consultadas por la agencia de noticias EFE aseguraron que no iba a haber mensajes públicos por parte de ninguno de los funcionarios, a diferencia de otras visitas estadounidenses donde hay declaraciones a la prensa y eventos públicos o, al menos, transmisiones de los mensajes iniciales del encuentro.
Del lado méxicano, además del presidente participaron el secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval; el de Marina, Rafael Ojeda Durán; la de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez; la de Gobernación, Luisa María Alcalde, y el embajador de México en Estados Unidos, Esteban Moctezuma. Además de Blinken, la delegación norteamericana estuvo representada por el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas; la asesora presidencial de Seguridad Nacional, Elizabeth Sherwood-Randall, y el embajador estadounidense en México, Ken Salazar, entre otros.
Atender las causas
Previamente durante su conferencia de prensa matutina, el presidente López Obrador rechazó que el encuentro fuera para imponer mayores controles migratorios y que el Congreso estadounidense debería invertir en atender las causas de la migración, en lugar de construir muros, aunque valoró positivamente la política migratoria del Gobierno de Joe Biden por ofrecer visas de trabajo. "Ellos saben muy bien cuáles son nuestras propuestas, siempre hemos hablado de que hay que atender las causas, que lo ideal es que se ayude a los países pobres", subrayó. "Lo que se tiene que buscar es que la gente pueda tener trabajo, ingreso, ser feliz donde nació, donde están sus familiares. Eso es lo ideal", defendió.
También advirtió a su vecino del norte de las malas consecuencias que tiene usar esta crisis con fines electoralistas a un año de celebrar elecciones presidenciales. "Allá hay elecciones, y como en todos lados se utiliza el tema migratorio. Tenemos que evitar que se ponga en riesgo a la gente, porque son travesías muy peligrosas: hay traficantes de personas y también organizaciones alentadas con ese propósito", sostuvo López Obrador, quien criticó en reiteradas ocasiones algunas de las políticas de inmigración que pusieron en marcha estados gobernados por los republicanos.
Justamente Trump, favorito a la nominación republicana para enfrentarse al presidente Joe Biden en las próximas elecciones de noviembre de 2024, hace campaña con un mensaje antiinmigración, al acusar a los extranjeros de "envenenar la sangre" del país, palabras propias de Hitler, según señalan sus críticos. En tanto, sus aliados se niegan a apoyar en el Congreso un nuevo paquete de ayuda financiera a Ucrania en su guerra contra Rusia si no se toman medidas para frenar la migración.
La crisis migratoria
La reunión, convocada de forma urgente en el Palacio Nacional, se da en medio del avance de una caravana de miles de migrantes de una veintena de nacionalidades desde la frontera sur de México, donde piden a ambos Gobiernos que acuerden medidas para permitir su tránsito. Comenzaron su caminata desde la ciudad fronteriza de Tapachula, en el sureño estado mexicano de Chiapas, la madrugada del domingo bajo el nombre de "Éxodo de la pobreza", según una pancarta que portaba la vanguardia de la marcha.
Este diciembre se registraron cifras históricas de personas que buscan entrar a Estados Unidos a través de la frontera con México, donde la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza estadounidense (CBP, en inglés) confirmó el martes la llegada de más de 2,2 millones de migrantes de enero a noviembre. Gran parte de ellos proceden de Centroamérica, aunque en los últimos meses aumentó el número de venezolanos y haitianos, que huyen de la pobreza y la violencia que asolan sus países.
En este marco, la semana pasada Estados Unidos cerró durante cinco días los cruces fronterizos de ferrocarriles de Eagle Pass (Texas) con Piedras Negras (Coahuila) y de El Paso (Texas) con Ciudad Juárez (Chihuahua), además de los pasos de vehículos y personas en Lukesville (Arizona) y San Ysidro (California). La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, en inglés) justificó la medida porque tuvo que destinar su personal en esos puntos al procesamiento de migrantes, mientras que las patronales mexicanas denunciaron pérdidas millonarias en el comercio bilateral.