A dos semanas de su asunción a la presidencia, Javier Milei designó a Daniel Salamone al frente del Conicet. El veterinario y biotecnológico es uno de los máximos referentes en clonación que tiene el país. De hecho, conoció al libertario cuando este manifestó el interés en clonar a sus perros. El investigador tendrá un desafío mayúsculo al interior del organismo más importante en materia de ciencia y tecnología: evitar la sangría de jóvenes científicos que, ante la falta de oportunidades en el territorio local, probablemente busquen opciones en el exterior. Mientras tanto, la fórmula “No hay plata” que se esgrime desde el Ejecutivo ya permea en todos los estamentos del gobierno.
De acuerdo a la designación publicada en el boletín oficial de este jueves, Salamone reemplazará a Ana Franchi, que se desempeñó en el cargo durante la gestión de Alberto Fernández. Deberá articular con Alejandro Cosentino, el secretario de Innovación, Ciencia y Tecnología que proviene del mundo de las finanzas y que sucederá a Daniel Filmus. Juntos tendrán la misión de imprimirle una perspectiva que pondrá el ojo en el capital privado e incentivará a los científicos a volverse emprendedores, es decir, los propios vendedores de sus ideas. En definitiva, no solo deberán preocuparse por hacer ciencia de calidad, sino que también tendrán que lograr que sus avances y desarrollos en los más diversos campos sean rentables.
De acuerdo a lo dispuesto en la última semana, el Conicet –al igual que universidades nacionales y el resto de la administración pública– dispondrá del presupuesto de 2023 en 2024. En efecto, si se tiene en cuenta la inflación estimada anual (podría ser del orden del 300 por ciento), los fondos solo alcanzarían para un puñado de meses. Asimismo, el veterinario tendrá que garantizar el reconocimiento de los derechos laborales de los becarios, los próximos ingresos a la carrera y conseguir refuerzos y partidas extra. De acuerdo al último relevamiento realizado, en el Consejo hay 11.854 investigadores e investigadoras de Carrera, 11.464 becarios y becarias (no se consideran “empleados” sino que reciben “un estipendio”), 2992 miembros que se desempeñan como personal de apoyo y 1499 administrativos.
Salamone no cuenta con experiencia en gestión, pero sí una larga carrera como científico. De hecho, tenía jerarquía de investigador Principal y, entre otros galardones, obtuvo el Premio Konex en el campo de la Biotecnología. Graduado como médico veterinario en la UBA, realizó estudios de posgrado en Japón, Canadá y Estados Unidos, y siguió muy de cerca la emblemática clonación de la oveja Dolly en 1996. A partir de su experiencia, formó parte del equipo que produjo el primer ternero de fecundación in vitro de Argentina; mientras que en Sudamérica fue uno de los responsables del primer bovino clonado y transgénico, y participó de procesos similares con equinos.
Un recorte de prestigio
En septiembre de 2023, según el ranking Scimago, el Conicet fue seleccionada como la institución gubernamental de ciencia más importante de Latinoamérica. La contradicción está servida: ¿de qué manera se justificará el ajuste en una de las instituciones más prestigiosas de la región?
La respuesta no está clara, pero de algo se puede estar seguros: los reconocimientos no se condicen con las campañas mediáticas que, habitualmente, orquestan las gestiones de derecha toda vez que buscan un pretexto para el recorte del sector; así como tampoco con la estrategia digital que se replica con agresividad en las redes sociales. De hecho, esta semana “Conicet” volvió a ser tendencia y en muchos casos se reeditaron las burlas, las acusaciones, los insultos y los escraches a las investigaciones que realizan algunos de sus miembros.
Frente a esta situación, Salamone deberá tener buena cintura para establecer canales de diálogo con una comunidad científica que en los últimos años ha sabido organizarse y movilizarse frente a gobiernos neoliberales como el de Mauricio Macri, que despreciaba la producción del conocimiento científico autóctono.
Durante la campaña, Milei había anunciado que privatizaría el Conicet; incluso, previo al balotaje, el diputado Bertie Benegas Lynch había redoblado la apuesta y deslizado la posibilidad de cerrar la institución. Aunque las amenazas no se cumplieron y, según parece, no se cumplirán a futuro -–de lo contrario no tendría mucho sentido la designación de un presidente a cargo–- la falta de fondos podría terminar rápidamente con las expectativas de los más jóvenes. Si se congelan las becas y los ingresos a carrera, personas que se formaron en universidades públicas en grado y posgrado durante 10-15 años al máximo nivel, podrían quedar sin trabajo y buscar opciones en el exterior. Una nueva fuga de cerebros está en marcha.
En los meses que siguen, será clave analizar cómo se defienden leyes fundamentales sancionadas durante el gobierno de Alberto Fernández. La referencia es para la Ley de financiamiento del sector, que asegura el incremento del porcentaje del PBI anualmente hasta llegar al 1 por ciento hacia 2032; y, por otra parte, la norma vinculada al Plan 2030 (debatido ampliamente en múltiples sectores de la sociedad) que establece las líneas estratégicas y prioridades a impulsar. Las perspectivas no son las mejores, pero la lucha recién comienza.