Con el proyecto de "Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos" enviado al Congreso de la Nación, el presidente Javier Milei propone la despenalización de lo que actualmente es un delito: la reventa de entradas.
Así, uno de los tópicos de la denominada e impopular Ley Omnibus pergeñado desde el Poder Ejecutivo permitirá la reventa de entradas deportivas "sin límite de las veces que pueda realizarse dicha operación".
Cabe destacar que, en la actualidad, las penas establecidas por revender localidades van de una sanción económica que llega a los $30.000 o dos días de arresto.
El texto pretende modificar la Ley 23.184 de Espectáculos Deportivos y el artículo 48 que, además, establece que "el encargado de ventas de entradas no podrá imponer restricciones a dicha reventa".
Precisamente en el capítulo que habla de "desregulación económica", el artículo 48 bis puntualiza que "en los casos de entradas nominativas el encargado de venta de entradas deberá permitir la reventa a través de un mecanismo electrónico".
Además remarca que "para las ventas a través de dicho sistema las entidades deportivas podrán cobrar una comisión que no supere el 5% del precio acordado, pero no podrán limitar sus precios", según establece la normativa presentada y que debe ser aprobada por el Parlamento.
De esta forma, más allá de habilitar la reventa entre particulares, la ley también abrirá la puerta para que los mismos clubes participen de la operación, tal como sucede, por ejemplo, en la Major League Soccer de los Estados Unidos -donde en Inter Miami brilla Lionel Messi-, a partir de las grandes ticketeras o de las propias franquicias.
En Europa, asimismo, el Real Madrid gestiona la reventa de accesos a través de su plataforma, y algo similar sucede con otras instituciones o ligas.
Pero en Argentina, la promulgación de la ley de marras hará que, por caso, ir a ver a la Selección sea un espectáculo pensado únicamente para un sector elitista, por el elevadísimo costo que podrían alcanzar los tickets.
Esto traería aparejada la consecuencia de que, para la inmensa mayoría, la posibilidad de ir a la cancha a ver al seleccionado de Lionel Scaloni sea poco menos que una entelequia. Sólo quedaría el consuelo de ver al último campeón del mundo en vivo desde la TV. Por ahora.
Claro que no sucede lo mismo a nivel clubes, porque River y Boca casi no venden entradas: directamente van a manos de la numerosa masa de sus socios respectivos. Y para los demás, la reventa no llega a ser negocio.
Por último, si bien en el proyecto de ley se asegura que la reventa oficial garantizará que la entrada sea original, también podría encarecer la puja ante la certeza de que, a la sazón, no se trata de un producto apócrifo, por lo que dejaría en un segundo plano a los sitios alternativos. Business are business. Los poderosos, como siempre, ya se relamen. Y no dejan de frotarse las manos.