Un fantasma recorre el fútbol argentino. Como un espectro dentro de una lógica futbolera que no las quiere y aún resiste, la idea de que los clubes puedan convertirse en Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) vuela desde que el DNU 70/2023 les abrió la puerta en su artículo 334.
No pasó ni una semana para que ese fantasma tan rechazado por la mayoría de los hinchas -el espaldarazo a Juan Román Riquelme versus Mauricio Macri en las recientes elecciones en Boca es muestra y símbolo de ello- tomara alguna forma más concreta que la espectral: Chelsea, según afirmó el propio presidente Javier Milei, estaría interesado en invertir en el fútbol argentino. El gigante inglés, para ser más específica, estaría saboreando con placer la posibilidad de comprar a un club de los nuestros, ahora que eso -los clubes como mercancías en todo su esplendor- está permitido.
“Ni bien salió el decreto, Chelsea se vio interesado en invertir en la Argentina”, arrancó Milei en una entrevista cedida a Luis Majul. “Hay muchos clubes de fútbol internacionales que quieren hacerlo, porque no hace falta decir que este país es una cuna de cracks -explicó-. Hay un montón de negocios para hacer con el caso argentino”. Y remató, en relación al grupo comercial BlueCo, dueño del poderoso equipo inglés: “Podrían estar presentándose en un lapso muy corto de tiempo inversiones por más de 1000 millones de dólares”.
¿De qué se trataría la iniciativa del Chelsea? En principio, vale aclarar que no es una novedad: se trata del proyecto multiclub que el grupo comercial BlueCo inició desde su llegada al Chelsea el 30 de mayo del año pasado. Pero empecemos por el principio: tras la salida del magnate ruso Roman Abramovich -forzado a vender la institución en 2022 a partir del conflicto entre Rusia y Ucrania-, una inversión récord compró al Chelsea por 5.300 millones de dólares (en efectivo, según Forbes). Se trataba del consorcio de inversión BlueCo, creado para llevar adelante esta operación comercial (de ahí su nombre) y liderado por el estadounidense Todd Boehly y la firma privada californiana Clearlake Capital.
Boehly, sus millones y el deporte
Nacido en Maryland el 20 de septiembre de 1973, Boehly estudió Administración de Empresas y desde hace ya diez años puso su mirada en el deporte como negocio. En 2012 compró acciones para volverse copropietario del equipo de béisbol Los Angeles Dodgers y en 2013 condujo un acuerdo para crear una red regional que transmita los partidos y todo lo que se relacione con la franquicia. Desde su desembarco, el equipo angelino tuvo tres participaciones en la Serie Mundial y conquistó el título de la MLB en 2020. Y si bien sus pasos en el béisbol fueron los primeros que dio en el mundo del deporte, luego desembarcó en la NBA en Los Angeles Lakers, del cual hoy es dueño del 27% de su paquete accionario. Una década después de su ingreso en el mundo deportivo, su fortuna -valuada por Forbes en 6,1 mil millones de dólares- parece agradecerle.
Más allá del deporte, hay todo un mundo para los negocios de Boehly. En 2015, el estadounidense fundó su propia sociedad privada para invertir en industrias, llamada Eldridge, con sede en Connecticut y oficinas en Nueva York, Londres y Beverly Hills. Si bien los seguros de vida, los medios y el sector inmobiliario son algunos de las industrias en las que invirtió, según un perfil de Forbes sobre el millonario la mayor parte de su fortuna proviene de la tecnología y los deportes.
Su pasión por los deportes, o por el dinero (o por ambas), lo llevó luego lejos de tierras angelinas. Sin embargo, su primera temporada en el Chelsea pareció dejar en claro que la plata no lo puede todo: desde que llegó, el magnate y presidente de la institución quebró todos los récords con su billetera -gastó más de 600 millones de dólares en compras-, contrató a cuatro técnicos distintos -entre ellos, despidió al alemán Thomas Tuchel, que sacó al equipo campeón de la Champions y del mundo en 2021- y terminó en el puesto 12 de la Premier League en esa temporada estreno. Ver al Chelsea en la mitad baja de la tabla era algo que no ocurría desde la 1995-1996, tiempos en los que Boehly egresaba del College of William & Mary con un título en Administración de Empresas. Quedados, los hinchas aún recuerdan los 21 títulos que la era Abramovich les legó en 19 años, convirtiéndolos en una súper potencia europea. Y es que con la salida del ruso, también partió Marina Granovskaia, la arquitecta de los mejores aciertos de los de Stamford Bridge.
Como conductor, Boehly se mueve sobre una frontera muy delgada entre lo pasional y el parecer un completo outsider a las lógicas del fútbol. Así se lo vio cuando vaticinó en la previa un 3-0 sobre el Real Madrid que luego fue derrota por los cuartos de la Champions League. O cuando, solo tres días después, entró desencajado al vestuario tras una dura caída ante el Brighton y le dijo al plantel lo “vergonzosa” que era la situación del Chelsea.
Inversiones y multipropiedad
Y sin embargo, hay racionalidad y una planificación clara en una dimensión de su conducción del Chelsea: su estrategia de inversión. Y no parece casual que sea en esa área donde Boehly se especializa y ha construido toda su fortuna. El plan parece ser no demasiado complejo: inversión de mucho capital + objetivos a largo plazo. Enfatizando en este último punto (sus millonarios contratos a jugadores han llegado hasta los ocho años de duración), quizás alguien debió haberle dicho a Boehly que la paciencia no es muy bienvenida en el mundo del fútbol. Según el estadounidense, la inversión en los deportes profesionales tiene algo de excitante. En una charla organizada por Sportico.com, el chairman del Chelsea aseguró que este universo es distinto a cualquier otro en el mundo de los negocios: supone humildad porque puedes hacer todo bien y aún así fracasar, pero también es emocionante porque nunca hay garantías de nada.
La otra pata de su estrategia es -y aquí nos acercamos otra vez a las Américas- su modelo de multipropiedad en el fútbol. Un proyecto que ya está en marcha, que replica al que ya existe en otros conglomerados futbolísticos y que si en Argentina aún solo amenaza en forma de fantasmas, en el fútbol francés ya es una realidad. El 22 de junio de este año, BlueCo -el consorcio de inversión creado para comprar la institución londinense- adquirió el Racing Club de Estrasburgo que milita en la Ligue 1. Si bien no se conoció el detalle de la adquisición (¿francesa? ¿inglesa? ¿estadounidense?), según The Guardian Chelsea tendría cerca del 100% accionario y habría pagado por él alrededor de 75 millones de euros.
Desde antes aun de la llegada de Boehly, los hinchas del Racing manifestaron su preocupación. Congregados en la Federación de Aficionados del Racing Club de Estrasburgo, le hicieron llegar al presidente de la institución un comunicado con las características del inversor ideal (en la previa de la adquisición), en el que rechazaban -entre otros aspectos- existir “dentro de un conglomerado de equipos pertenecientes a un mismo propietario” y “ser un centro de post-formación o reciclaje para otros clubes”. En octubre de este año, volvieron a enviarle una carta a su presidente en la que recordaban que “la multipropiedad es un peligro para el fútbol” y denunciaban: “la incompetencia que reina en el Chelsea, no la queremos en Estrasburgo”. Más allá del mensaje colectivo, son varios los hinchas que dejan comentarios en las publicaciones de su web de Facebook, uno de los cuales se lamentaba diciendo que “nuestros dirigentes decidieron vendernos a estos inversores para quienes el fútbol es la menor de sus preocupaciones”.
La multipropiedad acecha también a estas tierras. Desde Inglaterra trascendió una información: serían seis los clubes argentinos que estarían bajo la lupa del Chelsea. Banfield, Newell’s, Racing, Lanús, Estudiantes y Boca. Y si bien no fue más que una versión compartida por un famoso youtuber inglés que sigue el día día de los Blues, el eco de lo enunciado llegó para asustar a los hinchas argentinos y motivó una respuesta urgente de algunos de los clubes involucrados.
Los clubes se defienden
Fueron Lanús y Newell's quienes salieron con los tapones de punta contra la posibilidad de una privatización. El club granate explicó: “El Club Atlético Lanús ratifica su postura de acuerdo a lo resuelto en su octogésima quinta Asamblea Anual Ordinaria (1999), donde por unanimidad se cerró definitivamente la puerta a las sociedades anónimas deportivas, siendo la primera entidad del fútbol argentino en pronunciarse abierta y oficialmente en contra de las S.A.D. y reitera enérgica e inquebrantablemente su rechazo a la imposición de las sociedades anónimas en el fútbol argentino. El club es de sus socios y socias”. Y la institución rosarina incluso se refirió directamente al rumor de esta última semana: “Ante las versiones de público conocimiento que han surgido en los últimos días, el Club Atlético Newell's Old Boys reafirma, una vez más, su compromiso histórico como Asociación Civil. La institución es de sus socios y socias, y se posiciona enérgicamente en contra de las Sociedades Anónimas Deportivas en el fútbol argentino”. El propio presidente del club rojinegro, Ignacio Astore, se expresó este jueves en diálogo con La Capital de Rosario: “Nadie habló con nosotros. Estamos en total desacuerdo con ese formato. Nos alineamos al concepto de que el club es de los socios, no de sociedades anónimas. Si llegara una propuesta será descartada por completo”.
Está claro que Boehly tiene una debilidad por el fútbol argentino: fue él quien trajo este año a Enzo Fernández al Chelsea tras pagar 121 millones de euros (y convertir al pase del oriundo de San Martín en la transferencia más cara de un futbolista argentino en la historia) y quien le puso el buzo de los Blues al santafesino Mauricio Pochettino. También parece tener una debilidad por llegar primero: uno de los conglomerados de inversión que dirige, privatizó y compró este año, el de su aniversario ochenta, a la organización sin fines de lucro que organizaba los Golden Globes, los famosos premios del periodismo a la industria cinematográfica y televisiva. Las debilidades de Boehly acechan a los clubes argentinos, quizás los únicos que pueden todavía llamarse clubes en esta historia de terror que sacude a nuestro fútbol desde la asunción del presidente libertario.
Por ahora, los clubes resisten; prueba de ello también fue el triunfo de Riquelme en Boca, hace once días, y la última votación y pronunciamiento unánime de la AFA al respecto, hace un mes. Por ahora, y mal que le pese a Milei, las SAD son solo un fantasma que recorre la Argentina.