Símbolo de resistencia, el teatro cierra el 2023 con realidades heterogéneas: muy buenos números en el circuito comercial, un panorama igualmente auspicioso en el oficial y una situación más compleja en el off. Contra cualquier pronóstico, dada la crisis económica originada por una inflación creciente, las obras comerciales de la Ciudad de Buenos Aires celebraron un récord de espectadores, pero en las salas independientes se mantienen en estado de alerta frente a la crisis.
Las buenas noticias las dio recientemente la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales (AADET). Según su relevamiento, hasta noviembre las cifras de espectadores superaron los 2,8 millones de asistentes, máxima expresión de los últimos siete años e incrementándose en un 44% respecto a 2022. A su vez, la cantidad de público promedio por función fue la más elevada de las últimas cinco temporadas, y superó en un 21% al año pasado. La misma entidad informó que, tomando como parámetro noviembre, se registró un aumento del 26% de los espectadores en comparación con el mismo mes de 2022 y un aumento del 16% en funciones.
Entre los datos más llamativos, resalta el de que el 42% de los asistentes corresponden a 10 espectáculos (de un total de 498 obras), con más de setenta mil espectadores cada uno. Y ese porcentaje se traslada a la recaudación, ya que esas obras abarcan el cincuenta por ciento de la recaudación total.
“Fue un muy buen año, con las mejores cifras de los últimos diez años”, subraya en diálogo con Página/12 Sebastián Blutrach, productor teatral, propietario de El Picadero y presidente de la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales (AADET). “En 2023 hubo más funciones, volvieron musicales de gran formato, y tuvimos no sólo nominalmente más espectadores creciendo aproximadamente un 45% respecto de 2022, sino que además cada función realizada tuvo un 20% más de ocupación. Podríamos decir que a todos nos fue mejor. Y con la vuelta del gran formato, podemos decir que dejamos atrás la pandemia definitivamente”.
Entre esas grandes producciones, el productor menciona tres títulos que pisaron fuerte en la calle Corrientes y que “empujaron las cifras hacia arriba”: el “hito” de la versión teatral de Casados con hijos en el Gran Rex, el musical Matilda, una apuesta personal del productor Carlos Rottemberg, que se vio sobre el mismo escenario, y Tootsie, suceso sobre tablas del Lola Membrives, protagonizado por Nico Vázquez.
Con casi 50 años de experiencia al frente de la producción de obras, Carlos Rottemberg acompaña el balance de su colega: “El 2023 mantuvo el crecimiento desde la pospandemia, demostrando que existen dos Argentinas: por un lado, la de la crisis que conocemos, tanto con números oficiales como a través de lo que es palpable en la vida cotidiana, y por otro lado, la de una porción menor que tiene mucho poder de consumo y que es la que sostiene la actividad nocturna como es la de las artes escénicas. Y no hay duda de que para el circuito de la calle Corrientes tuvo una buena cuota aparte el turismo, sobre todo el de países limítrofes, especialmente de Uruguay, favorecido por el cambio hasta ahora. Incluso han llegado espectadores desde México y Perú”.
La masiva asistencia contrastó notablemente con la delicada situación económica. Pero esa realidad tiene una explicación con múltiples factores para atender, según apunta Blutrach. “Dejar atrás la pandemia marcó nuevos comportamientos de las audiencias, y tanto la música en vivo como el teatro fueron actividades muy deseadas, dada la necesidad de compartir nuevamente con otros la posibilidad de disfrutar de algo único e irrepetible como sólo puede ofrecer un espectáculo en vivo. Como productores, creo que cumplimos los deberes y dimos una oferta diversa y de calidad más allá de las subjetividades. La crisis no fue de consumo, sino que la inflación generó muchas dificultades para ahorrar y comprar bienes durables, y ese resto, según entiendo, la población más pudiente lo volcó principalmente en turismo, cultura y gastronomía”.
En El Picadero, el año abrió con La última sesión de Freud, obra dirigida por Daniel Veronese y en la cual se reconstruyeron los últimos días de vida del padre del psicoanálisis con Luis Machín y Javier Lorenzo. Luego, y como siempre, en clave de comedia, en el Metropolitan debutó Votemos, pieza que expuso las cuestiones de salud mental en la sociedad, con dirección de Daniel Barone y las actuaciones de Gustavo Garzón, Muriel Santa Ana, Carlos Portaluppi, y gran elenco.
Como es habitual, la comedia fue el género preponderante sobre la avenida Corrientes. Entre los estrenos más sobresalientes figuran Coqueluche, la obra que protagonizara Niní Marshall, que volvió a escena bajo el sello de José María Muscari; Antígona en el baño, con Verónica Llinás, Esteban Lamothe y Héctor Díaz; Pasta de estrellas, con Soledad Silveyra, María Merlino, Noralih Gago y Animal humano, notable unipersonal de Jorgelina Aruzzi, dirigida por Guillermo Cacace.
El momento más emotivo vino dado por la despedida de los escenarios de Héctor Alterio. Con 93 años, el gran actor argentino, radicado en España, se presentó en el Teatro Astros con A Buenos Aires, una obra en la que rindió homenaje a su ciudad natal a través de recuerdos personales y de textos de Cátulo Castillo, Astor Piazzolla, Horacio Ferrer, Hamlet Lima Quintana y Eladia Blázquez, entre otros. Pero el fenómeno de la temporada lo aportó el boom de los musicales, con variedad de producciones de gran despliegue como Matilda, Querido Evan, Heathers, Come from away, Shrek, Piaf y el siempre vigente Drácula.
En el circuito oficial se observó una cartelera nutrida con propuestas de calidad. Para el Teatro Nacional Cervantes (TNC), la temporada 2023 marcó el regreso de la actividad plena en todas sus salas, lo que significó dejar atrás las consecuencias de la pandemia, según el informe que elaboró y difundió el propio teatro. Y esa situación se reflejó en cantidad de estrenos y reposiciones y una “caudalosa afluencia de espectadores”. Cada evento se enmarcó en la celebración de los 40 años de democracia en la Argentina, y terminaron de subir a escena los espectáculos que la pandemia dejó pendientes. Por otro lado, 2023 fue un año en el que el teatro nacional pudo expandir sus fronteras con una iniciativa federal como la del programa “TNC Produce en el País”, con el cual se estrenaron siete espectáculos en Córdoba, San Salvador de Jujuy, La Pampa, Mendoza, Corrientes, Santa Fe y Provincia de Buenos Aires.
En cuanto a las temáticas, las mujeres y diversidades tuvieron un lugar privilegiado. En este marco, se destacó el estreno de Los nacimientos, una puesta de Marco Canale y Javier Swedzky que cruzó ficción con formato documental y subió a escena múltiples historias de mujeres del Barrio 31. Y poniendo el foco en la realidad de las personas trans, se realizó el ciclo El hotel es un cuerpo, una serie de tres monólogos ficcionales que narran la experiencia de su paso por El Gondolín, mítico hotel de Villa Crespo y refugio para numerosas chicas trans de diferentes rincones del país. Con las actuaciones de Daniela Ruiz, Payuca y Maiamar Abrodos y la dirección de Ana María Bovo, Felicitas Kamien y Natalia Villamil.
A mediados de año, se vivió uno de los estrenos más convocantes: Salvajada, con dirección de Luis Rivera López, y dramaturgia de Mauricio Kartun, a partir de “Juan Darién”, cuento de Horacio Quiroga. Con una puesta ambiciosa que combinó actores, títeres, objetos, música y coreografías, la obra puso en escena problemáticas como el acoso escolar, la discriminación y la construcción de identidad. También pudo verse Aurora trabaja, de Mariana de la Mata, dirigida por Leonor Manso que invitó a reflexionar, entre otras cosas, acerca de la dependencia de la mujer respecto del poder del salario que detenta el hombre. Y ya en el cierre del año, se presentó Potencia Gutiérrez, escrita y dirigida por Maruja Bustamante, que ofreció una mirada sobre el mundo opresivo y patriarcal desde una perspectiva queer.
Por su parte, el Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA) también se caracterizó por una cartelera con abundantes propuestas para todos los públicos. A comienzo de temporada, se vio Los años, de Mariano Pensotti, una pieza con una ambiciosa escenografía y un abordaje original sobre el paso del tiempo. Y Mariano Tenconi Blanco estrenó Las ciencias naturales, segunda entrega de “La Saga Europea”, una historia desopilante acerca de un naturalista que llega a las pampas en busca de los orígenes del ser humano.
Entre lo más visto, estuvo Lo que el río hace, el multipremiado espectáculo de las hermanas María y Paula Marull que aborda el reencuentro y el redescubrimiento personal a partir de un viaje a un lugar del pasado, donde el río es un personaje más, y que siguió en cartel en el teatro comercial por su gran repercusión de público.
Hubo visitas internacionales. Se destacó la presentación de José Sacristán, quien se puso al frente del unipersonal Señora de rojo sobre fondo gris, basado en la novela homónima de Miguel Delibes, y con el cual ofreció funciones en el Teatro San Martín y sumó una gira por las provincias, para más tarde desembarcar en el Teatro Astros. El reconocido actor español se lució en la interpretación de un pintor en plena crisis creativa tras la muerte de su esposa. Igualmente resonante fue la propuesta de Una noche sin luna, obra inspirada en textos de Federico García Lorca y con autoría de Juan Diego Botto y dirección de Sergio Peris-Mencheta. Con formato de musical, en el Teatro de la Ribera sobresalió Benito de La Boca, una producción que rindió tributo a Benito Quinquela Martín, con dirección de Juan Francisco Dasso y la actuación principal de Roberto Peloni.
Y un momento icónico, sin dudas, se dio en julio, con la reapertura del Teatro Alvear, que volvió a dar sala luego de nueve años de promesas frustradas. Allí pudo verse Edmond, del dramaturgo francés Alexis Michalik, con las actuaciones de Miguel Ángel Rodríguez, Felipe Colombo y Vanesa González.
Siempre dinámico, el circuito independiente es el que suele elevar la vara en materia de contenidos, con propuestas novedosas, disruptivas y políticamente comprometidas. Y el que incluso, en muchos casos, alimenta a los otros circuitos con las reposiciones de sus puestas. Pero, al mismo tiempo, el sector es el que más sufre los embates de cualquier crisis. “Para nosotros este año fue sumamente complejo y bastante complicado”, sintetiza Gonzalo Pérez, presidente de la Asociación Argentina del Teatro Independiente (ARTEI).
“Si bien el público se mantuvo en relación a 2022, y eso significa una recuperación con respecto a la pospandemia, la complejidad viene dada por factores como la concentración de las propuestas y los públicos”, agrega, a la vez que retoma la información difundida por AADET. “El relevamiento que realizaron es bastante explícito en relación al problema de la concentración cuando señalan que hay diez producciones que concentran a la mitad del público. Y eso mismo se está viendo en el circuito independiente y se traduce en un problema para el resto de las salas. En la prepandemia, existía un público más arriesgado que recorría más teatros, y hoy esos mismos espectadores se están enfocando más en determinadas propuestas y teatros. A su vez, también estamos viendo que hay una disminución de proyectos, dado que a las salas llegan menos carpetas”, advierte Pérez.
A esa situación se suma otra más preocupante: la emergencia habitacional de las salas teatrales provocada por el aumento desmedido de los alquileres. Si bien no es una realidad nueva, el problema se agravó en el último tiempo. “Las salas que tienen que pagar un alquiler al final de cada mes no saben si deberán pagarlo en dólares o a qué valores. Y por esta problemática están al borde del cierre salas históricas y emblemáticas”, denuncian desde ARTEI. Un ejemplo reciente es el de la sala El Opalo, ubicada en Junín 380, que anunció su cierre definitivo luego de casi 13 años de actividad.
Aun frente a este contexto, el teatro independiente aportó riqueza a la cartelera. En la sala Caras y Caretas se presentó Los padres terribles, una versión aggiornada del clásico de Jean Cocteau, dirigida por Daniel Veronese, con Luis Ziembrowski, Ana Katz, Sofía Gala Castiglione, Ana Garibaldi y Max Suen. El resultado: una comedia negra acerca de una familia atravesada por el egoísmo, los celos, las infidelidades y la sobreprotección. Y en clave de comedia, la compañía teatral Los Bla Bla ofreció Modelo vivo muerto, una pieza que aborda el género policial desde el humor.
Otra versión libre de un clásico fue la que montó Guillermo Cacace con Gaviota, una de las perlas de la temporada por la originalidad de su puesta, basada en La gaviota de Antón Chéjov. El director montó en su estudio teatral Apacheta una obra distinta a todo, donde desafió las convenciones teatrales con un notable elenco femenino integrado por Paula Fernández Mbarak, Pilar Boyle, Marcela Guerty, Clarisa Korovsky y Romina Padoan.
Los unipersonales tuvieron, como de costumbre, su capítulo destacado. El director Diego Casado Rubio dirigió al talentoso Emiliano Dionisi en La Cápsula, una aproximación poética y profunda acerca de la eutanasia. Y el mismo Dionisi, a su vez, dirigió a Roberto Peloni en El Brote, en una performance que gira en torno a los deseos y las frustraciones y que recibió elogiosas críticas.
La perspectiva de género tuvo su espacio en la agenda. En Suavecita, Camila Peralta encarnó a una madre soltera dispuesta a dar un salto de fe para mantener a su hija, dirigida por Martín Bontempo. Y en Dos veces no muero, la autora y actriz Fernanda García volvió a poner el foco sobre la problemática de los femicidios, con dirección de Daniel Casablanca y Guadalupe Bervih.
La mirada femenina estuvo puesta también en Parlamento, lo nuevo de Piel de Lava, el grupo integrado por Elisa Carricajo, Pilar Gamboa, Valeria Correa y Laura Paredes, creadoras del ya clásico Petróleo. En este caso, el cuarteto creativo encaró una reflexión acerca de las ideas de las nuevas derechas que se instalan en el mundo. Muy oportuno en los tiempos que corren.