En 2023, los premios del Salón Provincial de Artes Plásticas y de Arte Joven del Museo Pettoruti desplegaron un abanico de propuestas estéticas, búsquedas poéticas y espacios de las artes visuales bonaerenses. Estos reconocimientos señalan artistas que se ofrecen al público para ser explorados y que, en sus historias ramificadas, expresan la diversidad cultural de la provincia. En este sentido, dos de las ganadoras de La Plata se unieron en uno de estos espacios. Al recibir su reconocimiento, Regina Igarzabal, premio del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires por el Salón de Artes Plásticas, y Pilar Cuevas, premio del Senado de la Provincia por el Salón de Arte Joven, pertenecen al “Club de la Pintura”, un espacio nuevo que resuena en el barrio El Mondongo de La Plata.

Un lugar de pertenencia

El Club de la Pintura es solo un pequeño local con un gran ventanal que conecta el interior del espacio con los vecinos que circulan por la Avenida 1 bajo el sol del mediodía. Alrededor de una única mesa de madera que organiza el espacio, Victoria Ferlan, Pilar Cuevas, Juan Tellez, María Eugenia Bifaretti, Victoria Macioci y Regina Igarzabal reconstruyen la historia del club, en un diálogo que replica sus encuentros semanales.

“El Club nace en 2022 como un colectivo, sin este espacio. Todos nos conocimos en el taller de Valentina Robles. Nuestra intención fue la de generar un lugar de encuentro para la pintura en La Plata, algo que veíamos ausente. Uno de los orígenes del colectivo fue pensar cómo hacer circular la pintura por otros espacios más allá de museos o galerías. La pintura, en general, se caracteriza por ser algo distante y una tarea individual. Nos interesaba salir de esa lógica”, comienza a contar Ferlan.

Sobre este origen, Bifaretti agrega: “la universidad nos unió. Todos estudiamos ahí y hoy muchos damos clases. La facultad de Bellas Artes de La Plata tiene un lugar central en la generación de estos espacios. A partir de ahí, el propio devenir te agrupa. En la ciudad había Centros Culturales o Galerías, pero ningún colectivo dedicado a la pintura con el objetivo también de alojar talleres”.

A pesar de que su historia sea breve, el grupo la reconstruye con cariño. Desde su creación, el club recibió siempre una respuesta entusiasta del público, que los llevó a inaugurar su local en febrero, donde comenzaron a trabajar en eventos y talleres para los vecinos y vecinas del barrio. Desde entonces, realizaron tres muestras colectivas que se extendieron sobre las calles y recibieron a decenas de interesados en este nuevo espacio.

“La primera vez que nos reunimos, hicimos una convocatoria y vinieron como sesenta personas. Ahí nos dimos cuenta que era un espacio necesario. Varios somos del interior y este es un lugar en el que buscamos formar pertenencia. Los colectivos platenses son muy efímeros. Al ser una ciudad universitaria, muchos espacios se forman y duran pocos años, hasta que la gente se va. Lo lindo de este espacio era formar el lugar de encuentro que todos necesitábamos. Nuestra generación circulaba por los mismos espacios y el Club vino a insertarse en esa red”, afirma Tellez que, además de ser miembro del club, imparte uno de los talleres. “La idea es abrir el espacio a los vecinos y vecinas. Los talleres son para venir y descubrir en el hacer, intercambiar con otros, pensar la práctica”, agrega.

“Podés venir a pintar aunque nunca hayas tocado un pincel. Fue muy lindo ver cómo gente que nunca había pintado encontró un espacio para hacerlo acá”, comenta Igarzabal.

Encontrarse en la pintura

Desde el exterior del local alguien saluda e interrumpe la conversación que se había estancado en los modos de autofinanciarse, un tema que el grupo todavía no puede solucionar. Al espacio entra Lázaro Olier, quien también recibió una mención en el Salón Provincial de Arte Joven 2023 por su pintura “Aire acondicionado” y quien forma parte de la Cooperadora de Poesía del mismo espacio.

La palabra la retoma Cuevas: “en el contexto que estamos viviendo, el tiempo que vamos a atravesar, para lo único que creo que tenemos certezas es que este espacio va a ser de resistencia. El club existe porque lo construimos entre todos. Por más que no tengamos recursos, lo sostiene la amistad. Para mí es algo muy fuerte, es la condición de su existencia”.

Macioci acompaña a Cuevas y concluye: “anoche cerramos la Cooperadora de Poesía y hablábamos con Pili de que en febrero nada de esto existía. Hoy estamos finalizando nuestro primer año y Pili y Regina ganaron el Salón Provincial, se referencian con este espacio, hicimos tres muestras colectivas, recibimos dos becas…Para nosotros es muy impresionante”.

Frente a un futuro incierto, el Club de la Pintura confía en la solidez que le da ser un espacio necesario para una generación que lo sostiene y que le imprimió un sello de identidad: el de ser lugar de pertenencia donde la pintura es una herramienta de expresión descentralizada, al servicio del encuentro comunitario.