“Molinos de Holanda, sobre el infierno / verde, amarillo, sol / Cejas de un loco / cuerpos al viento, cielos en torbellino / Hay pasión, rencor y locura / y una bárbara desolación / Hay amor en sus girasoles / y un deseo de salvación”.

La voz de Rubén Goldín se mece líricamente sobre las estrofas de Girasoles, tema dedicado “por admiración” a Van Gogh y apertura del disco homónimo que presentó en 2019, nominado a los premios Gardel, y que es uno de los más bellos de su carrera. Allí versionó de forma exquisita canciones emblemáticas de la música folklórica argentina como Alma guaraní, Mi pequeño amor, Vidala para mi sombra y La tempranera, incluyendo otros hits latinoamericanos como As Rosas Não Falam, de Cartola. Girasoles abrió un abanico impensado en su horizonte musical, donde se vinculó con artistas de diversos países y fue producido con arreglos sofisticados por Néstor Díaz y Willy Suchar, el legendario argentino que hace más de treinta años vive en Paraguay. Tal es su vigencia que Goldín cantó el tema en los estudios de Lito Vitale para su programa Anfitrión por la tevé pública.

Ahora el cantante rosarino de 68 años se encuentra en un laberinto creativo. Mientras presentó en los últimos meses el espectáculo El maravilloso mundo de los perros con letras de reconocidos autores como Jorge Fandermole, Víctor Heredia, Silvio Rodríguez, Litto Nebbia y Leo Masliah, y tocó como parte de la Trova Rosarina junto a Lito Vitale para conmemorar cuatro décadas de democracia en la Argentina en dos recitales en Buenos Aires y uno en Rosario, sus cincuenta años de trayectoria en los escenarios todavía deben esperar a la presentación de un nuevo disco. Como también la de un poemario, porque Goldín -se encarga de enfatizarlo- no sólo escribe canciones.

 

“Me hicieron un par de arreglos hermosos para esas canciones, pero aún no pudimos grabar. A la vez Willy Suchar quiere intervenir con otra superproducción, grabar en su sello de Paraguay con músicos de Brasil como el batero de Djavan. Y en el medio estoy en esa indecisión, esperando unas últimas letras de amigos músicos”, bromea Goldín por audio de WhatsApp, mientras acompaña a su hijo a tomarse el micro para su viaje de egresados a Bariloche. Uno de esos amigos -confiesa- es León Gieco.