Un repaso sobre el año audiovisual arroja, en primer término, dudas sobre el porvenir. Con el horizonte sombrío que toca, la pregunta está en las maneras con las que financiar. El trabajo audiovisual -cortos, series, largometrajes- necesita de dinero y de una voluntad política; y la continuidad del INCAA y su financiamiento, aun cuando se trate de un ente autárquico, preocupa. En este sentido, los programas locales, a nivel ciudad y provincia, ofrecerían cierto cobijo; insuficiente, pero no dejaría de ser un resguardo. Ahora bien, cómo serán las nuevas ediciones de Plan Fomento, Pulsar, y cuáles los incentivos municipales (como Recurso Puente), es algo que está por verse.
El escenario es un dilema. Más aún cuando la provincia sigue sin una ley de cine, un objetivo que encuentra al sector movilizado; y ésa es una buena señal. Al revés de la mayoría de las provincias, Santa Fe no tiene su propia ley de cine; cuyo funcionamiento daría hoy cierto alivio. Hay que decir que, entre el proyecto de esta ley y las ediciones de Pulsar -el Mercado de Contenidos Audiovisuales organizado por el Ministerio de Cultura- hubo una sinergia bienvenida, en la cual participó activamente la Comisión de Filmaciones Santa Fe. La comprensión necesaria de la tarea audiovisual como un mercado, es algo que sus partícipes comparten, sea desde quienes están formándose como aquellos que ya se desempeñan profesionalmente. La gran incógnita es: si el mercado queda a su libre albedrío, sin ayuda por parte del estado nacional, ¿cómo financiar los proyectos más desvalidos? La provincia podría marcar un sesgo diferencial.
Algunas producciones recientes, con participación rosarina, permiten aclarar estas cuestiones. Una de ellas es la serie El Caso Natalia Fraticelli, con dirección de Federico Rathge (estreno en Canal Encuentro), la otra es Maternidark, serie dirigida por Romina Tamburello (estreno en Cont.ar); ambas, felizmente llegan a su exhibición y fueron posibles gracias al programa Renacer Audiovisual. Otros ejemplos lo constituyen los rodajes recientes de Romeo y Ofelia, de Gustavo Postiglione, con apoyo del INCAA; y de Amor Trava, el documental de Lucrecia Mastrangelo, beneficiado con una Vía Digital del Instituto de Cine. Seguro se escapa otro ejemplo, pero en todo caso, lo que sobresale es la posibilidad de haber llegado justo a tiempo para iniciar la realización. Bien lo señaló Mastrangelo a este cronista, “llegamos justo, antes de que apaguen la luz”.
Lo que sigue es una enumeración tal vez inexacta, pero el propósito está en valorar la tarea de tantos trabajadores y trabajadoras. Es el caso de Matria, de Jimena Chaves, dedicado a las mujeres que perdieron a sus hijos en la guerra de Malvinas, de una cercanía amorosa entre cámara y entrevistadas. En un sentido similar, hay que destacar (este año fue su estreno formal) el documental La casa de los tíos, de Verónica Rossi, dedicado a registrar el reencuentro de Mariano Ravier (compañero de Rossi) con la casa de sus tíos, en Río Ceballos: una casa que guardaba la historia de sus primos, militantes del ERP, asesinados a comienzos de los años ’70. Entre los trabajos de Chaves y Rossi, por su aproximación temática y sensibilidad, bien puede conformarse un díptico dedicado a la memoria.
En un mismo sentido, puede pensarse en Tres Cosas Básicas, donde Francisco Matiozzi Molinas narra el secuestro y la desaparición de los militantes montoneros Tulio “Tucho” Valenzuela y Raquel Negro. Y situar en una misma línea de preocupación ética al documental ¿Dónde está Nora Lagos?, de Judith Battaglia y María Langhi, dedicado a la única directora del diario La Capital, militante peronista tres veces encarcelada. En otro orden, pero de manera atenta con las consecuencias de las políticas neoliberales, en Carteira Assinada (ganador en Plan Fomento) el director Pietro Picolomini registró en 2022 en San Pablo, el derrotero de miles de personas para una entrevista de trabajo. Picolomini las escucha, dialoga, y obtiene historias luminosas de quienes sufrieron los embates del gobierno de Bolsonaro.
Un logro distintivo es el de Arturo Castro Godoy con Rinoceronte, producción santafesina con estreno nacional, en donde el director retrata la historia de un niño en un hogar de tránsito. También llegará a las pantallas grandes del país, parece que en abril próximo, Vera y el placer de los otros, la producción de Pez Cine por la cual Romina Tamburello y Federico Actis obtuvieron el Premio a la Mejor Dirección de la Competencia Argentina en el 38º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. En la misma edición, La mujer hormiga de los santafesinos Adrián Suárez y Betania Cappato, fue premiada por la Asociación de Directores de Cine y Proyecto de Cine Independiente, la fundación Sagai, y la Asociación de Cronistas Cinematográficos de Argentina (ACCA).
Rosario tiene premios nuevos, que entrega la Municipalidad a la tarea artística con el nombre Premios Rosarigasinos: el de Mejor Ficción lo recibió El duelo, el Mejor Documental fue para Locas y viejos de Julia Negri, el Mejor Guion fue para Claudio Perrin, y el premio Trayectoria para Lucrecia Mastrangelo. La ciudad también conmemoró el centenario del nacimiento de Luis Bras, padre fundador de la animación en Rosario. Fue declarado Ciudadano Ilustre post-mortem, en el Cine Lumière hubo homenaje con proyecciones, y se presentó el libro de historietas 4 héroes de la revolución de los dibujitos, dedicado a Bras, Norman McLaren, Víctor Iturralde y José María Beccaría, en el marco de las actividades de la Escuela para Animadores que dirige Pablo Rodríguez Jáuregui, y que depende del Centro Audiovisual Rosario. El Lumière, a propósito, intensificó su tarea cinematográfica con ciclos y programación diversa. Fue una de las sedes del Bafici Rosario, que organiza Calanda Producciones, cuya realización, con una participación de público importante, pone de manifiesto la pregunta sobre por qué Rosario ya no tiene Festival de Cine Latinoamericano. Tal vez se reactive, se verá.
Rosario continúa privilegiada en lo que refiere a salas de cine, por fuera del circuito comercial: Lumière, El Cairo, Cine Club Rosario, El Cineclú; y Arteón, cuya continuidad queda en suspenso. La buena noticia para la sala que dirige Néstor Zapata -quien estrenó también nueva película: Contraolvido, junto a Unicanal (UNR)- es su declaración como Patrimonio Histórico y Cultural por parte del Concejo. En El Cairo tuvieron cabida muchas producciones locales, entre cortos, videoclips, animaciones. Allí presentó su libro El cine como eco: Vaivenes de la lengua en el cine argentino (CICCUS/ENERC, 2022), Fernado Varea, primer premio en la 4ª edición del Concurso Nacional y Federal de Estudios sobre Cine Argentino – Biblioteca ENERC/INCAA.
Por suerte, la literatura cinéfila tiene siempre alguna buena nueva de cuño local, como la apuesta virtual de la señera publicación El Eclipse , y la continuidad de la colección Estación Cine de CGeditorial: Cuerpos, memorias, representaciones. Apuntes sobre el realismo en Carri, Guarini, Martel y Molina , de María Iribarren, fue uno de sus títulos recientes. Y se suma el número 5 de la revista digital Estación Cine , que dirige Marcelo Vieguer, a quien también se debe la edición virtual de Travelling, Revista de Investigación de Artes Audiovisuales con sede en la Escuela Provincial de Cine y Televisión de Rosario; institución que en el año que inicia estará cumpliendo 40 años de actividad.