Construida en 1945 como parte de un proyecto de nuevas viviendas en el barrio Orlando Oeste, de la ciudad de Soweto la modesta estructura ha sido testigo de momentos trascendentes en la vida de Nelson Mandela y su familia desde 1946, hasta los impactantes eventos de 1988, cuando la casa fue consumida por el fuego durante la represión del régimen racista. La Casa Mandela ha sido testigo de la historia sudafricana, no solo por la presencia de su primer dueño, sino porque en esa misma calle vivió también el arzobispo Desmond Tutu. Por la particular característica de ser la única calle del mundo donde vivían dos premios Nobel de la Paz, se ha convertido en un barrio emblemático.
Hace algunos años, el gobierno sudafricano tomó la decisión de cambiar el nombre a la calle donde se encuentra la Casa Mandela, en homenaje al Dr. Vilakazi, un académico y poeta que desempeñó un papel crucial en el desarrollo cultural y lingüístico de Sudáfrica. Además, en el año 1999 la casa recibió el estatus de patrimonio público. Con estas acciones, el Estado buscaba poner en valor un espacio, que ya era considerado emblemático por los sudafricanos, que visitaban la cuadra como un homenaje a ambos líderes de la lucha contra el Apartheid.
A lo largo de los años la Casa Mandela sufrió varias restauraciones. La última de ellas fue en el año 2008, único año donde el museo estuvo cerrado desde el año de su inauguración. Actualmente cuenta con una página web del lugar, donde se pueden realizar algunas recorridas virtuales por el interior de la casa y por la calle donde está emplazada.
Mandela no solo vivió gran parte de su vida en esta casa, sino que siempre se refirió a ella como su lugar en el mundo. En su best seller “El largo camino hacia la libertad” escribió:
“Esa noche regresé con Winnie [su esposa] al número 8115 en Orlando Oeste. Sólo entonces supe en mi corazón que había salido de prisión. Para mí el número 8115 era el punto central de mi mundo, el lugar marcado con una X en mi geografía mental”.
Mandela House continúa siendo un faro de historia sudafricana. En este lugar, las paredes susurran historias de lucha y triunfo, y el viento en Vilakazi Street lleva consigo el eco de un pasado que nunca debe olvidarse. La Casa Mandela trasciende el ser un museo; se convierte en un recordatorio viviente de lo indispensable que es seguir en el camino de la lucha antirracista.