El popurrí de ideas de Javier Milei sobre el Estado chocó a 300 kilómetros por hora contra los clubes de fútbol. Se metió con el sentimiento de sus hinchas, socios y dirigentes que ven la realidad de otro modo. Su populismo de extrema derecha con todos los ingredientes del manual neoliberal en materia económica, se hizo evidente en su proclama a favor de las sociedades anónimas. Con un agregado. Dejó muy expuesta la teoría del ventrílocuo: Mauricio Macri habla a través de él o le hace decir y/o hacer lo que necesita.
El expresidente perdió el primer round por nocaut en las elecciones de Boca. El ídolo Riquelme lo dejó afuera de todo, petrificado, al punto de que ni su sombra se vio por la Bombonera el día de la votación. Solo apareció el libertario para darle su apoyo, pero no alcanzó y se retiró abucheado. El exdirigente quedó muy lejos del 65,3 por ciento ganador con el 34,4 % de la fórmula que completó junto a su histórico empleado Andrés Ibarra.
Esos números no se corresponden con los del presidente más exitoso de la historia boquense, como lo destaca siempre la prensa deportiva amanuense. Son los números de una imagen desgastada, cuya capacidad de daño quedó ahora circunscripta a la Fundación FIFA. Un espacio donde juega de local, pero en el que debe cuidarse de no insinuarse como desestabilizador de la conducción de Claudio Tapia en la AFA.
La propia federación con sede en Zurich y Miami prohíbe de modo expreso la intervención estatal en sus asociaciones afiliadas. Y aunque él no integra de manera formal el gobierno de Milei, le dicta sus coordenadas para el fútbol. Quiere ver a sus clubes transformados en sociedades anónimas para ponerle precio a bienes privados que son de los socios: estadios, gimnasios, piletas, complejos recreativos y hasta colegios. En definitiva, sus tierras.
La presión política se volvió evidente durante la semana que terminó cuando la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, declaró en un medio afín, el canal La Nación +, qué haría con Independiente, el equipo del que dice ser hincha: “Yo estoy bastante triste porque el Chelsea dijo que quería comprar seis clubes y a Independiente no lo puso, lamentablemente”. No lo puso en la lista de instituciones a monetizar, quiso decir.
Ignorante absoluta de la historia de las entidades deportivas, de su modelo asociativo y la formación de pibes que salen de sus divisiones inferiores y nutrieron a la Selección campeona del mundo, Bullrich se preguntó lo inexplicable: “¿Por qué la Argentina no puede hacer lo que hacen otros países que entran 3 mil, 4 mil, 5 mil millones de dólares para generar las mejores escuelas de fútbol del mundo?”. El mismo día y en el mismo canal, el presidente Milei declaró: “Ni bien salió el decreto, Chelsea se vio interesado en invertir en Argentina. Hay muchas inversiones esperando, hay muchos clubes de fútbol internacionales que quieren invertir acá”.
Es coherente. Admira a Margaret Thatcher. Además comparó a la guerra de Malvinas con un partido de fútbol y hasta replicó con un disparate los ataques que recibió por su defensa de la primera ministra británica: “Con ese criterio, cuando Alemania en el '74 le hizo cuatro goles a Argentina, Cruyff la rompió e hizo un desastre, vos tendrías que considerar que es un pésimo jugador”, le argumentó a Sergio Massa durante el debate presidencial en la Facultad de Derecho. El gran futbolista holandés no puede desmentir su grosería. Murió el 24 de marzo de 2016.
Clubes ingleses, capitales de EE.UU
El Chelsea londinense sería comprador según una información difundida por el youtuber británico Felix Johnston vinculado al club. Mencionó a Boca, Racing, Estudiantes, Newell’s, Lanús y Banfield como si estuvieran a la venta gracias al DNU presidencial. La SA que compite en la Premier League le pertenece al consorcio Blue Co, cuya cara visible es el empresario estadounidense Todd Boehly. Tiene además la propiedad del Racing de Estrasburgo de la Ligue 1 francesa.
Boehly es el sucesor del empresario ruso Roman Abramovich, quien se vio obligado a vender el club por la guerra en Ucrania. Sus socios son el estadounidense Mark Walter, el millonario suizo Hansjorg Wyss y el fondo de inversión Clearlake Capital, dueño del 60 por ciento del Chelsea. Uno de sus cofundadores se llama José Feliciano – homónimo del célebre cantante- y es de origen portorriqueño. La modalidad de Clearlake es la compra de empresas quebradas que luego revende con pingues ganancias. Si sus CEOS se salieran con la suya y consiguieran apropiarse de cualquier club argentino endeudado, lo sanearían para después potenciarlo y sacárselo de encima con la diferencia hecha. En la Argentina, aún con el DNU vigente desde el viernes, cualquier potencial inversor tendría serias dificultades para comprar un club.
La comisión directiva de Lanús -mencionado en la lista de Johnston- salió al cruce de inmediato para decir que “ratifica su postura de acuerdo a lo resuelto en su octogésima quinta Asamblea Anual Ordinaria (1999), donde por unanimidad se cerró definitivamente la puerta a las sociedades anónimas deportivas, siendo la primera entidad del fútbol argentino en pronunciarse abierta y oficialmente en contra de las SAD y reitera enérgica e inquebrantablemente su rechazo a la imposición de las sociedades anónimas en el fútbol argentino”.
Todavía no se percibe con nitidez que empresarios o fondos de EE.UU han avanzado como un Pac-man en el mercado del fútbol apropiándose de clubes con gran capacidad de convocatoria en la Premier League: Chelsea, Liverpool, Manchester United, Arsenal, Aston Villa y otros con menos popularidad como Crystal Palace, Brentford, Fulham y Leeds, son patrimonio de capitales estadounidenses en distintas proporciones. Según un informe publicado por la consultora Deloitte, entre 2021 y 2022 los fondos de riesgo invirtieron 90 mil millones de dólares en varios deportes y los derechos de TV. Hacen sinergia con los sistemas de apuestas y obtienen alta y rápida rentabilidad.
La apertura hacia un nuevo régimen de propiedad, no importa el formato que adquiera, optativo o mixto, abre una caja de Pandora en el fútbol argentino. El DNU inconstitucional del gobierno, en el caso de las SAD, pierde de vista un detalle. Los clubes ya son privados, les pertenecen a sus socios. Y Milei utiliza una herramienta creada desde el Estado para intervenir en sus economías y en la forma jurídica que eligieron darse desde hace más de un siglo. No es para favorecer a sus dueños, ni para contribuir a lo que falsamente declama como “respeto irrestricto al proyecto de vida del prójimo”. Al contrario, intenta cambiar de raíz su régimen de propiedad social por otro de matriz mercantilista que solo persigue el lucro como objetivo.
Cuarenta y cinco clubes y la propia AFA, anticipándose a esta política autoritaria que ni siquiera proyectó la dictadura genocida, ya le dijeron que no. Esta historia recién empieza.
Exdirigentes de River denuncian el DNU
Tres socios vitalicios de River y ex dirigentes del club, Daniel Kiper, Horacio Roncagliolo y Carlos Lancioni, promovieron una acción declarativa de inconstitucionalidad contra el DNU presidencial. La causa quedó radicada en el juzgado federal en lo contencioso y administrativo n° 8 y el fiscal Miguel Angel Gilligan aceptó la presentación cuando se le corrió vista.
Ahora le queda al juez la decisión de dictar sentencia “declarando la inconstitucionalidad y la nulidad absoluta e insanable del Decreto de Necesidad y Urgencia Nº 70/2023”, como pidió el abogado Kiper en el escrito, quien como Roncagliolo y Lancioni son opositores al actual oficialismo que lidera Jorge Brito.
En un párrafo del extenso texto que presentaron en el juzgado, se lee: “El DNU 70/2023 pretende transformar a las asociaciones civiles deportivas -sin fines de lucro- en sociedades anónimas deportivas, prescindiendo de los valores que dieron origen a los clubes de fútbol en la Argentina, reemplazándolos por sus opuestos, y privilegiando los negocios de unos pocos. En términos de moda, privilegia a la casta económica”.