La quema de muñecos o "momos" es una de las tradiciones más antiguas de La Plata. Cada fin de año, las familias se preparan después de la cena para ver arder enormes esculturas hechas de cartapesta y madera. Cada año tiene sus personajes, como el 2022 tuvo a la Scaloneta completa, pero también hay clásicos, sobre todo dibujitos animados; Bob Esponja, Los Simpsons, entre otros. La historia de una tradición: su origen, su razón y su ahora.
Cuentan los platenses que el primer muñeco surgió en 1956. Don Luis Tórtora, el dueño del legendario bar-almacén Los Obreros, ubicado en calles 10 y 40, decidió hacerle un homenaje a los jugadores del club Defensores de Cambaceres, que habían salido campeones ese año. Algunos años después, Luis se convirtió en el presidente del club.
Pero ese año, el muñeco del jugador de Cambaceres fue el primero en quemarse en la historia de esta tradición. El “momo” llegaba hasta lo más alto de la construcción de ladrillos. Por supuesto que tenía el escudo del “Rojo” del lado del corazón, pantalón corto negro con cordones, medias rojas y botines.
Los más viejos recuerdan que la tradición tardó en expandirse. Los Tortora, desde ese año armaron muñecos casi de manera ininterrumpida. El único silencio se hizo a fines de 1976 por la desaparición de Pablo Díaz, vecino del barrio y hoy único sobreviviente de la Noche de los Lápices.
Con la vuelta de la democracia, los muñecos comenzaron a copar cada vez más esquinas de la ciudad. Rápidamente, Marcelo Vernet, director de Cultura y Educación de 1987 a 1989, promueve la celebración, incentivando a los artesanos con concursos, subsidios, entre otras medidas. Así comenzó la tradición a formar parte constituyente del espíritu de la ciudad. Hasta la Facultad de Bellas Artes llegó a tener sus propios muñecos.
Javier Catala es armoniquero y experto en temas de carnaval. Sobre todo, platense. Recuerda la experiencia de los muñecos desde los años ochenta. "Siempre los que lo hacían eran chicos del barrio. Eran diez pibes, cinco pibes que armaban un muñeco en una esquina. Entonces después de comer recorrías la ciudad, por ahí caminabas a otro muñeco y a otro. Había algunos que juntaban seguro trescientas, quinientas personas. Los pibes ponían una soguita en la calle y te paraban en el auto a ver si querías colaborar con el muñeco", afirma. La mirada de experto de Javier afirma que no son momos, ya que así se estaría haciendo referencia al Rey Momo, la versión latinoamericana del dios del carnaval. "La quema de fin de año no está relacionada con el carnaval. Se quema todo, no importa si es bueno o malo. Se trata de dejar todo atrás", afirma.
"Se hacían y se hacen en tiempo récord, por el material. Por ahí llovía y se terminaba todo. Por eso los chicos los protegían, se tornaban para dormir cerca del muñeco hasta la quema", recuerda. Para la creación de las esculturas, los vecinos usan una base de madera, se ayudan con una estructura de hierro, y también emplean alambre, cartón, engrudo para pegar los diarios y pintura.
Por sus condiciones materiales, la celebración tuvo que ser institucionalizada rápidamente. A medida que los muñecos se hacían más grandes, prenderlos fuego comenzaba a tornarse más y más peligroso. Por eso, hoy hay medidas de seguridad que los que presentan su muñeco a la Municipalidad deben seguir.
En general, los muñecos se refieren a personajes amados tanto como a personajes odiados. Futbolistas, dibujos animados, políticos. En los noventa supo estar Domingo Cavallo. Hoy, si se chequea la lista completa de muñecos inscriptos, es posible notar que en su mayoría se trata de personajes animados, internacionales y nacionales: Peppa Pig, Pacman, Mario Bros, Madagascar, con la sorprendente presencia de Hijitus. Algunos de los más destacados son el misterioso "Elecciones presidenciales", que se quemará en 150 e/ 55 y 56 (Plaza Sarmiento) y "Dólar Messi", un billete de dólar con la cara de Lionel, homenaejando la llegada del 10 a Miami, que se quemará en el cruce de las calles 10 y 521. El grupo de jóvenes creadores de este último está compuesto por extremadamente jóvenes: los más grandes tienen 22 años.
Artistas como Maikel García Ponsetti, que nació a media cuadra de donde se quemó el primer muñeco, mantienen viva la tradición. Recuerda los años de oro como los años noventa y principios del 2000. En ese momento, hacían la cena en la vereda, y con 12 años se empezó a enganchar con los muñecos para no abandonarlo más.
"Todavía no participaba del armado porque era chico pero ya me iba curtiendo en el tema. Era mi momento con mis amigos del barrio. Esos pibes eran todos artistas, lo que te hacían en la esquina no te lo hacía cualquiera", sostiene.
Hoy, con 34 años, acompaña un grupo de chicos de 17 y 18 que deciden seguir con la tradición ("yo les hago compañía"). Este año, están esperando la quema de dos muñecos: Zamba, el reconocido personaje del programa infantil Paka Paka y San Martín.
A pesar de los chicos que lo acompañan, afirma que la tradición está en baja. Dos son las razones. Por un lado, la cuestión económica, que cada vez hace más complicada la recreación sin fines de lucro. Por otro lado, la institucionalización del evento, que a pesar de ser necesaria por motivos de seguridad ahuyenta con sus burocracias y quita el aspecto amateur a la cuestión.
Este año, gracias al cambio de gestión, no habrá concurso oficial de muñecos. Sin embargo, el medio El día está llevando la cuenta de los muñecos de este año, donde pueden chequearse todos los registrados y la esquina correspondiente donde verlos arder.