“Cromañón es todos los días. Porque los sobrevivientes y familiares nos pasamos la vida haciendo balances, repensando estrategias. Pero sí es cierto que cada 30 de diciembre todo lo que atravesamos de algún modo vuelve a ocurrir”, dice Belkyss Contino. Mientras habla con Página 12, esta licenciada en ciencias políticas, que tenía 16 años la noche en que el humo se convirtió en una masa negra y compacta, como un techo desmoronándose, sigue ultimando detalles junto a sus compañeros de Movimiento Cromañón para todas las actividades que se realizan hoy sábado, en conmemoración de los 19 años de una masacre que se llevó la vida de 194 personas, la apabullante mayoría entre 15 y 30 años, dejando secuelas físicas y psíquicas en cientos y cientos de sobrevivientes. Eso, la juventud, se evidencia en las fotos del Pasaje de los Pibes ubicado en inmediaciones de Plaza Miserere, algunas con papelitos pegados, con flores frescas.
Ahí también sigue en pie el inmueble de Bartolomé Mitre y Jean Jaurés, donde funcionó Cromañón. Ahora, se ha convertido en Espacio para la Memoria Colectiva del Trauma Histórico a través de la ley 27.625, que el gobierno de Alberto Fernández sancionó en octubre de 2022 y reglamentó el 1 de diciembre, cuya autoridad de aplicación es la Secretaría de Derechos Humanos. Es la primera vez que existe una norma de este tipo en Argentina. A su vez, el decreto 571/2023 de noviembre de este año declaró al lugar Museo Histórico Nacional, al "Paseo de Los Pibes de Cromañón" como Lugar Histórico Nacional y a la Colección Cromañón alojada en el Archivo Nacional de la Memoria (que incluye fotografías, pertenencias, testimonios) como Bien de Interés Histórico Nacional.
Pasado y presente
“Yo creo que esas medidas dan cuenta de un saldo positivo. Pero son cosas que obtuvimos con mucha lucha, aprendiendo cómo avanzar, cómo articularnos. Porque siempre supimos que nuestra causa tocaba intereses políticos y económicos poniendo incómodo a todo el mundo”, dice Eduardo Salinas, sobreviviente. “De todos modos, actualmente reclamamos al gobierno nacional que se haga efectiva la expropiación para evitar el avance de Rafael Levy –dueño de Cromañón y uno de los responsables penales de la masacre– sobre el inmueble y la memoria. Porque ya ves, nosotros, lo que llamamos Familia Cromañón seguimos acá, de este lado de la calle”, continúa este hombre y señala las persianas del boliche bajas, cubiertas de pinturas murales, mientras por la esquina aparece un grupo de policías de la Federal que se quedan en la zona, sin hacer nada pero dejando en claro que están ahí.
“El protocolo de Bullrich, las políticas represivas del nuevo gobierno generan un panorama muy complicado para las juventudes, porque lo único que quieren es quitar derechos. Quitar derechos, recortar el Estado solo se traduce en una población en riesgo: un tren que puede quedarse sin frenos, un taller textil que puede arder, muchos pibes muertos por bala. Nosotros no estamos por fuera de la coyuntura, nunca lo estuvimos, porque si se hubieran respetado los derechos ciudadanos, Cromañón no hubiera existido”, agrega Salinas.
Reparación para toda la sociedad
Lo que dice es seguido de cerca por integrantes de otros colectivos que en esta fecha se acercan a manifestar su solidaridad. Y con quienes los integrantes de Movimiento Cromañón vienen tejiendo vínculos de solidaridad y encuentro. Entre ellos, familiares de la tragedia ferroviaria de Once, de la Coordinadora de familiares de Víctimas de Gatillo Fácil, allegados a Santiago Maldonado y sobrevivientes de la masacre del taller textil ubicado en la calle Luis Viale.
A la vez, lo expresado por sobrevivientes y familiares a Página 12 también forma parte de un extenso documento que se leyó cerca de las seis de la tarde en una conferencia de prensa en Plaza de Mayo, seguida de una marcha que terminó en el santuario de Once. Allí se dice: “Exigimos justicia no sólo como reparación hacia nosotrxs como sobrevivientes y familiares, sino también como protección para juventudes y futuras generaciones. Un país sin Memoria ni Justicia no tiene futuro”.
En ese mismo documento agregan, en relación al presente: “¿Por qué veríamos nosotros y nosotras, simples víctimas de Cromañón, con preocupación la instauración de estos esquemas económicos y políticos extremos? Porque en nuestra experiencia, cuando el Estado deja que cualquier privado avance de manera irrestricta, sin presencia ni controles de ningún tipo, se pone en riesgo la integridad y la vida de las personas. Se generan, nuevamente, las condiciones de precariedad que dieron origen a masacres como la de Cromañón”.
El texto también señala: “Dos pilares fundamentales de esa lucha fueron la calle y el reclamo ante las instituciones públicas, dos instancias garantizadas por la democracia. En estos 19 años transitamos juicios penales buscando condenas a la altura de los hechos, un Juicio político al máximo responsable político de la Masacre Aníbal Ibarra, reclamamos una ley de reparación más justa, por la expropiación de Cromañón y el encuentro en las calles con otras causas que acompañamos y nos acompañan. 40 años de democracia, no pueden ser tirados por la borda ni ayer ni hoy”.
Silvia Bignani lleva en el pecho la foto de su hijo, Julián Rozengardt, que perdió la vida en Cromañón a los 18 años. Ella señala que “los logros de un colectivo de víctimas en lucha son logros para todos”. Y amplía: “Por eso caminamos y aprendemos junto a otras personas que se organizaron. Nadie está preparado nunca para una tragedia de esta magnitud. Nadie es héroe sino que sencillamente, cuando perdés todo, no te podés quedar en tu casa. Así como las Madres de Plaza de Mayo marcaron un camino, nosotros nos articulamos todo el tiempo con otras organizaciones y con la sociedad de la que somos parte. Eso incluye las luchas políticas de este momento".
Bignani tiene una voz firme y dulce, templada por la persistencia: "Somos un movimiento político pero antes que nada, un movimiento afectivo, que nos mantenemos en pie gracias a la red de la que somos parte. Cromañón es una metáfora de todo lo que estuvo mal en este país, de la cadena de falencias que desencadenaron la tragedia. Si el Estado no protege a la ciudadanía, la tragedia puede volver a ocurrir. Por eso Cromañón no es pasado sino presente”.