Desde Londres
A Sunak le salió un nuevo frente de batalla político a la derecha de la cada vez más extrema derecha conservadora. El protagonista es Nigel Farage, figura clave del Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea. La táctica de Farage es la misma que siguió con David Cameron hace 17 años: distanciarse de la dirigencia tory, adoptar las políticas más recalcitrantes de las bases partidarias y atraer a conservadores desencantados.
La táctica surtió efecto entre 2006 y 2016 cuando el entonces primer ministro Cameron se vio obligado a convocar a un referendo sobre la Unión Europea, referendo que, para la sorpresa del mundo y hasta de los pro-Brexit, terminó con el Reino Unido fuera del bloque europeo. En esos años Farage encabezaba el UK Independence Party que había pasado de un lugar marginal (0,03% en los comicios de 1997) a ganar elecciones municipales y a convertirse en la principal fuerza política británica en las parlamentarias europeas de 2014. El actual partido de Farage, el UK Reform, parece avanzar en el mismo camino. Nacido de las cenizas del Brexit, hoy tiene un 9% de la intención de voto, suficiente para desestabilizar aún más a Rishi Sunak y su proyecto de reelección.
Corrimiento hacia la extrema derecha
Farrage no tiene el mal gusto, ni la colección de exabruptos, insultos y excentricidades caninas del actual presidente argentino. Jamás que se sepa promovió el comercio libre de órganos o la portación de armas en un país que culturalmente aborrece esas prácticas. La popularidad de Farrage se basa más en que tipifica al simpático charlatán de pub que, pinta de cerveza en mano, emite opiniones categóricas sobre la inmigración, la seguridad y a favor de un insular nacionalismo basado no en su política económica sino en la singularidad y superioridad natural que separa al Reino Unido del resto de los países.
En el promedio de todos los sondeos electorales del año que acaba de publicar el pope de los encuestadores británicos, Sir John Curtice, se verifica un fenómeno similar al que pasó en otros países, desde España hasta Argentina: el corrimiento del votante de derecha a posiciones más extremas. “Una posible explicación del nuevo desafío que presenta Farrage y su Reform UK es el tema inmigratorio. El descontento con la economía y el Servicio Nacional de Salud también pesan. Es posible que Reform UK se esté convirtiendo en el refugio para los votantes conservadores que sienten que el laborismo está muy lejos de ellos. Lo que es un problema también para el laborismo que necesita conquistar una franja del voto conservador para tener una mayoría parlamentaria en las elecciones del año próximo”, escribió Curtice en el The Independent.
Elecciones a la vista
En el sistema parlamentario británico, el gobierno puede convocar en cualquier momento a elecciones anticipadas. Las fechas más factibles son abril – después de la presentación de un presupuesto de reducción impositiva en marzo – u octubre. Los laboristas le llevan hoy un 16% de ventaja a los conservadores. Según Curtice, esta diferencia se debe a que Sunak no ha conseguido desprenderse del desprestigio en que cayeron sus dos predecesores.
Boris Johnson, que arrasó en las elecciones de diciembre de 2019, tuvo que renunciar a mitad de su mandato y hoy sigue sumergido en el escándalo de la investigación por el “Partygate” (las más de 100 fiestas que se celebraron en pandemia en la sede del gobierno de 10 Downing Street). Su sucesora en el cargo, Liz “la breve” Truss, duró apenas siete semanas y casi logró desbarrancar la economía con una revolución neoliberal subtitulada “Britain Unchained” (Gran Bretaña sin cadenas) de sabor muy similar al mensaje libertario de Javier Milei.
Los conservadores están divididos en cinco “tribus” muy propensas a acusar a las otras de la mayor de las traiciones. En la extrema derecha del Partido se encuentra la dos veces ex ministra del interior Suella Braverman que el mes pasado dijo preciosuras como que los que viven en la calle lo hacen por una elección personal. Braverman se disputa con otras tribus del mismo tinte ideológico la posibilidad de ser la próxima líder en caso de la derrota electoral que casi todos predicen para el primer ministro.
En este collage tribal los moderados Tories son cada vez menos, pero todavía tienen fuerza parlamentaria para asestarle un durísimo golpe político a Sunak en la votación sobre la ley de asilo que se debe realizar a principios de enero, una de las cinco promesas del primer ministro al electorado. En caso de que sufra una derrota en la votación, el laborismo ha exigido, apoyado por el resto de la oposición, que haya elecciones anticipadas a la brevedad. Para Sunak se trata de atravesar, de una manera u otra, el inhóspito invierno británico.