Parece hace mil años, pero no. Fue en 2010, cuando David Gilmour y Roger Waters tocaron juntos y sonrientes durante un concierto para la Fundación Hoping, en Oxfordshire. Fue el presagio aquel, de la última vez que encararían juntos la enorme “Comfortably Numb”, durante un concierto de Roger, en Londres. En eso andaba David, entonces. Por su lado, The Orb, agrupación ambient de tintes psicodélicos fundada por Alex Paterson en 1988, venía de publicar su noveno disco: Baghdad Batteries, uno de sus trabajos emblemáticos, y gozaba de amplia empatía en su mundo. Así estaban las cosas cuando coincidieron en una causa: la del hacker escocés Gary McKinnon, entonces perseguido por la “justicia” de Estados Unidos, debido a lo que sus acusadores definieron como el mayor asalto informático de todos los tiempos a un sistema militar.

El primer paso en la batalla lo dio el viejo guitarrista de Pink Floyd, al grabar una versión de “Chicago/Change The World”, tema escrito por Graham Nash contra la guerra de Vietnam, e inserto en Song for Begginers, disco solista debut del cantante, publicado en 1971. La ingerencia de The Orb llegó primero a través de la remezcla de la canción predicha, y luego -dada la sintonía resultante- del hecho que compete a este artículo: la labor en conjunto que se manifestó en Metallic Spheres, disco publicado originalmente en 2010, poco después de la grabación de “Chicago”.

La singular sinergia entre Gilmour y los Orb se expresó en dos largas suites ambientales, concebidas por Alex Paterson, líder de la banda. Una de 28 minutos llamada “Metallic”. Y otra, ocho minutos menor, titulada “Spheres”. De ahí el nombre de la placa original -Metallic Spheres- trabajo pionero en el sonido envolvente 3D60, cuyo fin económico fue precisamente donar sus regalías a la causa del hacker McKinnon, que finalmente zafó de los estadounidenses.

La nueva es que el trabajo acaba de reeditarse “reinventado y remezclado” –Sony mediante-, bajo un nombre que agrega color el original: Metallic Spheres in Colour. Tal, llegado en un tiempo de pelea brava entre David y Roger -para no cortar con el hilo del principio- tiene como novedad una ampliación, afectada sensorialmente por la aplicación de la Inteligencia Artificial –a cargo de los mismos artistas-, que permite a los escuchas “volver a imaginar” el sonido y la grafica del disco. Además de las ediciones en vinilo y cd, a la vieja usanza y con la intrusión gráfica de Simon Ghahary, el trabajo conlleva una innovadora bajada digital que permite a cada quien que ingrese al sitio metallicspheres.io, elegir el tempo y el clímax de la música, además de la gráfica. Y compartir sus intervenciones –las de cada quien, claro- a través de enlaces virtuales, por supuesto bajo la supervisión y seguimiento de los creadores, en una –también- bastante inaudita manera de compartir construcciones musicales entre público y músicos. La edición “coloreada” de Metallic Spheres, incluye además un video clip animado y futurista, sobre “Seamless Solar Spheres of Affection Mix”, pieza que, al igual que el trabajo original, conjuga tres dimensiones de la música electrónica, cuando un tipo como Gilmour se interpone entre ella y el cosmos: el vuelo, el viaje y el baile.