Ofélia miraba a la cámara mientras mezclaba ciruelas negras picadas, leche, huevos, aceite, harina y polvo para hornear. El pastel de ciruela iba a estar listo después de la propaganda. La audiencia fiel, esa que le mandaba veinte mil cartas por mes y copiaba la receta y sus trucos con rigor arquitectónico, convirtió durante tres décadas a La maravillosa cocina de Ofelia en un éxito televisivo indiscutido.
Diez años antes de tener un programa propio, Ofélia escribía una columna culinaria en un diario y cocinaba (la primera vez fue en febrero de 1958) en “magazines femeninos” de la TV Paulista. Cuando ya era muy famosa y estaba presentando alguno de los catorce libros que escribió sobre los sabores de la cocina brasileña, italiana y portuguesa (Ofélia, o Sabor do Brasil fue un éxito en una de las Feria del Libro de Frankfurt) y le preguntaban las razones de su vocación, volvía a contar que se recordaba a los ocho años subida a una silla alta friendo papas e inventando recetas.
Después, cumpliendo con los pasos necesarios para lograr la preparación perfecta, decía que cocinar no tenía secretos: “Si te encanta cocinar, seguro que podrás preparar un plato sabroso. Y si hay alguien cerca a quien le gusta enseñarte a cocinar, como a mí, entonces no habrá ningún problema”. El arte de enseñar a cocinar por TV en auge pionero en los años sesenta y setenta, cuando Ana Adarraga fundaba en Madrid Aliana, la librería especializada en gastronomía más antigua de España, y cuando la televisión lo era todo, o casi (ver para creer, ver para copiar, ver para desear. Antesala de cualquier tutorial instagramero), tuvo su estrella local en varios países.
A veces con delantal y siempre con spray de peluquería, las cocineras Elena Santoja en España, Nitza Villapol en Cuba, Julia Child en los Estados Unidos, Teresa Ocampo en Perú y Doña Petrona, la mejor de todas, entre otras, pasaban el dato certero en ilusión privada de la pantalla a la mesa. Las amigas incondicionales salvaban los deseos de las papilas gustativas de las noches y los días por venir. ¿Habrán compartido recetas Ofélia y Doña Petrona? Ojalá. No le gustaba repetir recetas (las cartas de amor cambian. Los ingredientes, a veces) y solo lo hacía cuando sus seguidoras y seguidores se lo pedían mucho, tanto como lo hacían cada vez que le pedían que volviera a hacer su torta de chocolate y ron: la insistencia favorita.
Ofélia murió en la madrugada del 26 de octubre de 1998 en el Hospital da Beneficência Portuguesa después de lidiar durante días con los puntadas crueles de un infarto de miocardio. ¿Cuál es la cámara que la está enfocando? ¿Qué receta no va a repetir hoy? En la mesada hay leche condensada, chocolate en polvo, un licor inefable, maicena, nueves y pasas sin semillas.