En Argentina, a partir de 2001, la regulación del precio de venta al público por parte de las editoriales se convirtió en un elemento fundamental para mantener un equilibrio entre las pequeñas librerías y las grandes cadenas. Esto se logró mediante un acuerdo entre todos los actores del sector después de la promulgación de la ley 25.542. Gracias a esta medida, las librerías independientes pudieron competir en igualdad de condiciones con las cadenas más grandes. La ley reconoce que un libro no es simplemente una mercancía, sino un elemento cultural que difunde ideas, conocimiento, cultura e identidad, y que es esencial para el desarrollo individual y social de un país. Como afirma la Cámara Argentina del Libro en su comunicado de rechazo a la modificación de esta ley: "De lo contrario, las grandes cadenas, plataformas y superficies comerciales dominarían el mercado de libros, eliminando a la competencia, concentrando el mercado y decidiendo qué se publica y, por tanto, qué se lee".

Este enfoque en el precio fijo beneficia a la industria editorial nacional al fortalecerla y diversificarla, permitiendo una variedad de voces en la publicación. Al igual que otros países como Alemania, Francia, España, Dinamarca, Austria, Grecia, Italia, Holanda, Portugal, Japón y Corea del Sur, Argentina ha adoptado esta práctica para preservar su rica industria literaria y cultural.

Sin embargo, la nueva propuesta del gobierno, que busca eliminar esta regulación, podría tener consecuencias graves, especialmente para las librerías más pequeñas, y se extendería al conjunto de la industria editorial. Si las cadenas y las grandes librerías tienen libertad para establecer sus propios precios, es probable que ofrezcan libros a precios más bajos y obtengan mayores ganancias debido a su capacidad para vender grandes volúmenes. Esto dejaría a las librerías independientes en una situación desventajosa, incapaces de competir.

Además de afectar negativamente a las librerías independientes, esta medida tendría graves repercusiones en la industria editorial argentina, que es reconocida como una de las más importantes de América. Las editoriales de menos recursos, que a menudo se enfocan en mercados más especializados y diversos, se verían especialmente perjudicadas, ya que las grandes cadenas podrían imponer condiciones y precios que no favorecerían la diversidad editorial. En muchos casos, estas cadenas no muestran interés en libros con temáticas específicas, como el psicoanálisis o la poesía, lo que limitaría su disponibilidad y visibilidad. Son las librerías más pequeñas y comprometidas con la cultura las que realmente promueven y valoran estas producciones.

La falta de regulación de precios llevaría a una disminución en la diversidad de títulos disponibles. Los libros más vendidos ocuparían el centro del escenario, con grandes descuentos, lo que relegaría a segundo plano a los libros que no sean best sellers. Esto limitaría su visibilidad y, por lo tanto, su capacidad de venta, lo que podría resultar en la no reedición o impresión de una cantidad limitada de ejemplares.

En resumen, la eliminación de la regulación de precios en la industria editorial argentina no solo perjudicaría a las librerías independientes y culturales, sino que también impactaría negativamente en la diversidad editorial, limitando el acceso a libros de temáticas específicas y autores menos conocidos. Es fundamental considerar el impacto de estas decisiones en el ecosistema literario argentino y buscar soluciones que promuevan la igualdad de oportunidades para todos los actores involucrados en defensa de la cultura argentina y, en particular, del psicoanálisis.

En este contexto, la presencia de libros de psicoanálisis en la oferta cultural de la ciudad adquiere una gran importancia en el contexto de la política actual de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP), que busca hacer accesibles las enseñanzas de la orientación lacaniana a las nuevas generaciones. Sabemos que las normativas del capitalismo y el psicoanálisis no van de la mano, y es probable que otras disciplinas aliadas al discurso capitalista (como las neurociencias o la autoayuda) sigan avanzando en copar un lugar preponderante en las estanterías de las librerías de las grandes cadenas. La diversidad de voces y enfoques en la cultura y la literatura deben ser protegidos y promovidos, ya que, como he leído en estos días: "Sin librerías independientes, siempre nos contarán la misma historia".

*Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana. Editora de Grama Ediciones