¡PATOS! 5 puntos
Migration; Estados Unidos/Canadá/Francia, 2023
Dirección: Benjamin Renner.
Guion: Mike White.
Duración: 83 minutos.
Voces (versión original): Kumail Nanjiani, Elizabeth Banks, Keegan-Michael Key, Awkwafina, Danny DeVito.
Estreno exclusivamente en salas de cine.
La de ¡Patos! (¿por qué razón no traducir el título original, “Migración”?) debe de ser la historia menos inspirada en toda la carrera de Mike White, el nombre detrás de los guiones de Escuela de rock y El año del perro, y el creador de la serie The White Lotus. No es la primera vez que White participa en la escritura de un largometraje de animación infanto-familiar ni se trata del primer largometraje del francés Benjamin Renner –nominado en los Oscar 2014 por Ernest & Celestine–, pero el resultado es tan básico que parece diseñado por una inteligencia artificial que estuviera en pleno aprendizaje del abecé del mainstream animado made in Hollywood. Como su nombre lo indica, una familia nuclear de patos –Papá, Mamá, hijo mayor, hijita– pasan los días en una laguna que nunca abandonan. Para qué hacerlo, repite el padre, si allí tienen todo lo que necesitan y más. Pero basta que llegue una bandada de congéneres en plena migración hacia Jamaica para que los pequeños descubran que hay todo un mundo allí afuera y a Mamá Pato se le disparen las ansias reprimidas de viajar por el mundo.
Hacia Jamaica parten luego de algunas dudas, acompañados de un viejo tío cascarrabias. El quinteto hace paradas en Nueva York, Miami y otras ciudades importantes y cada detención abre la posibilidad de la aventura. ¡Patos! funciona precisamente por acumulación, en base a un esquema de repetición con variaciones, y a cada gag verbal o físico (el slapstick es amo y señor de la pantalla) le sigue una secuencia de peligro y/o persecución creada a imagen y semejanza del cine de acción. En Nueva York conocen a una paloma que maneja las calles como ninguna otra, sufren la persecución de un chef especializado en pato a la naranja y rescatan a un perico jamaiquino dispuesto a ayudarlos en la empresa, personaje que en la versión doblada habla español con un marcado acento... caribeño, pana. La idea, según el modelo adoptado por la compañía Illumination (el largometraje es precedido por un corto de los Minions), es entretener a la audiencia más pequeña con movimientos constantes, en desmedro de cualquier tipo de complejidad dramática.
Desde luego, en cierto momento aparecerá el villano de turno, un comerciante de alimentos –de carne de pato, desde luego– que compra la materia prima en una particular granja de aves felices, un concepto similar al que puede apreciarse en la reciente Pollitos en fuga: El origen de los nuggets. ¡Patos! no es un desastre absoluto, pero los hilos de la narración son tan visibles y delgados que la previsibilidad se hace carne en el espectador, al menos el más adulto. Para cuando llegan a las costas de Jamaica –previsiblemente, un paraíso tropical sin relación con la isla real– todos los personajes han aprendido alguna lección personal. En cuanto a lo general y colectivo, Pipo Pescador ya lo sabía y cantaba: el viajar es un placer que nos suele suceder.