Aven, el actual espectáculo en cartelera del grupo de teatro físico Fuerza Bruta, ofreció el pasado 23 de diciembre su última función de 2023. A exactamente un año de su estreno, la obra no sólo siguió buscando la felicidad (tal como sugiere su trama), sino que semana tras semana apeló por la renovación a partir del ajuste de los detalles y del trabajo en proceso. Y de esto puede dar constancia su banda de sonido. Si bien el 15 de diciembre apareció en las plataformas digitales el disco homónimo que contiene los temas que dan vida a esta puesta, su autor, Gaby Kerpel, advierte que todavía se encuentran haciendo modificaciones a la música. “Cuando empecemos a girar, ya veremos los cambios que se harán”, dice. Esto se definirá en este 2024, luego de la reciente confirmación de su residencia de 80 funciones en el icónico museo y sala londinense Roundhouse. Puntapié de su gira europea.

Tras coincidir con Diqui James en la compañía de teatro La Organización Negra, donde Kerpel fue reclutado a mediados de los ochenta para que compusiera la música de sus performances, el actor y director lo invitó en la primera parte de los noventa a integrar un nuevo y ambicioso proyecto: De La Guarda. Desde entonces, hicieron tándem en la creación del contenido musical de varias obras. Lo que se amplificó con el nacimiento de Fuerza Bruta. “Como tenemos muchos años trabajando juntos, Diqui sabe que le voy a dar algo que va a funcionar. No se conversa tanto, y surge de manera fácil”, revela el músico y productor argentino. “Pongo mis deseos en qué música quiero hacer, para sentir que creativamente estoy probando algo diferente. Siempre que le sume a la obra, obviamente. Probamos y modificamos hasta que nos damos cuenta de que estamos sincronizados”.

-¿La dinámica siempre fue así en Fuerza Bruta?

-Siempre ha sido igual. Si coincidimos en que funcionará para la escena, ya ahí estamos bien. No sólo pasó en Fuerza Bruta, sino también en De La Guarda. Pensá que para hacer esas escenas hay mucha experimentación, más allá de la música. Como estoy desde los comienzos de los ensayos, yo mismo voy probando. Antes de la pandemia veníamos pensando en esto. Y el año pasado lo hicimos, entre ideas que tenía Diqui y cosas que a mí se me ocurrieron.

A contramano de su homófono francés, utilizado por la geomorfología para referirse a los siales que se forman a raíz del colapso de cavidades similares a una gruta, Aven es una representación en la que los actores no llegan a tocar el suelo, salvo en un par de interines. De hecho, el juego de palabras que dio consistencia al concepto de la obra, donde “Aventura” se funde con “Haven” (“refugio”, en español), legitima la quimera. Una, por cierto, bien empírica. “Diqui quería reforzar la idea del viento (marca registrada en el identikit de Fuerza Bruta, al igual que el agua). Luego estaba lo de la ballena, que tiene que ver con el mar. Y también está el planeta. Eso lo hizo pensando más en las energías del universo”, ilustra el artista. “Como no hay textos, el guion se define mucho por la música. Si bien hay escenas más teatrales, rebotamos en lo más bailable”.

Esto es tan literal que para aclimatar a los espectadores que se acercan a la sala Sinpiso, flamante búnker de la compañía de teatro (erigido en la sede de GEBA de la calle Julio Argentino Noble), los DJs de la Bresh calientan la previa. El gesto deja de manifiesto la renovación generacional por la que apuesta Fuerza Bruta en esta época, amén de la interacción familiar. Y es que Diqui James es padre de Louta, uno de los fundadores de la llamada “Fiesta más bonita del mundo”. “Los DJs de la Bresh abren y cierran el espectáculo, concretamente. Eso surgió después. No es que fue una idea creada para el show”, explica Kerpel. “En ese sentido, el concepto es más bailable. Incluso, los chicos y las chicas que bailan son bailarines, a diferencia de la obra anterior, Wayra, donde eran más actores. Por eso la música de Aven es mainstream. Diqui quería que fuera más alegre que lo que hicimos antes”.

Una vez que los DJs salen del foco, cinco bailarines irrumpen en el escenario al son de una percusión orgánica que paulatinamente decanta en una más electrónica. Y durante esos 160 beats por minuto (medida de la cadencia del drum and bass, estilo de la música electrónica parido en la noventa gracias a la influencia jamaiquina en el Reino Unido), unas voces ininteligibles, con aire a serie de vikingos de Netflix, invitan a entregarse a lo epopéyico. Así es “Mundo Aven”, el track que da inicio al espectáculo, al tiempo que se tornó en el primer single del álbum homónimo. Tres meses luego de su salida, en noviembre de este año, le secundó el otro corte promocional del disco, "Alicia": música house con intenciones retrofuturistas. El repertorio lo completan siete temas cuya estética sonora gira en torno al funk, al ambient, la cumbia, la world music, el rock alternativo, el pop inconformista y la música clásica.

“Lo de 'Mundo Aven' fue raro porque había que buscar una cosa épica y al mismo tiempo feliz. Con percusión y fuerza, y con los chicos y las chicas cantando en vivo”, describe el artífice sobre el inicio de un tracklist confeccionado entre octubre y diciembre de 2022. “Cuando escucho en Spotify lo que hicimos, el algoritmo, apenas termina el disco, me sugiere música similar de otros artistas. Lo que me dio a comprender que esta estética sonora también se hace en distintas partes del mundo. Algo parecido sucedió con Wayra. Esta es una propuesta que me parece que le viene bien a la modernidad de hoy en día. Se trata de una visión musical que se comporta como una alternativa a lo que ya existe. Son ideas o ingredientes que andan dando vueltas por ahí, pero yo les doy otro formato. Y también suelen aparecer en los temas un poco de mis gustos musicales”.

Mientras que un track como “Fiesta piso” está permeado por el folk altiplánico digital de King Coya (laboratorio sonoro que Gaby Kerpel llevó adelante hasta 2021), “Túnel de viento” se mete con la electrónica berlinesa. En tanto que “Ballena” pone a dialogar a “Personal Jesus”, de Depeche Mode, con “Los calientes”, de Babasónicos. “Mariposas”, en cambio, aparte de simbolizar a cabalidad la transformación de la oruga (a partir de ese comienzo downtempo que de pronto se transforma en un impulso grunge), es una de las canciones base de la obra. Y es que en ella la cantautora argentina de música de raíz Luvi Torres, una de las dos colaboradoras del disco, recurre a una de las constantes a lo largo del espectáculo y de la banda de sonido: la onomatopeya como recurso narrativo. Rasgo que se exalta en el funk “Alicia” y en el pop minimalista “MangaTv Lado A”.

-Antes que llamarla onomatopeya, ustedes prefieren referirse a esa técnica como “una letra un poco inventada”. ¿Por qué?

-Nunca queremos que se entienda algo específico. Pero nos gusta la sensación de que la letra parezca que está diciendo algo. Queda muy bien a la melodía, por más que a veces está escondida en la música. Si funciona para la escena, siempre va a estar bien. De lo contrario, hay que probar otra cosa. En el caso de “Mariposas”, la orientación que tuvimos fue un tema de Pink Floyd que nos pasó Diqui, donde había una chica cantando sin letra.

-A propósito de las referencias, ¿cómo trabajaron cada uno de los actos? ¿Ya estaban definidas las escenas o primero surgió la música?

-En la escena de la cinta, para la que compuse “Alicia”, por ejemplo, usábamos un tema de Michael Jackson. Cuando entendimos que funcionaba, hice mi propia interpretación. En otros casos, fuimos haciendo cambios hasta que quedó la versión. Lo que hice fue ir a los ensayos, grabarlos con lo que suena como referencia, y luego volvía a casa y terminaba de definir la idea.

El disco cierra con “Himno Aven”, en el que participa el otro colaborador del disco: Dylan Lerner. Más que un featuring, jerga y método que instaló la música urbana, su intervención se produjo en calidad de productor de ese tema. Y es que integra la joven generación de productores argentinos que brindó una nueva perspectiva del oficio, desde un lugar quizá corpóreo y protagónico. Al mismo tiempo que ayudó a ensanchar un sonido más local e identitario. De eso pueden dar fe desde Louta, para que el también toca en los shows en vivo, hasta Juanse (grabó su disco Biograma junto a Andrew Oldham, productor de The Rolling Stones y Ratones Paranoicos). “El trabaja mucho con parte de la música que se está haciendo ahora”, especifica Kerpel sobre el musicalizador de las películas Nieve negra y La odisea de los giles. “Quería experiencia de alguien que está trabajando en eso, y funcionó bien”.

-Pese a que puede parecer una obviedad, ¿no se les ocurrió sumar en este proyecto a Louta?

-En un momento, Jaime (nombre de pila de Louta) venía con Dylan a los ensayos. Pero él está muy ocupado con lo suyo, y no concretamos nada. Aunque siempre están la idea y la intención, porque está buena su visión artística. Desde la música, se acerca a lo que hace el padre. El armó un track cuando hicimos lo del desfile para los Juegos Panamericanos. Me encantaría hacer algo con él. Sería una colaboración muy buena.

-¿Todos los temas que suenan en el espectáculo están en el disco?

-Así es. Pero en Spotify te vas a encontrar con que los dos primeros singles no están en el disco. Una vez que se publican, no se pueden meter en el álbum. Hay algunos tracks que son prácticamente lo mismo que está en Aven. En la obra, como las escenas se alargan, tuve que extenderlos. A diferencia de Wayra o incluso de lo que hice con De La Guarda, pensé que esto podría ser un álbum que se puede escuchar sin haber visto el show. Eso se debe a que muchos de los temas tienen formato de canción. Es música electrónica para bailar o es música rara. Toma distancia de la música incidental, y eso me gustó.

-Si bien todavía se sigue premiando a las bandas de sonido, ya sea en los Grammy o en los Gardel, es un formato de nicho. ¿Tuviste otros parangones al momento de hacer estos temas?

-No estuve escuchando otras bandas de sonido, no presté atención. Las cosas suceden mágicamente, si se quiere. No especulamos tanto. Lo que sí sucedió es que toqué muchas guitarras, que es algo que no suelo hacer. También metimos esas voces, y ese sonido de órgano Hammond y de batería, lo que le dio una sensación psicodélica. Hay un hilo conductor que te va llevando. Más allá de eso, esta música puede entrar en cualquier estilo. Es bastante ecléctica.

-Tomando en cuenta que es toda una odisea consumir un álbum de canciones de un tirón, ¿cómo te imaginás la escucha de Aven?

-No me deja de sorprender cómo una idea se fue nutriendo del show. Cuando me tocó el trabajo de escucharlo minuciosamente para la mezcla, no me produjo la misma sensación que estar viendo la obra. Ahí me di cuenta de todo el trabajo que hubo atrás.

El debut en disco

La banda de sonido de Aven es formalmente el primer álbum que lanza Fuerza Bruta. En los noventa, De La Guarda, ADN de la compañía teatral, editó dos CDs, lo que funciona como antecedente del flamante disco. “El primer disco de De La Guarda, que produjeron Gustavo Santaoalla con Aníbal, mi hermano, salió por Island Records (compañía discográfica británica por la que artistas del calibre de Bob Marley, U2, Amy Winehouse y Justin Bieber publicaron sus discos)”, recuerda. “Lo que ellos hicieron, en realidad, fue hacer muy visible la importancia de la música en el show. Además, a diferencia de otros espectáculos musicales, en el que contratan a alguien, nosotros éramos un grupo en el que yo me encargaba de la pata musical”.

Tras poner a circular su homónimo disco en 1996, De La Guarda invitó al músico y productor escocés Howie B (trabajó con Björk, U2 y Tricky) para darle forma a su segundo CD: Villa Villa (2001). “Con Howie B lo que hicimos fue reinterpretar, sobre la base de sus ideas, la misma música. Eso no tuvo nada que ver con el show. Pichón Baldinú y yo nos fuimos a Londres y a España para trabajar en el disco. En diez días, hicimos todo de manera analógica e intuitiva”. Más allá de Aven, Kerpel, que en 2005 compuso, grabó y produjo la música de la obra Fuerzabruta (también salió en CD), tiene como plan subir paulatinamente a las plataformas digitales las diferentes músicas que hizo para la compañía Fuerza Bruta. “Comenzaremos con Wayra, que es el otro show que se hace. Ya no en Argentina, sino en otras partes del mundo”.

Amar la experimentación

Aparte de su rol en Fuerza Bruta, Gaby Kerpel es uno de los pioneros de la escena del folk digital (o folk electrónico). A partir de su experiencia con De La Guarda se metió con el sampler y las percusiones. Eso sucedió en los noventa, en pleno auge del hip hop. Entonces agarró todas esas herramientas y esa influencia, y las puso al servicio del folklore argentino. Lo que quedó patentado en Carnabailito. El revolucionario álbum, lanzado en 2001, sentó las bases (junto con los experimentos con la cumbia del productor de música electrónica Marcelo Fabián y del artista mutidisciplinario Dick el Demasiado) para el nacimiento del colectivo Zizek. También inspiró su alter ego King Coya. Con la publicación de los singles “Dada” y “Mucha charla”, en 2021 y 2022, respectivamente, el artista nacido en 1964 aprovechó la pandemia para dar por cerrado ese capítulo en su obra.

“Lo que hizo Zizek luego se trasladó a lo que es la nueva cumbia villera, al RKT y a propuestas de artistas como La Valenti. Sigue siendo algo extraño en la Argentina, por más que en Latinoamérica y Europa genera admiración e inspiración”, reflexiona Kerpel, quien ultima los detalles del próximo disco de la cantante argentina de música popular La Yegros, del que es productor. “El mundo también cambió, pero acá estamos y seguiremos haciendo música”. En este momento, le está dando forma a su nueva invención, “Folclónica”, en que la usará otra vez su nombre de pila. “Continúa con un poco de lo mismo”, advierte sobre una etiqueta que tiene como eje la palabra “clon”, por la repetición y mezcla de culturas. “Hice un set de media hora en diciembre, en la celebración de los 15 años de ZZK (el brazo discográfico de Zizek). Aspiro a tener armado el show en septiembre, con temas propios y algo escénico”.