¿De dónde proviene el genio, el talento excepcional del artista? A menudo la respuesta esperable es: de su locura. La cuestión de la creación artística ocupa un capítulo importante en la historia del psicoanálisis. Un doble binomio podría establecerse: arte y psicoanálisis y locura y creación. Tanto Freud como Lacan echaron mano de las producciones artísticas como recurso para la enseñanza del psicoanálisis, lo que implica no sobreponer ningún discurso a la producción sino dejarse enseñar por el arte, por su producto. Con investigaciones que dan cuenta de este binomio, Locura y creación (Xoroi Edicions) es un libro que contó con la coordinación del psiquiatra y psicoanalista Emilio Vaschetto y del doctor en Psicología y también psicoanalista Claudio Godoy. Estas investigaciones, sin ser homogéneas en su estilo ni en su marco referencial, tienen como perspectiva la interrogación ética entre arte y psicoanálisis, lo que no significa en modo alguno querer aspirar a una complementariedad entre uno y otro sino tratar de arribar a ese lugar en donde arte y psicoanálisis superponen sus carencias.
Arte y psicoanálisis y locura y creación es como una no relación, dicen los coordinadores en el libro. "No relación porque, en realidad, el psicoanálisis siempre establece entre un discurso y otro algún tipo de malentendido. Entonces, lo que decimos en el libro es que no hacemos un forzamiento entre el arte y el psicoanálisis o la lectura del psicoanálisis que pueda hacer del arte sino más bien cómo cada uno de los discursos puede superponer su carencia, cómo hay algo del arte que no es totalizador y cómo hay algo del discurso analítico que tampoco lo puede decir todo sobre eso", plantea Vaschetto en la entrevista con Página/12, de la que también participa Godoy. "En alguna medida, seguimos un poco la perspectiva que daba Freud o el mismo Lacan de que el artista lleva la delantera; es decir, que en todo caso, el psicoanálisis lee los efectos de creación que se producen, las diferentes invenciones que produce el artista para entender algo de eso y con el discurso analítico poder decir algo más sobre eso. Pero nunca sobreponer algo a eso o decir algo más sobre eso", agrega Vaschetto.
Godoy también trae la crítica que Lacan le hizo a lo que se llamó el psicoanálisis aplicado al arte. "Era como tomar una obra artística, interpretarla como si fuera un sueño o una fantasía y encontrar ahí los recuerdos de la infancia del autor o ese tipo de cosas. No es hacer ese tipo de trabajo que llevó a desvirtuar lo que sería la relación del psicoanálisis con el arte", agrega Godoy.
--¿Por qué al binomio locura y creación lo vinculan más a lo ético que a lo estético?
Emilio Vaschetto: --Hay una idea que plantea Jacques-Alain Miller que quizás tambien salda un poco eso, y que es una paráfrasis de eso: en todo caso, hay algo de la ética del psicoanálisis que puede llegar a completarse con una estética. ¿Cómo pensar eso?: cómo, de alguna manera, la orientanción que provee el arte para nosotros da una dirección en cómo hacer no con la cultura ni con las nociones necesariamente artísticas sino en la clínica. En ese sentido, operar desde una ética, cómo eso imprime una dirección en la clínica con nuestros pacientes porque esencialmente los que publicamos en el libro somos practicantes del psicoanálisis. Tenemos un gusto por el arte, por supuesto y demás, pero es de qué manera podemos incidir en la práctica con los sujetos que sufren. Y de ahí podemos extraer las consecuencias del arte.
Claudio Godoy: --Hay algo que me interesó explorar del trabajo de Lacan ya de su época como psiquiatra. El tiene toda una interrogación de qué relación hay entre los síntomas y la producción artística. Habría un vínculo. El dice que hay como un borde donde pareciera que algo de eso que era sintomático para el sujeto se transforma en un efecto creativo. Y eso servía para dos cosas. Primero, para desbaratar la idea de que la psicosis es una cuestión deficitaria, como que un artista se vería menoscabado por sus síntomas psicóticos en su producción creativa. Al contrario, Lacan ya muy tempranamente en los años 30, afirmaba que, al contrario, que hay virtualidad creativa en la psicosis, que hay ciertas cuestiones que el sujeto no las hubiera creado si no tuviera ese síntoma. El síntoma no es algo que perturba al sujeto sino que puede transformarse también en una vertiente creativa, analizado más desde una perspectiva formal del síntoma, no del contenido.
--¿Es un poco lo contrario a Freud que oponía el síntoma al arte?
C.G.: --Bueno, está el tema de la sublimación en Freud. La sublimación es un destino pulsional distinto al de la represión. En cambio, Lacan lo pone como en continuidad: Especialmente lo ve en el caso de Joyce, como que hay algo del lenguaje. Para escribir como escribía Joyce no es una cuestión solamente de "Voy a escribir así" sino que estaba marcado por la relación que él tenía con el lenguaje, como que hay algo del lenguaje que se le imponía y se transformaba en esa escritura particular. No es que uno pueda decir "Voy a escribir como Joyce".
--¿Qué rol debe tener el analista con el artista analizante?
E.V.: --Claudio introduce con su idea del síntoma, y es parte del trabajo que él toma, que algo de eso lo podemos extender a toda la práctica del psicoanálisis. Es decir, no vamos a hacer de nuestros paciente esencialmente artistas pero es cierto que cuando uno lleva mucho años con alguien en análisis, cuando uno va depurando el síntoma en un análisis, encuentra algo de esa invención que es ese pequeño arte con el que alguien puede andar en el mundo. Es una invención maravillosa el síntoma y es algo absolutamente singular, es una producción singular. Eso es lo que uno puede extraer también de las consecuencias del arte, no para hacer, como decía recién, de los pacientes, artistas, pero en algún sentido hay algo de artista en cada uno de nuestros analizantes.
C.G.: --Era una idea que Lacan que empezó a trabajar: la idea del final del análisis como un saber hacer con el síntoma, con lo que tiene de irreductible el síntoma en ese sentido. Ahí había una cuestión interesante y él lo dijo en una intervención oral. Dijo algo así: "Nosotros llevamos al analizante hasta ese punto. Después está en él si quiere hacer una obra de arte con eso o no". No es la obligación del analista llevarlo a ese punto sino llevarlo ahí. Hay algo que se depura y se encuentra como muy singular. Es como si dijéramos que es la base para un estilo posible. Uno llegaría a encontrar algo que define una cuestión estilística en uno.