Usted, Javier Milei, carece de legitimidad y su legalidad de origen se desvaneció con la firma de un DNU inconstitucional. Se arroga la suma del poder público y convierte al Congreso en una caricatura que solo delibera a su antojo. Usted, le explico, no tiene legitimidad porque malversó el mandato popular. Mintió. Dijo que iba a ajustar a la casta y hace todo lo contrario. Le recuerdo: el estatus de ese grupo se adjudica de por vida y los síntomas iniciales de su presidencia, como en el unicato del expresidente Miguel Juárez Celman (1886-1890), período en que usted quiere dejar congelada la historia argentina, arrojan una fiebre temprana de absolutismo.
Usted tuvo el tupé de compararse con Carlos Pellegrini, el vice de aquel, arquetipo de la generación del ’80 que reivindica en sus proclamas, pero le recuerdo que cuando llegó a la Casa Rosada fue un proteccionista de la industria nacional, creó el Banco Nación que usted piensa vender y levantó el estado de sitio después de la Revolución del Parque que él mismo había contribuido a sofocar. Su gobierno va camino a hacer todo lo contrario.
Usted defraudó el voto mayoritario de 14.554.560 de argentinos según el escrutinio definitivo que arrojó el 55,65 por ciento favorable a su candidatura. Al resto que no lo votamos y a todos en general, nos quiere someter a una tiranía. Se incluyen los 11.598.720 de ciudadanos que apoyaron a Sergio Massa, los 8.330.739 de electores ausentes o su equivalente, el 23,68 del padrón, más los 417.574 que sufragaron en blanco.
Usted metió un decreto ómnibus por la ventana. Pretende fijar un nuevo paradigma en la Argentina, acaso un experimento de control social de efectos duraderos, que el pueblo ya resiste en las calles y va a seguir resistiendo. Le digo esta obviedad, porque este pueblo, aun cuando defeccione su dirigencia política, sindical y social, es capaz de auto-convocarse sin jerarquías. En las calles, parques y plazas de cualquier rincón de nuestra extensa geografía.
Usted, Javier Milei, quiere inocularnos el miedo. Un miedo que ahora sí que es bien tangible y no como cuando usted lo denunciaba desde cualquier tribuna antes del amargo 19 de noviembre. Le anticipo, porque el que avisa no traiciona. Ese miedo no va a permear en este pueblo indignado. Al contrario, diría que podría nacer un nuevo Movimiento de Indignados como en la España de 2011. Para acampar en parques y plazas y si fuera necesario en cada esquina.
Usted, Patricia Bullrich, Waldo Wolf, Diego Kravetz y todo el staff de seguridad que lo rodea cuando monitorea las protestas contra su gobierno desde el Departamento de Policía, avanzan sobre derechos sociales que crean una unidad de sentido: democracia, DD.HH y movilización popular. Le comento: en el país que pretende sojuzgar con la bendición de sus clérigos y el apoyo de los sofistas de la prensa canalla que contribuyó a entronizarlo, la libertad retrocede. No avanza. Solo avanza su régimen neofascista que ya empieza a volverse tóxico.
Usted banaliza además el humor popular. Debe haber escuchado consignas que lo justifican, pero a esta altura, parecen tan triviales como su oratoria de falso profeta. “Al gobierno hay que darle tiempo”, dice una. “Pero si lleva apenas tres semanas”, se escucha otra. Usted sí que no malgasta sus horas. Aceleró a fondo contra el pueblo como su admirado Carlos Menem por la ruta 2 al comando de una Ferrari 348tb cuando era presidente.
Sus ejércitos de trolls y propaladoras completan la faena destructiva. Vomitan consignas que nadie votó. O que se votaron bajo la premisa del ajuste a la casta, aunque descubrimos que la casta éramos nosotros, los ciudadanos de a pie. A quiénes usted pretende pulverizarles sus derechos sociales, laborales, educativos, jubilatorios y hasta deportivos, mediante un DNU que se parece a una suma totalitaria de protocolos antipiquetes, antiobreros, que va contra la movilidad social ascendente, los bienes del Estado y a favor de la venta de nuestras tierras. En una palabra, usted es un vendepatria. Nunca más literal.
Usted que parece ser un asiduo lector de la Biblia y vocero de las fuerzas del cielo debería leer Jeremías 23. Un párrafo basta para ser ilustrativo: “He aquí, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos, dice Jehová, y los cuentan y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, pero yo no los envié ni los mandé; y ningún provecho traerán a este pueblo, dice Jehová”.
Usted, presidente Milei, ha esmerilado el estado de derecho porque no hay estado que tolere. Ojalá nunca tenga que dar su próximo discurso como le sucedió a Perón el 15 de abril de 1953 –se cumplió el año pasado el 70° aniversario de ese hecho casi ignorado– en medio de las bombas que explotaban en Plaza de Mayo. Bombas arrojadas contra el pueblo que escuchaba al presidente y cuyo resultado fueron seis muertos, noventa heridos y, entre ellos, diecinueve mutilados. Un ataque terrorista de comandos civiles nutridos por jóvenes de las clases más acomodadas.
Ese odio de clase continuó con los bombardeos de la aviación naval contra gente indefensa el 16 de junio de 1955. Provocaron 308 muertos y más de mil heridos. A ellos siguieron sucesivos golpes de Estado. El último ejecutado en 1976 con sus secuelas de 30 mil desaparecidos, muertos, exiliados, menores apropiados que todavía se buscan y rapiña de bienes privados. Le recuerdo: usted durante el último debate presidencial negó la dimensión del genocidio y lo redujo a una “guerra” y a “excesos” de la última dictadura.
Ahora, usted, en su paquete kilométrico de medidas, recrea la doctrina de la seguridad nacional. Es un ómnibus repleto de normas represivas que ya había anticipado Verónica Torras, directora ejecutiva de Memoria Abierta e integrante del CELS, el 3 de octubre de este año: “La posición en relación con el pasado reciente asumida en el debate presidencial por el candidato de La Libertad Avanza, Javier Milei, es pre-democrática: retrotrae la discusión social a los términos en que fue planteada por las propias fuerzas armadas durante la última dictadura”.
En esa posición pre-democrática usted quiere imponer por medio del artículo 194 bis de su nuevo Código Penal la figura del “organizador o coordinación de una reunión o manifestación”. Incluiría “a toda persona humana, persona jurídica, reconocida o no, o conjunto de ellas que: A. convoque a otras personas a participar de la reunión; B. coordine a personas para llevar a cabo la reunión; C. provea cualquier tipo de medio material o logístico para la realización de la reunión; D. Pase lista, registre las presencias o las ausencias por cualquier medio escrito o de grabación de imágenes. La responsabilidad a la que se refiere este artículo resultará independiente de la asistencia o no de los organizadores o coordinadores a la reunión o manifestación”.
Usted suprime de golpe 40 años de recorrido democrático, aun con imperfecciones, déficits notorios y el jaqueo sistemático a la convivencia por los intereses que fielmente representa su gobierno. El régimen de las grandes corporaciones, que incluye sobre todo a las de Estados Unidos, los fondos buitre y el FMI que regresó a la Argentina de la mano de su principal socio político nacional, Mauricio Macri. Los de afuera ya los conocemos: se integran en la internacional de extrema derecha de Trump, Zelenski y Bolsonaro, entre otros.
Usted ha convertido a la Argentina en un país irrespirable.