Mi vecino Totoro 

1988

Obra cumbre que en manos menos talentosas podría haberse convertido en una ñoñez insuperable, el cuarto largometraje de Hayao Miyazaki es un prodigio de aventura minimalista. La escueta trama sigue a dos hermanas pequeñas que se mudan junto al padre a una desvencijada casa de campo, mientras su madre permanece convaleciente en un hospital cercano. A poco de llegar advierten la presencia de unos extraños corpúsculos negros que parecen confirmar la leyenda de que el lugar está poco menos que embrujado. Ese es apenas el preámbulo del descubrimiento de Totoro (y los dos totoritos) que habitan el bosque cercano, criaturas tan entrañables como desconcertantes que acompañan a las chicas en el tránsito de esa nueva vida que tienen por delante, con sus alegrías pero también sus miedos y tristezas. La escena de la parada de ómnibus, mientras la lluvia arrecia y el padre no regresa a casa, seguida de la súbita aparición de Totoro (¡y del gato-colectivo!) ya es un clásico del cine animado y del cine a secas, magnífico ejemplo del poder imaginativo del realizador. Con Mi vecino Totoro, además, Studio Ghibli logró lo más parecido a un negocio de marketing, con la fabricación en serie de peluches creados a imagen y semejanza del bicho peludo.

La princesa Mononoke 

1997

Uno de los temas recurrentes en las películas de Miyazaki es el enfrentamiento entre la naturaleza y los seres humanos, cuestión que aquí ocupa el centro de la narración en la película más extensa (dos horas y cuarto) de su filmografía, no apta además para niños sub 12. La aventura es la del joven Ashitaka, el último príncipe de la tribu emishi que, luego de enfrentar a un demonio con forma de jabalí, debe viajar muy lejos de su hogar si desea romper con la maldición que ha comenzado a horadar su cuerpo y espíritu luego de la pelea. Allí entablará contacto con una poderosa mujer, magnate del hierro, enfrentada a los dioses del bosque, entre ellos una enorme loba cuya hija humana ha sido criada como una de los suyos. En La princesa Mononoke, que adopta tonos aventureros sin dejar de lado la sofisticación a la hora de construir los personajes, el clásico enfrentamiento dialectico entre el bien y el mal le cede el lugar a la complejidad del mundo real, en el cual todos poseen un poco de razón, evitando de paso la fábula ecologista pueril. El animismo explota en cada fotograma del film, que no propone respuestas sencillas sobre la explotación humana de los recursos naturales ni infantiliza a las criaturas que habitan ese universo.

El viaje de Chihiro 

2001

Chihiro, como la Alicia de Carroll, es una chica curiosa y decidida que se ve involucrada en una aventura mucho más grande que la vida en un loco mundo paralelo. Al mismo tiempo, Chihiro es una niña de lo más común, temerosa ante una mudanza al campo, con el consiguiente cambio de estilo de vida y escuela, un punto de partida recurrente en la obra de Miyazaki. Pero antes de llegar a su nuevo hogar, Chihiro y sus padres se detienen en el camino, ante un portal de piedra de aspecto milenario. Luego de atravesarlo y recorrer lo que parece un parque de atracciones abandonado el trío es transportado mágicamente a otro universo. Convertidos papá y mama en sendos chanchos, que corren el riesgo de ser devorados por los habitantes del extraño país, la protagonista deberá no sólo aprender a sobrevivir sino también a encontrar una manera de regresar a la realidad con sus padres sanos y salvos. Gracias a su exquisita conjunción de personajes precisamente delineados, una historia apasionante y compleja –universal pero llena de detalles locales–, y un diseño de personajes y ambientes rebosantes de imaginación, el cineasta logra otra de sus proezas narrativas y poéticas en la que, para muchos, es la mejor película de toda su filmografía.

Se levanta el viento 

2013

La penúltima película de Miyazaki, que durante un tiempo se interpretó como canto del cisne, lo encuentra explorando un tono más dramático y realista, una suerte de regreso a sus primeros trabajos en la animación televisiva de los años 70. Se levanta el viento está basada en una historieta propia y es sin duda el film más autobiográfico junto con El niño y la garza, un relato melancólico atravesado por sentimientos de separación y despedida. Es también una oda a la aviación, terreno que forma parte ineludible de su vida privada y también de su obra, además de un homenaje a los ingenieros que, hace ya más de un siglo, lograron la proeza de hacer que el ser humano dominara esa habilidad reservada a las aves. La historia comienza en los años 30, cuando Japón sufría una creciente militarización, y está protagonizada por Jiro, un joven ingeniero responsable del diseño de los aviones de caza nipones. Más allá de las secuencias oníricas que acompañan a Jiro, los problemas económicos y sociales son el marco de la guerra en ciernes, que anticipa futuros desastres para la sociedad. En Se levanta el viento, Miyazaki gestó su gran melodrama histórico, el retrato de una era que fue la de su propio padre y también la que Hayao observó con sus pequeños ojos de niño.