El gobierno que asumió el 10 de diciembre, cuando se celebraban 40 años de “recuperación de la democracia”, está empeñado en pulverizar todo resto de democracia para convertir a la Argentina en un coto de caza de los grandes empresarios transnacionales, las oligarquías locales, estableciendo una férrea dictadura del capital extranjero, y de las fuerzas políticas y militares locales que lo resguardan.
Milei levantó la bandera de remate de las empresas e instituciones del Estado, de la soberanía, de los derechos de los pueblos, de las mujeres y disidencias, de la naturaleza. En el discurso inaugural rindió homenaje al genocida Julio A. Roca, responsable de las políticas de exterminio de los pueblos originarios sobre las cuales se levantó el Estado Nación llamado Argentina. Milei caracterizó a Roca como “uno de los mejores presidentes de este país”. No se trata de una cita caprichosa. Es el anuncio de una reorganización de la sociedad inspirada en el artífice del genocidio indígena, y de sus sucesores videlistas -también admiradores de Roca y admirados por Villarruel y su corte negacionista-.
No sorprende en este marco de reivindicación de los genocidios, que el gobierno de Milei estreche los vínculos con EE.UU. y con el Estado sionista de Israel, cuando está realizando un brutal genocidio del pueblo palestino. La abstención de Argentina en las Naciones Unidas frente a la propuesta de cese del fuego ilustra de qué libertad nos hablan: la de matar a niños, niñas, jóvenes, mujeres, a un pueblo entero, bajo los bombardeos despiadados, las balas, el hambre, la falta de agua o de acceso a los hospitales.
En esa línea de celebración de la crueldad, se inscriben las primeras medidas de shock como el DNU, el Protocolo antipiquetes, y la Ley Ómnibus, que tienen como denominador común el ataque violento a los derechos populares.
Lourdes Albornoz, del pueblo Diaguita, advierte que “esta dictadura de la depredación tiene sus resistencias en los cuerpos y los vínculos de las mujeres que criamos, guardianamos, sostenemos. Hablamos de crisis sistémica, porque también se encuentran en crisis los antiguos modelos de representación política. Vemos que algunos dirigentes deciden replegarse a la posición de la espera-especulación, mientras otros redoblan la velocidad para buscar escondrijos por donde insertarse en la compleja arquitectura del saqueo. Por suerte la memoria de la organización sigue rebrotando, y nos encuentra en miles de iniciativas resilientes a niveles locales, nacionales e internacionalistas”.
Libia Tujuayliya Gea Zamora, mujer Wichi, hija de una histórica organizadora y concientizadora de las mujeres originarias, Octorina Zamora, señala: “El tema central es la propiedad de la tierra, de quién es la tierra y quiénes se la disputan. No es la intención reducirlo todo a la lucha territorial, pero es el gran problema acá. Por algo la formación del Estado estuvo basada en el dominio del Estado colonial sobre las comunidades indígenas, por algo Roca llevó adelante la matanza de pueblos indígenas, por algo los gobiernos de este país se han dedicado siempre a avanzar sobre nuestros territorios, por eso se hicieron estas extranjerizaciones de tierras, y por eso uno de los principales temas que se trata es la venta de los recursos naturales de los territorios habitados por pueblos indígenas. Hay una importancia muy grande en sostener las luchas territoriales, que están siendo retomadas por las mujeres, porque cuando hablamos de territorio hablamos de esta tierra que tiene un montón de riquezas, que es donde está toda la fuerza espiritual de nuestros pueblos, porque ahí nacieron, murieron y fueron enterrados nuestros ancestros. Está también el otro territorio, que es el territorio cultural, el territorio físico, el territorio espiritual. Creo que ésa es la fuerza, la fortaleza que tiene la lucha de las mujeres indígenas”.
El DNU y la Ley Omnibus contra todos los derechos
En un análisis del DNU, la Red de Profesionales Indígenas señala el riesgo que implica para las comunidades originarias la reforma a la Ley 26.737 que establece ciertos límites a la extranjerización de la tierra. Señalan que “el Presidente Milei pretende entregar el litio a Elon Musk, el agua a Mekorot, el fuego a los agronegocios y al extractivismo inmobiliario, el aire a los chemtrails y a Starlink, y las semillas a Bioceres / Syngenta / Bayer / Monsanto. Es decir, al poder real. El DNU pretende adaptar el marco legal jurídico-normativo de Argentina a los requerimientos del poder financiero global”.
También el Tercer Malón de la Paz, expresa su rechazo por considerar “que el DNU es improcedente, inconstitucional, y nos recuerda la maniobra llevada adelante por Gerardo Morales, en la reforma inconstitucional de Jujuy”. Cuestionan “la derogación de la Ley de Tierras Rurales, sancionada en 2011, que contiene un artículo importante que prohíbe a extranjeros ser propietarios de inmuebles ribereños de cuerpos de agua (ríos, lagos, cuencas) y zonas de seguridad de frontera. Extranjerizar nuestros suelos se traduce en perder nuestra soberanía sobre los bienes comunes asociados al suelo y agua. Las comunidades indígenas podrán ser expulsadas por la megaminería metalífera y de litio, la expansión de la frontera sojera-ganadera, foresto-industrial y el deslizamiento de la explotación hidrocarburífera”.
Paula Alvarado Mamani, integrante de la Comunidad Tres Ombúes de La Matanza, abogada perteneciente al Pueblo Kolla, preside la Comisión de Derechos de Pueblos Originarios de la Asociación de Abogadas y Abogados de Buenos Aires. En un análisis del DNU expresa esa comisión: “Las consecuencias para los Pueblos Originarios son graves. En la actualidad no se cuenta con una ley de propiedad comunitaria que proteja a los Territorios Indígenas, no logró prorrogarse la ley 26160 de relevamiento territorial comunal que evita los desalojos, y aunque por medio del decreto 805/2021 de Alberto Fernández se prorroga hasta el 2025, los territorios ancestrales y territorios sagrados están en peligro. … Esta situación no es nueva para los Pueblos Originarios, el genocidio, el terricidio y ecocidio continúan, se perpetúan y profundizan”.
Leyes y gestos racistas
El racismo y el patriarcado no se expresa solo en leyes y decretos, sino también en los gestos y actos como el mentiroso “desalojo del Tercer Malón de la Paz” de su permanencia frente a los Tribunales, un día después que la Asamblea del Malón había decidido regresar a sus territorios de origen. El operativo lo realizó la Policía de la ciudad, junto al personal del Espacio Púbico e Higiene Urbana. Un vergonzoso operativo para la foto, pero no para dar respuesta a ninguno de los problemas que los pueblos traían para resolver por necesidad y con urgencia. Política “higienista” profundamente racista, que se repitió en el acto de desalojo del grupo que se encontraba instalado en la esquina del Congreso, y en el levantamiento de la carpa que hacía casi 4 años sostenía Félix Díaz, referente indígena qom ligado a Mauricio Macri, quien ahora se reunió con Patricia Bullrich. Sobre este último gesto nos dice Vero Azpiroz Cleñan, politóloga mapuche de la Comunidad Epu Lafken de Los Toldos: “La ultraderecha, ahora en la vocería oficial del Ministerio de Inseguridad y de Capital Humano, nos configuró (a los pueblos originarios) en un cliché. Lo expresa la figura de Felix Díaz. Eligieron mostrar al “indio permitido”: hombre, evangélico, sin espiritualidad propia del pueblo qom, con algo de folklore en su vestimenta, desterritorializado, para legitimar el inicio de una gestión que, hasta ahora, es antidemocrática. Pero lo más importante fue el "acto de limpieza e higienización" de la Plaza de Mayo. En el autoritarismo de mercado todo se compra y todo se vende. No sabemos aún a qué precio fue”.
Señala Tujuayliya Gea Zamora: “La lucha indígena ha sido ninguneada desde antes que llegara La Libertad Avanza. Hemos tenido gobiernos que dentro del progresismo han dado garantías y han puesto en agenda la cuestión indígena, pero siempre con políticas incompletas, desfinanciadas, con instituciones que van ensayando y errando constantemente. Tenemos procesos judiciales en el territorio que están incompletos, mujeres indígenas que piden como mínimo una condena a su abusador, a las que se les ha hecho bajar denuncias. Tenemos una Ley 26160 que cada cuatro años hay que estar haciendo una pelea para sostenerla, incluso en gobiernos que se han declarado amistosos con nuestros pueblos. Con el tema de la salud indígena mucho más. En este país no existe política intercultural, política indígena específica para tratar las situaciones que vivimos. No hay tampoco un sistema educativo inclusivo. La libertad Avanza va a intentar destruir lo poquito que se pudo construir. Nosotros venimos ya de políticas discriminatorias, donde nos han puesto de lado, nos han mantenido en reservas indígenas en las orillas de nuestros propios territorios, en las partes menos productivas, más arrasadas, donde ya ha pasado la industria, ha avanzado la frontera agraria, se están echando agrotóxicos, nos han contaminado el río, nos han talado el monte. En este contexto llega un gobierno que se plantea terminar de destruir lo que pudimos sostener. Van a buscar avanzar sobre el desierto verde, y si es necesario nos van a cagar a tiros o nos van a matar de hambre, si se lo permitimos”.
Relata Lourdes que “el 20 de diciembre, mientras reprimían a los manifestantes en Buenos Aires, en la comunidad Indio Colalao en Tucumán se presentaba un terrateniente junto a la policía para usurpar territorio de la sede comunitaria. En ese lugar la comunidad siembra, se reúne, y lleva adelante proyectos de radio comunitaria, allí preservan los vestigios arqueológicos, es el corazón de su territorio. El usurpador y la policía no contaban con ninguna orden judicial, solamente un argumento: "ustedes ya han perdido". Esta arremetida simbólica, que pretende borrar años de conquistas en materia de derechos de pueblos indígenas, no involucra solamente al presidente y su "casta" de aliados, sino que en él resurgen y se alinean las fantasías fascistas de los sectores dominantes más violentos de la sociedad argentina y de los territorios.”
En esa perspectiva “las mujeres pasamos de ser consideradas sujeto de derecho en el plano formal, a estar en el foco de la persecución política y social. Por defender los territorios, las aguas, las semillas, las reuniones, nuestras organizaciones y nuestros cuerpos son la primera línea donde recaen las violencias. Se agudiza la violencia machista patriarcal, se fracturan las redes que nos costó años construir, la violencia institucional y la económica nos sacuden y nos devuelven al individualismo y a la competencia del sálvese quien pueda”.
Tiempo de resistencia
Nos dice Lourdes: “En los territorios de cada provincia se libran todos los días batallas anticoloniales que resisten la avanzada extractivista que arrasa con la vida, con políticas de saqueo que llevan varias décadas en nuestro país: agronegocios, megaminería metalífera … En ese contexto, los pueblos naciones indígenas son la última frontera que resiste el saqueo que viene disfrazado de falsas promesas de transición energética y capitalismo verde: el litio, el cobre, alimentos transgénicos, salud hegemónica… En el caso argentino hace décadas que se viene adaptando el marco legal democrático del país a los intereses de las empresas trasnacionales. El ejemplo más claro fue la reforma de la constitución de Jujuy y ahora de la Rioja. Con la llegada de la dictadura “anarcocapitalista” al poder político, por vías democráticas, se acelera el proceso de entrega, despojo y genocidio. Pretenden borrar las identidades individuales, las culturas ancestrales, las economías preexistentes. Este movimiento de la historia nos interpela a construir con más fuerzas lazos intersectoriales, plurinacionales, para resistir. La diversidad, la multiplicidad, la presencia y la raíz dispersa por todo el territorio, es nuestra posibilidad de reexistencia. Años de crecimiento bajo la tierra hoy muestran los cauces donde acuerparnos”.
El tiempo de crear esa propuesta política es ahora. Las mujeres indígenas están como siempre, en la primera línea de defensa de la vida. Contra los genocidios históricos y los presentes, en Abya Yala y en Palestina, se van bordando colectivamente, y con muchos colores, los tejidos de la Resistencia.