“Treinta años de una obra proteica donde la fotografía se codea con el collage, la pintura y el video”, reza la descripción de la primera retrospectiva que París dedica a la brillante Viviane Sassen (Ámsterdam, 1972), requerida fotógrafa de moda que ha trabajado para marcas como Miu Miu, Stella McCartney y Vuitton, para revistas de vanguardia como iD, Numéro y Another Magazine, con imágenes que se salen de la norma. En su obra, no hay erotismo exacerbado ni poses sugerentes sino una exaltación lúdica de la geometría del cuerpo como escultura: bajo su directriz, mujeres suelen adoptar con elegancia formas curiosas, o bien, desaparecer bajo los pliegues de la ropa, de las sombras. “Que haya algo expuesto y, a la vez, velado”, es lo que ha buscado -y conseguido- esta neerlandesa, autora de una obra personalísima que, en cierta medida, bebe del pop y del surrealismo, cuya relación con la moda tiene sus bemoles: le encanta poder experimentar en sesiones que, para ella, representan una suerte de recreo, pero a la vez reniega del costado superficial de la industria. Así las cosas, estos laburos le permiten financiar su otra faceta…
Porque, además de los encargos comerciales, están los laureados proyectos monográficos de Viviane Sassen: series como Umbra, Parasomnia, Flamboya, Roxane, que a decir de la crítica rigurosa la han vuelto “una de las voces más elocuentes de la fotografía contemporánea, capaz de equilibrar su obra comercial con la personal a la hora de cultivar la imaginación y abordar cuestiones universales”. Con un estilo muy marcado, cabe remarcar, signado por los colores intensos, el juego de luces y sombras, el tratamiento original de las formas, que ha ido desarrollando con el paso de los años, tras egresar de la Escuela de Artes de Utrecht, ganar reconocimiento internacional, exponer en lugares como el MoMA, la Bienal de Venecia, Les Rencontres d’Arles, etcétera.
Ahora mismo, y hasta mediados de febrero, es la Maison Européenne de la Photographie, en París, la que presenta Phosphor: Art & Fashion 1990-2023: tal el nombre de la citada retrospectiva que recorre treinta años de fecunda carrera de VS. Reúne piezas de sus series más aplaudidas, archivos inéditos, obras en técnica mixta que combinan impresiones fotográficas, pinturas, collages y vídeos, así como una selección de sus fotografías de moda. Una cita ciertamente tentadora, que ni siquiera Máxima, reina de Holanda, ha querido perderse: unas semanas atrás pudo vérsela recorriendo la exhibición con la propia Viviane como guía de lujo, charlando entusiastamente.
Acaso Sassen le haya contado cómo, para ella, la historia empieza en una zona remota de Kenia, África, donde su papá médico atendía a nenas y nenes con polio. Allí pasó la primera infancia, lo que ella llama sus “años de pensamiento mágico”, encandilada por “la luz rajante del sol, las sombras rotundas, los demás niños tocando mi rostro y mi cabello diferentes, la pura oscuridad que caía por la noche sobre el pueblo”. Adaptarse a la vida en Ámsterdam, de regreso a los seis, no fue nada fácil: recuerda haber mirado por la ventanilla del avión y pensar que las luces de la ciudad eran “estrellas que habían caído del cielo y estaban esparcidas por la tierra”. “Durante un buen tiempo sentí que llevaba una vida paralela, que la real había quedado atrás”, rememora la artista que, con su trabajo, continuamente regresa -literal y simbólicamente- a ese continente donde fue feliz, sacando fotografías con las que no pretende recrear la realidad sino, al construir, escenificar sus postales, “recuperar el control de su destino”, acorde a la prensa.
En Umbra, por ejemplo, el cuerpo puede ser solo una sombra sobre tierra africana o una silueta sobre un fondo coloreado, mientras la ambigüedad entre el realismo y la abstracción -de objetos y situaciones aparentemente cotidianas- dota a las fotografías de una cualidad misteriosa. Parasomnia, mientras tanto, explora la sensación de no pertenencia, la noche y el día, la vida y el ensueño, a través de una narrativa visual enigmática. “Mi fotografía no es documental, sino muy personal e intuitiva. Trabajo con el inconsciente, sigo otra lógica. Además, la visión de la vida en África, más bien animista, tiene poco que ver con la lógica occidental”, ofrece la multifacética Sassen, que recientemente se asoció con Emanuele Coccia, respetado filósofo y ensayista italiano, para crear Modern Alchemy. Inspirados en la belleza desconcertante de la Tierra, en esta obra invitan a tomar conciencia de la continuidad entre arte y naturaleza, que entienden como “gemelos nacidos de la misma madre”. Él pone las ideas en común en palabras; ella ilustra con decenas de fotografías de una vitalidad y una belleza arrebatadoras.
Roxane es otra de las series más famosas de VS, de gusto pronunciado por el retrato. Aquí presenta una gama dinámica de poses, estados de ánimo y movimientos, aprovechando al máximo las posibilidades sugerentes de las sombras, el potencial abstracto de los accesorios ambiguos y el poder de los gestos pictóricos. Asimismo, añade pigmentos a las impresiones y las re-fotografía, vivificando las superficies al dejar su huella con pinceladas atrevidas que sugieren un nuevo léxico de geometrías y formas. “Cada vez me atrae más la pintura que invade mis imágenes”, admite VS, y agrega que, aunque a veces la critiquen “por prestar demasiado atención a la calidad formal de las obras, es precisamente lo que me interesa de mi trabajo. Si lo que quiero es ver la realidad, solo necesito salir a la calle”.