Transcurrieron nueve meses entre la apertura de sesiones en la Legislatura porteña que hizo Horacio Rodríguez Larreta y la jura del flamante Jefe de Gobierno Jorge Macri, a principios del pasado calamitoso diciembre. Horacio, gran perdedor del año electoral que se quedó sin el pan y sin la torta, inició el 2023 en la Ciudad que gobernaba buscando proyectarse a Presidente. Su táctica fue diferenciarse todo lo que pudo de la gestión nacional y del ideario de la década ganada, para empezar a mirarse en el espejo libertario. El 2023 no sólo fue el año en el que la Dirección General de la Mujer tuvo el presupuesto más bajo de la historia (0,04) con el consecuente desfinanciamiento de los Centros Integrales de la Mujer (CIMs), sino el año en que Soledad Acuña prohibía el lenguaje inclusivo en las escuelas, Cynthia Hotton asumía en el Consejo de Desarrollo Humano y Larreta explicitaba que no hacía falta un Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad en la Ciudad. El interbloque de Juntos por el Cambio también empezó a mimetizarse y los Moritán de la vida más de una vez corrían por derecha a Marra y compañía, volando por el aire con consensos básicos respecto de derechos humanos, sociales y de género construidos en cuatro décadas de democracia entre distintas fuerzas políticas.
La pregunta que podemos hacernos desde los feminismos populares y disidentes es cómo gobernará la Ciudad de Buenos Aires el primo alcalde en la era Milei. Por lo pronto en su breve saludo a la asamblea legislativa anunció favorecer a los capitales privados y el alineamiento de Waldo Wolff y Diego Kravetz con Patricia Bullrich para garantizar el orden urbano que podrían poner en jaque otros privados, los privados de todo bien material y derecho. Otra pista tenemos en el Presupuesto que en la última sesión del año pasado aprobó la Legislatura porteña, más fondos para seguridad, estancamiento en los recursos ya reducidos en salud, educación pública y vivienda, menos plata para políticas sociales y de género que al menos amparen en una Ciudad rica del crecimiento exponencial de la pobreza que la economía de Milei provocará en la clase media y trabajadora, y en particular en las niñeces, personas mayores, mujeres y disidencias.
En 2024, la Dirección General de la Mujer invertirá 31 pesos por día por mujer, ya que según datos del último Censo somos 1.666.874 en la Ciudad, y serán 135 pesos si contamos todos los programas con políticas de género, que tienen sólo cuatro ministerios. Con esos recursos escasos seguirán sin prioridad ni jerarquía las acciones para trabajar por el #NiUnaMenos, ya que no se abrirán nuevos Centros Integrales de la Mujer para cumplir con la Ley 5.466 que permita tener un CIM cada 50 mil mujeres y en cercanía de los barrios populares, como propusieron las organizaciones y asambleas feministas desde las comunas, el Parlamento de las Mujeres y las legisladoras de nuestro bloque. De hecho, el Programa de Abordaje Territorial de las Violencias por Motivos de Género en Barrios Populares, que pretendió copiar desde el oficialismo porteño la propuesta Ley Bety de reconocimiento de las Promotoras y Consejerías de Género y Diversidad, en 2023 no ejecutó los miserables $269.904 destinados y este año que inicia directamente no tiene presupuesto. El Programa de Asistencia a las Víctimas de Violencia no atiende los casos de travesticidios, transfemicidios y otros crímenes de odio, ya que toda el área tiene una formulación antigua y binaria que no integra a las personas LGBTIQ+.
En una Ciudad de tradición progresista cuya Constitución define los derechos ciudadanos desde la perspectiva de género, pionera en la ley de Educación Sexual Integral, en políticas de salud sexual y reproductiva o en el matrimonio igualitario, las políticas públicas locales no avanzan en la implementación de conquistas como el cupo laboral trans, ni incorporan las demandas de la agenda feminista como un sistema integral de cuidados y el reconocimiento laboral de los cuidados comunitarios que mayoritariamente realizan las mujeres; inversamente, no se garantizan las vacantes necesarias en educación inicial. El año nuevo ya nos encuentra en los barrios, en las calles y en todos lados, defendiendo las conquistas de derechos que hemos logrado desde el feminismo, impulsando su ampliación, y que se conviertan en políticas públicas concretas para que se achiquen las brechas de desigualdad. Y vamos a hacerlo tejiendo alianzas, transversalidad, sororidad, imaginación, reflexión, escucha, valentía y estrategia. Los tiempos difíciles que nos tocan desafían a construir unidad popular, comunidad organizada y nuevas insurgencias, los aprendizajes de las luchas feministas que transitamos en los últimos años serán herramienta imprescindible.
A pocos días de andar el gobierno de Milei ya sabemos que Macri, Mauricio y su casta de empresarios multimillonarios amigos, están atrás del mega DNU y de la aberrante ley ómnibus con la que quieren asumir todo el poder. Pretenden llevarse puesta a la Argentina, borrando soberanía, derechos individuales y colectivos de la clase trabajadora. Y al mismo tiempo quitarnos la soberanía sobre nuestros cuerpos y los derechos construidos, en particular para las mujeres y personas LGBTIQ+. Por eso ya no tenemos en el país Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, sino un área menor limitada a la temática de violencia de género y con menos presupuesto; quieren eliminar el INADI, modificar la obligatoriedad de la Ley Micaela y retroceder en la Ley de los Mil Días a conceptos que se contraponen con la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo o con la Ley de Identidad de Género. Transfieren ingresos a los sectores concentrados de la economía, despiden, empobrecen, quieren quedarse con los fondos de las jubilaciones y con las empresas del Estado, gobierna el mercado voraz sin proteger a quienes están en desventaja sino multiplicando las desigualdades.
De un plumazo tu hija o tu hijo se quedó sin laburo porque entró en el último año al Estado o trabaja en la construcción, el salario formal o informal vale la mitad, congelaron el salario social complementario para la economía social y popular, hay más gente sin casa ni acceso a la canasta básica alimentaria. Todo está en riesgo de desaparecer: la jubilación de tus viejos, millones de puestos de trabajo, acceso a educación y salud, obras públicas para la mejora de los barrios, pymes, recursos estratégicos como petróleo, litio, agua y tierras, industria, ciencia y desarrollo nacional, cultura y conectividad, acuerdos regionales e internacionales multilaterales y con economías emergentes, el derecho a la reunión y a la protesta, el propio Congreso nacional y la democracia.
A las 12, en el brindis del año nuevo, fuimos cada vez más quienes nos encontramos con la mirada en el mismo deseo: poner cuerpo, cabeza y corazón para que no se aprueben estas políticas que nos quieren hacer retroceder más de un siglo, cuando las mujeres, colectivos LGBTIQ+ y el pueblo trabajador no tenían derechos sociales, laborales y políticos. Vamos a comprometernos y a trabajar incansablemente con nuestras herramientas de lucha feminista por la patria y la justicia social, para que reine en el pueblo el amor y la igualdad.
*Educadora y feminista. Legisladora porteña mandato cumplido 2019-2023. Dirigenta de Somos Barrios de Pie-Unión por la Patria