La casa común –la patria- no está para fiestas, hoy. No puede, además. Viene bajando del norte una cadena de suspensiones que incumbe ya a tres de los grandes e históricos festivales de folklore argentino y aledaños. Dos de los de Santiago del Estero –el Nacional de la Chacarera y el de la Salamanca-, y el más importante de La Rioja: la Chaya. En los tres casos, la causa común no sorprende en lo más mínimo: la situación económica y social detonada meteóricamente por el flamante gobierno neoliberal en menos de un mes.
En el caso de la fiesta riojana -vigente desde 1969-, el gobierno de la provincia y la Comisión Organizadora de la fiesta chayera oficializaron la mala nueva a través de un escueto comunicado propalado en forma virtual. De igual manera se dio a conocer la suspensión del popularísimo Festival Nacional de la Salamanca, con treinta dos ediciones en su haber, en el tradicional Club Atlético Sarmiento de La Banda, ciudad cuna de poetas y cantores. “Lamentablemente, el panorama económico y financiero que hoy atravesamos hace imposible realizar estimaciones presupuestarias con respecto a los costos esenciales y necesarios para poder montar el armado y estructura del festival, porque los presupuestos cambian día a día, y estas erogaciones no se limitan solo al pago de artistas, sino a muchísimos rubros comprendidos de distintas índoles que varían día a día el precio por estar sujetas al valor del dólar”, se dijo.
La chacarera doble quedó trunca entonces, porque la fiesta de La Banda se sumó a la suspensión del Festival Nacional de la Chacarera, que –por similares motivos- habían anunciado el pasado sábado la Fundación Agustín Carabajal, y los tradicionales organizadores del festival, que va por su quincuagésima tercera edición. “En una emergencia social que pone en riesgo la tierra que nos sostiene, el hábitat en que vivimos y los grupos sociales que constituyen nuestras comunidades, y donde se ven reforzadas las inequidades, asimetrías y desigualdades, sostenemos la cultura popular y seguimos creyendo en la fortaleza creadora de los santiagueños”, dijeron los responsables de este evento musical señero que, además de convocar a un encuentro de reflexión, canto y baile este sábado 6 a las 22 en la Plaza Añoranza de la capital santiagueña, dejaron alguna luz de esperanza para el devenir. “El festival, como fiesta de la santiagueñidad, como fuerza creadora de lo popular, como producción colectiva de lo social, buscará el modo de permanecer”, se comunicó, a la espera de una muy poco probable normalización de la economía del mercado interno, que por supuesto es la que hace posible estas fiestas populares.