Las vacaciones comienzan y una ola de gente se prepara para ir hacia la ruta 2. Autos que se detienen por tránsito pesado, colas en las estaciones de servicio, mates que acompañan esas conversaciones que solo se dan durante las horas de viaje. Sin embargo la temporada no es lo único que llega a la costa. Lo que para algunos es un descanso -cada vez más difícil de costear- para otros es un basural. El último Censo Provincial de Basura Costera Marina realizado en el 2022 indica que más del 70 por ciento de los residuos en las playas de la Provincia de Buenos Aires son plásticos.
Así como se encuentran aquellos que vacacionan, están quienes viven en la Costa y conviven con los residuos todos los días. Tal es el caso de una joven licenciada en gestión ambiental e influencer que se dedica a convertir restos contaminantes en objetos para el hogar. En Mar del plata la llaman La chica del plástico, pero a diferencia de la canción de Rubén Blades, hace todo para reducirlo.
Hace tres años, Josefina Diez fundó Mar sin Plast, un taller donde han reciclado más de diez toneladas de plástico, que “tiene un impacto positivo ambiental porque saca de circulación plásticos que terminan en disposición final o en un relleno sanitario y les da una segunda vida, generando un impacto social que contribuye a que la gente participe de acciones ambientales, que cambia la consciencia y además colaboramos con cooperativas de recuperadores de la Ciudad de Mar del Plata donando un camión de basura por mes. Y por supuesto es económico porque se sustenta a partir de las ventas. Incorporamos productos que no están en el mercado del reciclado, entonces competimos con otros productos que no tienen propósito ambiental ni social y que tienen la misma funcionalidad”.
Es un proyecto que no solo depende de su fundadora sino de los vecinos. “Mar sin Plast surge en el 2020. En septiembre comencé a conocer el mundo del reciclado del plástico a nivel taller, por redes sociales hice un video invitando a los vecinos a formar parte del proyecto contando qué tipo de plásticos iba a reciclar para que me los traigan y hagamos un reciclado participativo. Y se empezó a difundir mucho, la gente comenzó a traerme los materiales”, cuenta Diez. Potes de quesos, yogures, dulces, envases de productos de limpieza o cuidado personal. Deciden recoger este tipo de plásticos ya que no suelen procesarse dentro del mercado formal de reciclaje y no tienen todavía valor comercial. Convierten residuos atrapados en el mar en objetos para el hogar; desde macetas hasta porta comederos para mascotas, cajones organizadores y merchandising para instituciones.
En el mundo hay doce millones de toneladas de plástico que tienen el trágico destino de alojarse en el mar, “como si un camión de basura volcara su carga completa de plásticos una vez por minuto al mar”, comenta Josefina. Esto se traduce en un quince por ciento que se puede ver en la superficie, otro quince en la columna de agua y un setenta por ciento queda en el fondo marino según datos de Greenpeace. ¿Las consecuencias? Demasiadas para un solo material.
En palabras de la joven ambientalista, “trae problemas en la salud porque los micro plásticos son consumidos por distintas especies de peces que luego nosotros comemos. Eso a su vez afecta al equilibro del ecosistema, a las embarcaciones porque las islas de basura cambian la navegación. Hay factores contaminantes que viajan por el mar y llegan a distintos continentes y perjudican a la fauna”.
Si nos organizamos reciclamos todos, y la comunidad marplatense no queda por fuera de esta iniciativa: “Mar Sin Plast tiene una red importante de vecinos que traen plásticos, difunden contenido o compran productos, desde personas hasta escuelas, empresas, y demás. Pese a que hoy en día nos sustentamos de las ventas, no es el objetivo principal, se trata de mostrar que hay otras formas de hacer negocios, otras formas de aportar a la sociedad, otra forma de aportar a la sostenibilidad del planeta”, comparte Josefina.
“No solo es vender un producto sino tener un propósito que ayude. Mar sin Plast no es solo un lugar donde se venden productos reciclados, sino una cuenta de Instagram que difunde contenido ambiental y promueve la educación ambiental. Durante todo el año han venido más de veinte escuelas en formato de visita educativa trabajando sobre las problemáticas ambientales”, concluye la influencer. Y para los veraniantes que se encuentren con un plástico, pueden sumar al descanso la buena acción del día: contactarse en redes sociales con @Marsinplast.
En el diccionario el verbo nadar aparece como: “dicho de una persona o un animal: trasladarse en el agua, ayudándose de los movimientos necesarios, y sin tocar el suelo ni otro apoyo”. ¿Cambiarían los verbos si llegáramos a nadar sobre plástico?