La Canasta Básica Alimentaria en la ciudad de Rosario alcanzó un valor de $77.119 durante diciembre de 2023, según el relevamiento realizado por la Usina de Datos de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). El número significa un aumento del 34% con respecto a noviembre y un incremento del 341,1% en la comparación con diciembre de 2022. En ese contexto, una familia compuesta por dos adultos y dos menores, debió tener en diciembre un ingreso superior a $293.822 para satisfacer sus necesidades alimentarias básicas y no quedar bajo la línea de indigencia. “Es el incremento más alto desde que nosotros medimos el costo de la canasta básica en octubre de 2019”, aseguró Paula Durán, coordinadora del organismo, en declaraciones a Rosario/12.
A la espera de los datos oficiales de inflación del último mes del año, donde se prevé una fuerte suba en el Índice de Precios al Consumidor (IPC), esta semana se conoció en Rosario el valor de la Canasta Básica Alimentaria, que brinda un pantallazo del estado de situación del precio de los alimentos. El informe de la UNR releva los valores de 58 productos que componen la canasta de la Región Pampeana, en cinco cadenas de compras de la ciudad. El informe arrojó un 34% de aumento con respecto al mes anterior, que implicó una suba de $19.550 en valores absolutos.
La variación porcentual de la canasta tuvo un pico de 25,8% en agosto y luego comenzó una desaceleración hasta octubre, con un incremento del 9,5%. Pero en noviembre se interrumpió esa tendencia a la baja y el aumento fue del 18,9%, para luego tener una aceleración muy marcada en diciembre, con un aumento que llegó al 34%. En la misma línea, el informe da cuenta que desde diciembre de 2022, cuando el costo de la canasta ascendía a $17.487, el monto fue aumentando todos los meses hasta diciembre de 2023, llegando a costar $77.119. Un aumento interanual del 341,1%.
Los rubros que registraron mayores aumentos de precios en términos porcentuales fueron los Aceites y grasas (77,1%), Cereales y derivados (76,6%) y Legumbres” (68,3%). En tanto, los rubros que mayor aumento registraron en términos absolutos fueron Carnes ($7.429), Frutas ($2.817) y Lácteos ($2.387).
En el informe también se plantea el impacto de estos valores en la economía familiar. Así, una familia rosarina, compuesta por dos adultos y dos menores, debió tener en diciembre un ingreso superior a $293.822 para satisfacer sus necesidades alimentarias básicas y no quedar debajo de la línea de indigencia. Para el caso de un hogar con tres integrantes, dos adultos y una menor, el ingreso necesario fue de $161.178. Mientras que un hogar compuesto por una mujer adulta y tres hijos menores, en diciembre debió tener un ingreso mínimo de $227.500 para adquirir los alimentos básicos para subsistir.
A su vez, se relevó el poder de compra según los distintos tipos de ingresos. Con la Jubilación Mínima ($105.713) alcanza para 1,4 Canastas Básicas Alimentarias; la Pensión Universal Adultos Mayores ($84.570) para 1,1 canastas; el Salario Mínimo, Vital y Móvil ($156.000) para 2 canastas; y la Asignación Universal por Hijo/a ($20.661) equivale a 0,3 canastas básicas.
Para Durán, el costo de los alimentos es “cada vez más significativo” en relación a los ingresos de las personas: “Si en diciembre de 2022 una Jubilación Mínima compraba algo más de tres canastas básicas alimentarias, en diciembre de 2023, apenas supera una canasta. Lo mismo con el Salario Mínimo Vital y Móvil, que en diciembre de 2022 compraba cuatro canastas básicas y ahora apenas dos. Hay una pérdida del poder adquisitivo en relación a los haberes mínimos”.
En ese sentido, la especialista sostuvo que el incremento del 341,1% en un año no estuvo acompañado por un aumento en los salarios de las familias. “Esto es lo que lo transforma en una situación acuciante en materia de la capacidad de subsistencia con los ingresos corrientes de una familia y poder adquirir los alimentos básicos, que sería el umbral mínimo de satisfacción de estas necesidades”, evaluó.
Asimismo, Durán se refirió a los motivos que explican un salto tan grande en el precio de los alimentos en apenas un mes y puso el foco en la devaluación del tipo de cambio y la desaparición paulatina de los acuerdos de precios. “Tiene que ver fundamentalmente con la devaluación, porque nuestros alimentos están muy atados al dólar y a que en diciembre ya había menos productos que se podían encontrar bajo el programa de Precios Justos o Precios Cuidados”, analizó.
Aunque también explicó que los aumentos tienen un factor especulativo: “No nos olvidemos que nuestra producción de alimentos está fuertemente concentrada en pocos grupos económicos que producen para exportación y al desregularse la economía nuestros precios se acoplan a los internacionales, con la diferencia que nosotros no tenemos los salarios que se manejan en los grandes centros urbanos del mundo. Y ahí tenemos un problema porque vamos a terminar pagando las carnes y los lácteos a precios internacionales”.