Podría tratarse de la canción de David Bowie del disco Ziggy Stardust: “Suffragette City”. Esa ciudad del sufragio, Londres, al fin y al cabo abarca tanto al ìdolo glam y vanguardista, como a la ciudad de Mary Poppins. Clásicos de la infancia del rock y del cine, tan ingleses como Sherlock Holmes, el tè de las cinco de la tarde o el ineludible Big Ben con el que empieza la película más british de Disney.

Y a pesar del filo rockero de la canción de Bowie y de sus guiños a La Naranja Mecánica, es en otra canción, sólo en apariencia más mansa y compuesta para un film infantil, donde anida la auténtica rebelde y revolucionaria.

“Sister sufragette” es una canción pro-sufragio femenino, un himno democrátrico y feminista que la actriz Glynis Johns, que murió el 5 de enero a los 100 años, canta y baila al principio de Mary Poppins, en su rol de Mrs. Winifred Banks.

Esposa de banquero y militante

Glynis Johns, estrella del cine y la TV, había nació en Pretoria, Sudáfrica y era hija del actor Mervyn Johnsen, una familia de abolengo teatral. Sin embargo, a pesar de sus múltiples personajes de un lado y del otro del Atlántico, fue una familia ficticia, la de la madre de los niños en Mary Poppins, la que le dio fama eterna.

Ni los premios Tony ganados, ni sus apariciones en la serie de culto Batman de los 60, ni el hecho de que Stephen Sondheim haya compuesto para ella la canción "Send in the Clowns" —uno de los grandes standards tardíos de jazz— tuvo el impacto de su pequeño, pero gran papel, como madre de los díscolos hermanos Banks.

La factoría Disney, más que la patria de la infancia, es el pathos de la orfandad y los cuentos de hadas. De Bambi al Rey león, de Pinocho al Libro de la Selva. Acaso por eso y porque la novela original de Mary Poppins es apenas del siglo 20 —y según cuenta la leyenda el tío Walt tardó muchos años en convencer a la autora, Pamela Lyndon Travers, de adaptar su obra al cine—, las cosas hayan sido diferentes. 

Sister suffragette: Hermana (vení), votá

Esposa de un banquero inglés (valga el pleonasmo), el señor Banks, Mrs. Winifred no tiene ningún conflicto con su maternidad. Tiene un conflicto con no participar activamente en la política y no abogar por el sufragio femenino.

Y así es que antes de que Mary Poppins / Julie Andrews irrumpa en esa casa victoriana, encandilando a sus niños y público, como si entrenara para pronto hacer arder las estructuras de la iglesia católica (La novicia rebelde se estrenaría un año después), la Mrs. Winifred de Glynis Johns canta. Baila. Está feliz: viene de un encuentro con mujeres que piensan y actúan como ella.

Unos instantes antes, transcurre este diálogo entre la señora de la casa y sus criadas:

—Gran mañana, ¿verdad, Helen?

—Sí, señora, muy buena.

—¿Ha puesto los huevos podridos en mi bolso?

—Naturalmente —responde la criada.

—¡Cuando acabe el mitin iremos todas en manifestación a tirárselos al primer ministro!

Y es que Mary Poppins transcurre en 1910: aún faltaban 18 años más para que las mujeres votaran en Inglaterra. Nueva Zelanda, uno de los primeros países en lograr el sufragio femenino, lo había logrado en 1910. Argentina obtuvo sus primeros comicios con participación femenina el 11 de noviembre de 1951 (promulgado en 1947), gracias a Eva Perón, el Partido Justicialista y la lucha histórica de mujeres como Julieta Lanteri y Alicia Moreau de Justo.

La escena musical de “Sister suffragette” transcurre al comienzo. Y es tan impactante, tan politizada en una película de una de las industrias audiovisuales más avasallantes del siglo 20 (la factoría Disney ha sido tan revolucionaria artísticamente, como reaccionaria y macartista según cada época), que hoy parece increíble.

Emmeline Pankhurst: ¡Mujer, levántate! ¡Igualdad política y de derechos con los hombres!

El film deja en claro que ser madre de familia no era incompatible con la militancia por el sufragio femenino. Aunque, como describiría Virginia Woolf unos años después, en Una habitación propia, si para escribir se necesita independencia económica, para la praxis política se necesita tiempo propio.

Mrs. Winifred toma a su ama de llaves y a su cocinera del brazo. Son tres mosqueteras, representantes interclasistas de un futuro femenino cercano. Una Sarah Connor del pasado que quiere convencer a sus empleadas de la emancipación inexorable del futuro. Portan en el pecho una banda que dice “Voto para las mujeres” y cantan.

La canción no dice “somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar”, pero se le parece: “Our daughters' daughters will adore us” (Las hijas de nuestras hijas nos adorarán). Es una letra sencilla, poderosa e intertextual, donde más que depositar el destino en el porvenir, como un espectro religioso o celestial, actúa sobre las cadenas del presente. 

La letra de Sister suffragette

Claramente somos soldadas en enaguas.

Y cruzadas intrépidas por los votos de las mujeres.

Aunque adoramos a los hombres individualmente

¡Estamos de acuerdo en que como grupo son bastante estúpidos!


¡Deshazte de las cadenas del ayer!

¡Hombro con hombro a la batalla!

Las hijas de nuestras hijas nos adorarán.

Y cantarán en coro agradecido:

¡Bien hecho, hermana sufragista!


De Kensington a Billingsgate

¡Se oyen los gritos inquietos!

Desde todos los rincones de la tierra:

"¡Mujer, levántate!"


¡Igualdad política e igualdad de derechos con los hombres!

¡Tomar el corazón! ¡Porque la señora Pankhurst ha vuelto a estar encadenada!

¡No más los mansos y apacibles serviles que somos!

¡Estamos luchando por nuestros derechos, militantemente!

¡Nunca temas!


¡Así que deshazte de las cadenas del ayer!

¡Hombro con hombro a la batalla!

Las hijas de nuestras hijas nos adorarán.

Y cantarán en coro agradecido:

¡Bien hecho, hermana sufragista!

Emmeline Pankhurst, una de las activistas políticas británicas más importantes del comienzo del siglo 20, fue líder del movimiento sufragista que ayudó a las mujeres a ganar el derecho a votar en Gran Bretaña. Fundó la Unión Social y Política de las Mujeres (Women's Social and Political Union o WSPU) afín al Partido Laborista y al pensamiento socialista.

Glynis Johns, la verdadera feminista de Mary Poppins 

Las sufragistas rebeldes

La melodía funciona, sin ser la mejor de la historia de Disney, por ser obra de los hermanos Sherman. Robert y Richard fueron algo así como los Gershwin de la marca del ratón Mickey: de Los Aristogatos al El libro de la selva, pasando por Winnie the Pooh.

Con o sin música, pero siempre con un ritmo perfecto, la reflexión más original  en su mensaje de los derechos de la mujer y antisistema, la ha dado el periodista español Manuel Ligero en su asombroso artículo “Mary Poppins y el viento del Este. Aquí un fragmento:

Pero (el personaje de Glynis Johns), esta luchadora privilegiada socialmente pero luchadora al fin y al cabo que desfila enérgicamente por las calles de Londres (y por los pasillos de su casa) al grito de `¡hoy las cadenas hay que romper!’ no es la única feminista de la historia. La propia Mary Poppins lo es. Es una mujer independiente que mantiene una relación de igualdad y de amistad con otros hombres. 

“Sister Suffragette” carece del componente casi lisérgico de clásicos como “Supercalifragilisticexpialidocious" o del swing de “Chim Chim Cher-ee" —que la interpretaron desde John Coltrane a Tom Waits, escondida en su canción noir “Diamonds & Gold”. 

Sin embargo, al revisitar Mary Poppins, uno se encontrará con una canción, una escena y una letra que pueden pasar casi desapercibidas, pero que son históricas. Glynis Johns, quien falleció a la edad de 100 años, las interpretó cantando y bailando. Aunque su papel en la película no fue el principal, supo bailar al ritmo de la historia, como si hubiera transcurrido también un siglo desde su actuación en la película.

O como escribió la pionera del feminismo Emma Goldman: “Si no puedo bailar, no quiero ser parte de tu revolución”.

“¡Bien hecho, hermana sufragista!”