"Quiero interpretar a un villano. Un ser humano realmente oscuro, malvado y desagradable. Alguien como Hannibal Lecter en El silencio de los inocentes", dice Bella Ramsey con una voz tan dulce como el glaseado. La ambición puede parecer incongruente saliendo de la boca de esta actriz británica de 20 años, pero no caben dudas de que tiene las condiciones para ello. Ramsey ya ha demostrado su aptitud para el drama postapocalíptico de la HBO The Last of Us y el drama carcelario de la BBC One Time, de Jimmy McGovern (y fue involuntariamente divertido en The Worst Witch y en Catherine Called Birdy, de Lena Dunham). Sin embargo, hay algo en su seriedad que hace que parezca incapaz de una verdadera villanía cuando se trata de actuar con maldad.
Ramsey (que ha expresado su preferencia por los pronombres neutros) habla por videoconferencia desde East Midlands, su tierra natal. Desconfiado, tal vez, de cuánto quiere mostrar exactamente, ha configurado su Zoom para oscurecer todo lo que hay detrás de su cara, lo que le da la impresión ocasional de una cabeza flotante y sin cuerpo. Ha pasado menos de un año desde que Ramsey se enfrentara a mutantes con cabeza de seta como Ellie, la adolescente con cuchillo de The Last of Us; ahora huye de los granjeros en la secuela de Netflix de Pollitos en fuga. La filmografía de Ramsey se perfila como todo un risotto.
"Tengo un historial de no ver ninguna de las películas icónicas que debería haber visto", admite Ramsey. "Pero Pollitos en fuga sí la conocía". Puede que la palabra "icónica" se utilice en exceso, pero en este caso se podría argumentar a favor. La película de plastilina de 2000 sigue siendo la película de stop-motion más taquillera de todos los tiempos; su secuela, Pollitos en fuga: El origen de los nuggets, se ha posicionado como una de las joyas de la corona del catálogo navideño de Netflix para 2023. Molly, el personaje de Ramsey, es la hija de los dos plumíferos protagonistas de la película original, Rocky y Ginger. En Pollitos en fuga, Mel Gibson y Julia Sawalha ponían voz a la pareja; para la continuación, ambos actores volaron del gallinero -o quizás han sido expulsados de él- con Zachary Levi (¡Shazam!) y Thandie Newton (Westworld) en su lugar.
El audio de El origen de los nuggets se grabó a lo largo de unos tres años, desde el comienzo de la pandemia de covid. Gran parte de las sesiones de grabación tuvieron lugar mientras Ramsey rodaba The Last of Us, la violenta adaptación del videojuego de HBO. "Era un extraño sueño febril", recuerda Ramsey. "Pasaba de asesinar a un 'clicker'" -los humanos infectados por hongos que merodean por un Estados Unidos desolado- "a correr por Chicken Land al día siguiente. Era bizarro... pero cambiar de género así es el sueño de la profesión".
La grabación por partes era probablemente la única forma práctica de grabar todos los diálogos de una película de stop-motion tan complicada como El origen de los nuggets. Pero este proceso lento y paciente no está exento de dificultades. "La cuestión con la actuación de voz es que es solitaria", dice Ramsey. "No solés conocer a la gente con la que trabajás en una animación. Porque grabás en momentos distintos, en estudios distintos... No creo que haya conocido a nadie que esté en Pollitos en fuga conmigo".
El origen de los nuggets hace un buen trabajo para ocultar esto, al menos. Ramsey es un pollo joven consumado, con una interpretación cálida y creíblemente infantil de Molly, posiblemente la figura central de la película. El argumento invierte suavemente el del original, ya que la bandada de aves de corral ahora salvajes debe irrumpir en una granja sádica y salvar a sus parientes de ser convertidos en nuggets. Es un asunto tonto, lleno de juegos de palabras e idiosincráticamente británico, pero con una sobria moraleja subyacente sobre el bienestar animal. Para Ramsey, que creció comiendo solo pescado, ahora es vegana y no tiene "ni idea de qué sabor tiene un nugget de pollo", ésta fue una de las razones por las que se unieron al proyecto. "Estos mensajes no resultan agresivos ni obvios", dicen. "Es una de las razones por las que a mí me encantó la primera película".
Aunque cumplió 20 años en septiembre pasado, Ramsey sigue interpretando a menudo a jóvenes adolescentes: en The Last of Us, por ejemplo, o como la protagonista de 14 años de la comedia ambientada en la Inglaterra medieval Catherine Called Birdy. Ramsey tiene un rostro realmente estupendo: lunar y de ojos oscuros, de algún modo astuto y desprevenido a la vez, pero inconfundiblemente joven. Lleva más de seis años dando vueltas por la industria, desde su primer papel en Game of Thrones como la áspera Lyanna Mormont. Como niño en el set, Ramsey era precoz. "Siendo un niño actor, no me gustaba la separación", dice. "Lo que más odiaba era que me trataran con condescendencia. No me gustaba que sólo pudiera estar en el set un tiempo determinado y que tuviera que ir a hacer clases particulares. Entiendo por qué las protecciones horarias para los actores infantiles son fenomenalmente importantes, pero odiaba sentirme inferior o separada del reparto adulto".
Explica que de niños siempre "se llevaron mejor" con los adultos. "No me intimidaba entrar en un set con un montón de gente que me doblaba o triplicaba la edad", dice Ramsey. "A medida que fui creciendo, aprendí que tengo autonomía para defenderme a mí misma y a otras personas más jóvenes con las que trabajo ahora. Quiero capacitarlas para que aboguen por sí mismas del mismo modo que las personas mayores que yo me enseñaron a hacerlo".
Un factor relevante en todo esto: Ramsey es neurodivergente (es habitual que los niños neurodivergentes se relacionen más con los adultos que con sus compañeros). Para Ramsey, es una especie de calle de doble vía. En primer lugar, dicen, el rigor y la estructura de un rodaje son "increíblemente beneficiosos para mi cerebro". Esto se extiende al catering, a saber que tendrán el mismo desayuno cada día. "Es exactamente lo que necesito, no tener que tomar muchas decisiones", explica Ramsey. "Cuando estoy en el set me siento muy bien. Cuando salgo de los sets, sobre todo cuando llevo tanto tiempo en esa burbuja... es una presión bastante intensa, que puede asustar".
Pero Ramsey dice que la forma en que funciona su mente ha demostrado ser igual de ventajosa para su oficio de actor. "No me dedicaría a la actuación si no fuera por mi neurodivergencia", afirma. "Forma parte de mí y me ayuda mucho a la hora de actuar. Una de mis cosas es que tengo unos niveles de percepción visual demenciales en comparación con todo lo demás. He estado observando a la gente y absorbiendo todo desde que era muy joven... todos estos personajes que interpreto, hay un elemento de ellos que ya está dentro de mí porque vi a alguien ser así antes".
Una cosa que impresiona de Ramsey es su capacidad para hacerse cargo de su propia imagen. En los últimos años, se abrió públicamente sobre diferentes aspectos de su vida personal -incluida su lucha contra un trastorno alimentario en la adolescencia- y, en enero, se declararon públicamente no binarios. En la actualidad, parecen sentirse igual de cómodos trazando límites y guardándose para sí ciertos elementos de su vida privada: apartan cortésmente pero con seguridad una pregunta sobre el origen de sus padres.
En general, sin embargo, la franqueza de Ramsey le ha granjeado un devoto seguimiento de fans, intensificado por el papel que probablemente definirá este periodo de su carrera: Ellie, la atrevida pero vulnerable protagonista de The Last of Us, por la que Ramsey fue recientemente nominada a un Emmy y a un Globo de Oro. Ellie es una chica gay de 14 años que se pasa la serie recorriendo Estados Unidos al cuidado del hastiado Joel (Pedro Pascal), su figura paterna. La serie fue alabada por sus argumentos queer, y Ramsey fue considerada una especie de portavoz de los jóvenes marginados.
"Creo que me presioné a mí mismo para definirme", reflexiona Ramsey. "Alguien me preguntó hace poco: '¿Te arrepentís?' Y pensé en eso, y pensé que quizá sí me arrepentía. Hasta que conozco a gente que me dice que algo de lo que dije los impactó, que se sienten vistos -si me abrí sobre algo como la neurodivergencia, o el género o lo que sea- eso hace que valga la pena."
Ramsey añade que nunca quisieron que estas cosas "fueran un gran problema"; dada su edad y su creciente prominencia en la industria, los titulares y el ruido eran inevitables. "No quería ocultar nada", continúa. "Creo que esa es la cuestión: normalizarlo, que sea algo que forme parte de mi vida pero que no sea la parte principal, y que no sea algo en lo que esté pensando todo el tiempo".
Queda por ver cómo reaccionará el ejército de fans de Ellie ante la próxima temporada de The Last of Us, actualmente en desarrollo. Ya se confirmó que la segunda temporada adaptará la impactante secuela del videojuego de 2020, ambientada cinco años después de la primera; Ramsey interpretará a Ellie como una adulta más cercana a su edad. Aunque el aclamado videojuego fue objeto de una reacción sexista y transfóbica por parte de los jugadores, Ramsey afirma que "no les preocupa" la posibilidad de que haya más ataques virtuales por la adaptación. "Sea cual sea la decisión que tomen los creadores, va a haber opiniones", afirman. "Es bastante agradable tener ahora ese nivel de distancia al respecto".
Es el tipo de piel gruesa que cabría esperar de un veterano de Game of Thrones, otro drama de la HBO que cumplió con creces su cuota de espectadores iracundos. Pero, de nuevo, Ramsey tuvo la suerte de salir de Game of Thrones antes de que la serie fuera encendida y devorada por su propia base de fanáticos. ¿Su opinión sobre el criticado final? "Estaba bastante aislado... los showrunners Daniel Weiss y David Benioff hicieron un buen trabajo con lo que tenían".
Si sigue la trayectoria de los juegos, la segunda temporada de The Last of Us llevará al personaje de Ramsey a lugares bastante brutales. Puede que Ramsey consiga su deseo de interpretar a un villano después de todo. Pero será difícil que la gente deje de estar de su lado.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.