Desde Brasilia
Fue Bolsonaro. Para el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva el intento de golpe de Estado, del cual se cumplirá un año este lunes, fue obra de su antecesor de extrema derecha.
"Hay un responsable que planeó todo, y ese responsable fue el ex presidente de la República", acusó el mandatario del Partido de los Trabajadores (PT). Lula recordó que el 1 de enero de 2023, siete días antes de los ataques golpistas contra los palacios de la Presidencia , el Congreso y el Supremo Tribunal Federal, asumió el gobierno sin la presencia de su enemigo político, quien no reconoció haber perdido las elecciones y se rehusó a entregar el bastón simbólico. Con ese gesto rudimentario Bolsonaro imitó al general Joao Baptista Figueiredo, último exponente del régimen de facto , quien en 1985 no fue a la pose de su sucesor, el gobernante civil José Sarney.
Entre noviembre y diciembre de dos mil veintidós, durante sus últimos meses de mandato, Bolsonaro no hizo otra cosa que hablar de manipulación de las urnas electrónicas para permitir el el triunfo de Lula, una noticia falsa que fue tomada por cierta por sus seguidores. Los mismos bolsonaristas que coreaban consignas contra el "fraude" y a favor de la implantación de un régimen militar el mediodía del 8 de enero de 2023 al depredar oficinas, muebles y obras de arte del Planalto, donde intentaron invadir el despacho del jefe de Estado.
Que se haga justicia
"No tenemos prisa, lo que queremos es que se haga justicia de hecho y de derecho para que nadie vuelva atreverse a golpear el proceso democrático" dijo Lula, que este lunes será el principal orador durante el acto en el Salón Negro del Senado donde también harán uso de la palabra jueces del Supremo, representantes del Congreso y la gobernadora de Río Grande do Norte, la petista Fátima Bezerra.
Se esperan unos quinientos invitados en el evento donde será devuelto un ejemplar antiguo de la Constitución hurtado por los inconformes que asaltaron los palacios de la República. A través de este evento en el Parlamento Lula intenta reforzar los cimientos institucionales mostrando el consenso democráticos de los representantes de los tres poderes.
Lula también convidó a los veintisiete gobernadores sin distinción de filiación partidaria, pero no logró convencer a los bolsonaristas. Pero a pesar del gesto presidencial el caso es que no irán al Senado los gobernadores de los cuatro estados más importantes del país: San Pablo, Río de Janeiro, Brasilia y Minas Gerais.
La posición de esos gobernadores, y otros que tampoco viajarán a Brasilia, refleja claramente el poder en las sombras que sigue ejerciendo el cacique Bolsonaro y confirma la supervivencia de focos de autoritarismo en varias provincias.
Demora
Las investigaciones sobre los delitos cometidos hace un año no están concluidas en el Supremo Tribunal Federal, donde fue condenada una treintena de autores materiales del golpe fallido. Falta, sin embargo, juzgar y condenar a quienes financiaron el levantamiento y a su probable autor intelectual, Bolsonaro.
Es evidente que la justicia avanza sin la prisa deseable en la causa sobre el ex capitán del Ejército Bolsonaro y con más parsimonia aún en los casos sobre generales claramente ligados al plan derribar a Lula, en lo que hubiera sido un golpe con uso de la fuerza, similar en algunos aspectos a los perpetrados en los años sesenta y setenta del siglo pasado.
El viernes Lula recibió al ministro de Defensa, José Mucio Monteiro, con quien conversó sobre la presencia de los comandantes de las Fuerzas Armadas en el evento del Congreso del próximo lunes.
Según trascendidos los jefes militares aceptaron ir al Senado pero no cedieron en sus demandas para obtener más recursos del gobierno y seguirían intransigentes en su presión para que ningún oficial de alto rango sea condenado por el alzamiento antidemocrático. Habrá que esperar para saber si finalmente la corporación castrense logra mantenerse impune a pesar de algunos hechos más que evidentes, como el apoyo dado durante semanas a los activistas bolsonaristas que acamparon frente al cuartel general del Ejército en Brasilia.
Plan de asesinato
Luego de que Lula acusara directamente a Bolsonaro como responsable del plan sedicioso, miembros de su gobierno hablaron este fin de semana sobre la posibilidad de que en los próximos días se revelen informaciones explosivas sobre los hechos de enero pasado.
Lo que podría ser la punta de ese iceberg de esas revelaciones, fueron las declaraciones realizadas por el juez Alexandre de Moraes, miembro del Supremo.
El magistrado rebatió la tesis de Bolsonaro, quien este sábado volvió a negar la existencia de un plan golpista y asegurar que todo no pasó de "un montaje de la izquierda" para perjudicarlo. El juez Moraes no tiene dudas de que la democracia estuvo en vilo y de que los mentores de los ataques idearon un "plan para detenerme y ahorcarme después del golpe".
Lo que vi
El 8 de enero del año pasado Brasilia fue tomada por hordas que marcharon hacia el Palacio del Planalto y los otros predios republicanos. De buenas a primeras la avenida principal de esta capital habitualmente bucólica en el primer mes del año, cuando no funciona la burocracia estatal, fue ocupada por miles de personas con camisetas de la selección y banderas nacionales, entre las que se colaban unas pocas de Israel.
Después de haber hecho la cobertura del campamento montado por los militantes bolsonaristas junto al al lado del Cuartel del Ejército, donde fueron bien acogidos, y varias movilizaciones de esa tribu política, aprendí a no llevar credencial de periodista e evitar ser identificado como tal. Esa gente nos odia.
Lo que vi cerca en el Congreso, fueron personas encolerizadas circulando entre policías displicentes y en algunos casos totalmente complacientes. Luego de subir la rampa del Palacio los que iban a la cabeza de la fila destruyeron varias puertas vidriadas. Otros depredaron una camioneta policial antes de arrojarla al lago artificial frente al predio diseñado por el arquitecto Oscar Niemeyer en los años cincuenta cuando pensó esta metrópoli futurista dentro de un concepto de república moderna. Niemeyer era un comunista creyente en el progreso y la igualdad. Tal vez nunca hubiera imaginado ver a su obra depredada por personas poseídas .
Fue poco lo que pude observar al ras del piso al lado del Legislativo, en el corto tiempo que estuve allí. De regreso pasé por el puente sobre la avenida, cerca de la principal estación de autobuses y subterráneos. desde el cual tuve una visión panorámica de la situación: y percibí que a pesar de los ánimos alterados de los manifestantes, estos marchaban con bastante coordinación. Una columna ingresó al congreso, mientras otra avanzó sobre la Corte y la restante se dirigió al Planalto. Me quedó la sospecha de que estaban bastante organizados.
Comandos
Una de las varias líneas de investigación en curso, que está a cargo de la Policía Federal, descartó la hipótesis de que los atacantes actuaron de forma "espontánea" como repiten una y otra vez Bolsonaro y su hijo el diputado Eduardo, quien además de haber participado en varias manifestaciones antidemocráticas en Brasilia el año pasado es el enlace con los grupos de ultraderecha internacionales, incluso con La Libertad Avanza del presidente argentino Javier Milei.
De acuerdo con las averiguaciones policiales los miles de bolsonaristas que se desplazaron por el centro brasiliense guiados por comandos de las fuerzas especiales del Ejército, conocidos como los "kids negros". Un dato que puede complicar la situación legal del ex gobernante.
Bolsonaro estuvo ligado históricamente con los "kids negros" y uno de los miembros de esa fuerza de elite, el teniente coronel Mauro Cid, fue su edecán y hombre de confianza durante su gobierno.